BLOQUE 7

PREMIO FUNDARTE 2010

PREMIO FUNDARTE 2010
DIARIO DE MOSCÚ

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI
EDGARDO MALASPINA PASEANDO EN TROIKA. MOSCÚ. 2009.

martes, 1 de septiembre de 2009

DIARIO DE INVIERNO 2008-2009

POR: EDGARDO MALASPINA

DIARIO DE INVIERNO
(MOSCÚ. 2008-2009)
2008
MARTES, 16 DE DICIEMBRE

Llegamos en la tarde a Moscú con una confusión. Pensamos que el aeropuerto de aterrizaje era el Shremetievo, pero resultó ser el Domodiedovo (La casa del abuelo). Por eso nadie nos estaba esperando. Al rato viene por nosotros Alexei, el esposo de Valia, una de la hijas de Serguei, hermano de Natalia. Los termómetros marcan diez grados bajo cero. En la casa el banquete está servido. Las bienvenidas y las despedidas son motivos fundamentales de celebración para los rusos. Hasta tiene un chiste para ilustrar su cultura etílica: un hombre no encuentra una razón para beber, cuando de pronto observa una cucaracha y se le ocurre una idea brillante. Amarra el insecto con un hilo. Lo deja ir, se echa un trago y le dice “hasta la vista”. Luego recoge el hilo y se echa otro trago para darle la bienvenida. Nos ofrecen vobla, pescado de mar seco, que se pasa con cerveza, y es considerado una delicia. La conversación, luego de los saludos correspondientes, gira sobre todos los temas hasta llegar al lógico: el de la política. Ahora Rusia tiene a Pútin de Primer Ministro, y a Medvediev de Presidente. ¿Quièn manda?. Serguei tiene una anécdota para cada situación, y en la siguiente demuestra que Pútin sigue siendo el jefe: Pútin le regala a Medviedev un carro. Medviedev se sienta en el automóvil y nota que no tiene volante. Inmediatamente le pregunta a Pútin por la ausencia de esa pieza importante para conducir. El Primer Ministro le contesta: no te preocupes, está en buenas manos.
Ahora hablamos de socialismo. Alexei dice tener un mal recuerdo: cuando tenía trece años desapareció la leche de los estantes de las tiendas. Serguei lo reprende. Eso es una pequeñez, dice, lo insoportable del socialismo era que casi no había vodka.

MIERCOLES, 17 DE DICIEMBRE.
8 grados bajo cero.
Hace 18 años no veía y sentía la nieve. Salgo a pasear con Natalí y la perra de Alexei, Kalista. La nieve apenas cubre el suelo, pero está seca y muy dura. Las palomas y las cornejas atraviesan el bosque. Siento frío sólo en la cara. El cambio de horario me afecta mucho y tengo sueño. Ya en casa, Natalia prepara unas arepas y los rusos dicen que son sabrosas. Son las tres de la tarde y ya todo está oscuro, muy oscuro y silencioso. Veo la televisión. Un programa musical tiene un nombre curioso: Sólo lala y nada de blablablá. Pasan la película 17 instantes de una primavera, la cual vi en mis tiempos de estudiante El héroe, Stirlez, es un ruso que se hace pasar por alemán durante la segunda guerra mundial y como espía mantiene informado al comando soviético. Stirlez dice que los fanáticos pueden triunfar pero no pueden defender y mantener su victoria por mucho tiempo, por la vacuidad de su causa. En otro programa, un profesor recuerda y explica lo que era el socialismo. Hay un canal sólo de cultura con entrevistas, exposiciones pictóricas, teatro y música clásica. Ahora veo una velada de chistes. Un cómico dice : yo pensaba que Carlos Marx y Federico Engels eran marido y mujer, pero ahora sé que eran cuatro personas. En otra época ese cómico hubiese terminado en el banquillo de los acusados. Llaman y preguntan sobre la poca nieve. Explican que es un fenómeno que a veces se repite, pero que habrá nieve abundante. Para los rusos el invierno es alegría, y esa alegría la dan las nevadas. En la noche conversamos. Los rusos dicen que mientras haya comestibles de todas las marcas en los supermercados, los comunistas no volverán al poder. Serguei recuerda que la transición del socialismo al capitalismo fue difícil, particularmente para su familia, porque escaseaba todo. Por las mañanas, dice, se iba al bosque a recoger hongos.
Izvestia publica una entrevista de Lev Walesa, ex presidente de Polonia y el líder del movimiento que derrotó al totalitarismo en su país. Afirma que lo critican los demagogos y populistas , pero que no les teme porque ya venció a la poderosa maquinaria soviética, y sus enemigos y detractores de ahora son unos enanos en comparación.

JUEVES, 18 DE DICIEMBRE .

7 grados bajo cero.
Son las siete de la mañana y todo está oscuro. Serguei se echa un trago de ron venezolano, antes de marcharse al trabajo, de una botella que le obsequié. Se empina el frasco y luego dice: beber es dañino, fumar también, pero es una lástima morirse sano. Además- remata- le llevo una ventaja a mis compañeros que se echaran la primera copa cuando lleguen al trabajo.
Sobre los carros hay una capa de nieve fina. Ayer cometí una imprudencia al salir sin una vestimenta adecuada, y hoy pago las consecuencias: tengo algunas quemaduras en las piernas por el frío. Me entregan un abrigo que me prestó Valentín, el padre de Lida. Lo envió desde Siberia donde vive. Es un viejo marino bielorruso con muchas historias interesantes sobre sus viajes de puerto en puerto. Una noche completa, hace años, lo escuchamos mientras fumábamos pipa y vaciábamos varias botellas de vodka. Los cuervos cruzan el bosque de un lado a otro. En tv hay un concurso sobre el personaje que más identifica a Rusia: Pushkin, Alexander II, Lénin, etc. Los televidentes votan todos los días. Por radio dicen palabras que antes eran consideradas obscenas. Ayer me negué a beber vodka. Pero hoy nos echamos unos tragos. Lida dice que estos son los momentos cuando uno debe alegrarse por el reencuentro, como en el campo después de haber enterrado una suegra que rompen hasta dos acordeones de tanto tocar y cantar. Es un refrán ruso para expresar contento. La temperatura llega hasta 9 grados bajo cero.
VIERNES, 19 DE DICIEMBRE .

Son las dos de la madrugada y no puedo conciliar el sueño. No me acostumbro todavía al cambio de horario.
Durante el socialismo se repetía todos los días que las repúblicas que conformaban la URSS estaban unidas por una hermandad monolítica. Hoy cada una arrima la brasa para su sardina. En muchos países, como Lituania, el idioma ruso fue prohibido .Los nacionales de Uzbekistán prefieren huir de la miseria de su pueblo y vivir en Moscú en algún sótano; pero los rusos los consideran ladrones y violadores.
Ahora las acontecimientos se hacen públicos, (en el socialismo los hechos considerados negativos no se daban a conocer) En Nobosibirk, en Siberia, se roban los pinos en el bosque para venderlos como arbolitos de navidad. Las autoridades decidieron rociar los árboles con una sustancia nauseabunda. En Kazan, antigua república de los tártaros a orillas del Volga ,le disparan a los buses.
Vamos al Museo Politécnico donde se exponen los adelantos científicos del país. Fue fundado en 1872. Aquí hicieron sus intervenciones científicos como Séchenov ( predecesor de Pavlov en materia sobre los reflejos), quien fue acusado después de publicar su libro Los reflejos del cerebro. Cuando le sugirieron que contratara un abogado para su defensa, dijo que sólo necesitaba una rana para hacer sus experimentos delante del juez. También hizo sus demostraciones Timiriazev, uno de los primeros en defender el darwinismo e investigar la fotosíntesis. El museo tiene 170 mil objetos relacionados con la ciencia. Aquí están la primera bomba atómica rusa; una colección de más de mil microscopios, incluyendo originales de los primeros ejemplares que se fabricaron en el mundo; y un radio gigantesco que le regalaron unos obreros al padrecito Stalin.
De regreso pasamos por el monumento dedicado a Cirilo, el inventor del alfabeto que lleva su nombre, nos detenemos en la Academia de Medicina de Rusia y seguimos hacia la Plaza Roja. Allí compro una chapka de conejo, o gorro ,que me protege más del frío.
El periódico Izvestia publica una foto del presidente Nicaragüense con un comentario sobre “el camarada Ortega”. Todo un teatro de hipocresía, porque esa palabra ,“tavarish”, desapareció del vocabulario ruso con la caída del socialismo. Ahora todos somos ciudadanos, señores, su señoría, etc.
En la noche no falto la vodka.

SÁBADO, 20 DE DICIEMBRE.
8 grados bajo cero.

Me despierto a las 5 de la mañana. Leo hasta las 7. Hay una oscuridad total. Prendo la tv. Empiezan a vender pinos como arbolitos de navidad. En Duchka, un pueblito de la región de Magadán en la Siberia Oriental, cae una nevada tan fuerte que los habitantes cargan una pala para apartar la nieve. En la tarde vamos al bosque. El viento sopla en ráfagas muy frías y golpea en la cara. En el Victoria, una tienda nueva cerca donde vivimos, ya han colocado un gran árbol navideño. A su vera hierve un samovar y reparten té caliente. Leo que en la Rusia capitalista hay más suicidios que en la socialista. Zadornov, un humoristas muy serio, dice que antes había más felicidad a pesar de las dificultades. Ahora todo es más fácil y hay menos filosofía.
En el periódico Sovietskaia Rosía, los comunistas invitan a sus diputados para mañana al Kremlin. Colocarán coronas y flores en la tumba de Stalin con motivo del 129 aniversario de su nacimiento. El periódico también publica una gran foto del dictador, comentarios con elogios y hasta un poema llamado El nombre de Rusia es Lénin, el nombre de Rusia es Stalin.
DOMINGO, 21 DE DICIEMBRE.

10 grados bajo cero.
Amanecen montones de nieve como islas entre los árboles escarchados. Alguno que otro pájaro vuela por las ramas desnudas de los mismos. Salimos y nos detenemos para ver la venta de arbolitos. Nos dirigimos al museo de Mijael Lermantov, el poeta ruso más importantes después de Pushkin. En mis tiempos de estudiante me correspondió, en la clase de literatura rusa, analizar su novela El héroe de nuestro tiempo. La casa, construida de madera luego que Napoleón incendiara Moscú en 1812, está cuidada por cinco viejitas. Todas con formación académica. Una de ellas nos guía por las salas y nos da explicaciones. Comento que me parece pobre la vida cultural de ahora. Ella contesta: no es pobre, es peor, no hay ninguna vida cultural como antes. Aquí vivió Lermantov entre 1829 y 1832 y escribió más de 200 poemas. Aquí estudió filosofía, música, pintura y jugó ajedrez con los amigos. Un retrato del poeta ,que lo muestra niño y en estilo romano, cuelga de una pared. Un estante contiene los libros preferidos del bardo. La guía dice : “Lermantov era un genio. A los 18 años ya había escrito casi 300 poemas y 3 obras de teatro. Salimos, Leo uno de los primeros versos de Lermantov : “no le temo a la muerte/ temo a la desaparición total”. Para el poeta la desaparición total era no publicar su obra.

Caminamos hasta el museo de Marina Tsvetayeva, la poeta rebelde. En el segundo piso, a través de una escalera en forma de caracol como la del sueño de Isac-así la consideraba la familia de la poetisa- está el apartamento donde vivió desde 1914 hasta 1922 con su esposo. Aquí se reunía con sus amigos escritores, pintores y filósofos. De quince libros que publicó, 11 fueron escritos en este lugar, donde según uno de sus poemas “huele a patria, a rocío/ a humo eterno y a versos.” Desde aquí partió al exilio; y cuando regresó, en 1939, el comunismo había cambiado las reglas del juego, y no pudo tener ni hogar estable ni trabajo, porque era “una traidora a la patria”. La traición era haber vivido en países capitalistas como Francia, y no entender completamente la revolución. El apartamento le encantó a Tsvetayeva porque tiene forma de barco con claraboyas en el techo para la entrada de luz y aire. La guía dice : “Durante la guerra civil, después de 1917, vendieron un piano para comprar harina. Así era la hambruna que padecía el país. . Algunos muebles de madera fina fueron a parar a la chimenea para generar calor en invierno”. Vamos viendo sus libros, sus manuscritos, un busto..La guía, prosigue con voz que denota cariño y admiración por Tsvetayeva: “ A Marina Ivanovna no le dieron tregua los del gobierno, la persiguieron, le mataron al esposo, de sus tres hijos , al varón lo enviaron a un campo de concentración. Una de las hijas también fue encarcelada, y la menor murió en un orfanato de hambre. No tenían que comer. Ella sólo recurría a sus versos. Cuando no tenía papel escribía sobre las paredes. En la miseria y ante tanto acoso se ahorcó en 1941…”.
Uno hace duros esfuerzos para no soltar una lágrima y una palabrota para maldecir las ideologías…Salimos. La tarde ya está oscura y siento mucho frío.

LUNES, 22 DE DICIEMBRE

8 grados bajo cero.

Anoche celebramos el cumpleaños de Alexei. Su padre, Víctor, tocó y cantó con la guitarra. Entre tragos y pasapalos, Víctor habla de literatura y se queja de que ahora los jóvenes no leen como los del socialismo. Luego cita a Guerasimov, un crítico de arte, quien afirmaba que el cine te coloca frente a los hechos, mientras que el libro te permite pensar más. Me echo un trago por formalismo y me voy a la cama.
Hoy fuimos al Ashan, una tienda donde hay de todo, pero nada ruso. En la URSS los comunistas negaban cualquier cosa de origen extranjero. Ahora todo es al revés. Antes de salir observo por la ventana como el viento sopla y arrastra la nieve hasta levantarla en remolinos. Eso veo para recurrir al rito largo de colocarse el atuendo invernal: medias de seda gruesas, calzoncillos largos, pantalón, franela, suéter, camisa, bufanda, shapka, guantes y ánimo para lanzarse a la calle.

MARTES, 23 DE DICIEMBRE

6 grados bajo cero

Es casi la una de la madrugada y no puedo pegar un ojo. Por las rendijas de las ventanas se cuela el frío. Me asomo por el balcón. Nuestras hallacas cuelgan congeladas “al abrigo de los vientos”. Amanece con la primera nevada fuerte. El suelo esta cubierto por una capa blanca de nieve. Unos hombres limpian los caminos con grandes palas y lanzan puñados de arena con sal. Los zapatos sobre la nieve producen un sonido peculiar. Nuestros maestros en el hospital nos recomendaban recordar ese ruido a la hora de detectar con el fonendoscopio una posible pleuresía. En la entrada del Metro hay muchas viejitas pidiendo limosnas. Conozco una nueva palabra rusa: bomzh. En realidad son las siglas para denominar a los indigentes y que puede traducirse como “sin un lugar o vivienda determinada”.
En el socialismo había mucha ideología y filosofía por la radio, la tv, la prensa escrita y hasta en vallas publicitarias. Ahora hay mucha apología a las bondades del capitalismo, el mercado libre, los negocios y las transacciones en dolares. Da la impresión que los rusos tienen nostalgia por el zarismo: aparecieron instituciones zaristas que fueron prohibidas durante el socialismo como los liceos y las tabernas. En la tarde caminamos hasta el Museo de las Muñecas, fundado en 1996 con piezas que arrancan desde el siglo XVII. . Recoge más de 6 mil muñecas de casi todos los países del mundo, especialmente de Europa, las cuales están acompañadas con otros juguetes como casitas, comedores y vestidos. De regreso entramos al templo dedicado a los santos-médicos Cosme y Damián en la calle Maroceika.. Estos médicos, de Asía Menor, vivieron en el siglo III, y aquí en Rusia se les venera como los santos de los enfermos. El primer templo, de 1547, era de madera y desapareció tras un incendio. El actual fue construido en 1793. Aquí solía rezar Dostoyeski cuando visitaba a sus familiares. Al lado vivió el gran poeta ruso Fet. Al salir de la iglesia sentimos el frío más fuerte. Entramos a un cafetín para calentarnos, que aquí se llaman shokolatnitzha. Su slogan es “nuestra filosofía es la dulzura de la vida”. En la noche Lida nos ofrece un brandi usado para preparar tortas borrachas. Nos cuenta un cuadro onírico que la persigue desde hace un tiempo: sueña que es 1976 y está largo tiempo en una cola para comprar comestibles. Ella cataloga ese sueño-ritornelo de pesadilla socialista porque ahora no hay colas ni escasez de alimentos.

MIERCOLES, 24 DE DICIEMBRE

6 grados bajo cero.
Leo un comentario sobre el libro del historiador Leonid Mlechin Yuri Andropov, la última esperanza del régimen. Se refiere a la vida del hombre que gobernó a la URSS entre 1982 y 1984. Era un político de línea dura formado en la KGB .Era tan duro que no asistió al entierro de su primer hijo, con quien tenía diferencias. Pero, como afirman algunos especialistas, la personalidad tiene múltiples aristas: escribía versos de en vez en cuando. Sin embargo lo que me llamó poderosamente la atención era su convicción de que un gobierno socialista no podía mantenerse si existía libertad de expresión. Mlechin afirma que esa tesis de Andropov quedó comprobada con la prestroika: en cuanto Gorbachov permitió que la gente hablara libremente se derrumbó la Unión Soviética.

Ayer los periódicos reseñaron los 150 años del nacimiento de Vladimir Ivanovich Nemirovich-Danchenko, uno de los fundadores del teatro ruso. La sección cultural del diario Izvestia escribe: “El gran director de teatro encontró rápido la forma de dialogar, a diferencia de otros, con el casi siempre criminal gobierno soviético”

Vamos al mercado para comprar lo necesario y celebrar la navidad a la venezolana. Pedazos de carnes, conejos, ovejos y aves sacrificados cuelgan al aire libre, cubiertos de nieve.
En la noche nos reunimos alrededor de una mesa con hallacas, pan de jamón y ponche crema.

JUEVES, 25 DE DICIEMBRE

6 grados bajo cero.

Camino por el bosque y llego hasta una pequeña iglesia. Una viejita me dice que es un templo nuevo llamado de Santa Anastasia. Pregunto si es en honor a Anastasia ,la hija menor del último zar. No, responde, se trata de Anastasia la mártir cristiana romana, la médico que murió en el 304 en manos de Diocleciano. Hay otra Santa Anastasia, sigue la anciana, la que acompañó a San Pablo y fue martirizada antes; pero esta casa de Dios es por la primera que le digo. Buena aclaratoria Hay servicio. A diferencia de nuestros templos católicos, en los ortodoxos las misas se celebran siempre de pie. No hay asientos, pues. Veo a muchos ancianos, pero también hay muchachos y muchachas. La misa, siempre en forma de cantos, no pasó de 25 minutos .El pope es un hombre joven con barba. Viste una sotana blanca, sobre la cual lleva una capa dorada. Lee la Biblia, o mejor dicho la canta, de espaldas al público, y se voltea sólo para bendecir con el incienso, el cual repone de en vez en cuando otro joven con sotana, pero sin barbas. Los presentes se persignan inclinando el dorso con un ángulo que sobrepasa los 90 grados. El pop finalmente nos da la cara y se despide con una bendición. Salgo y noto que de la espesura del bosque camina un viejito de barba muy larga y blanquísima. Le acompañan dos perros que se revuelven en la nieve, como los nuestros lo hacen en la arena. En la tarde, Natalia, Natalí y yo vamos a una excursión por la ciudad en bus. El guía nos muestra lo que considera históricamente relevante: la iglesia donde rezó el general Kotuzov antes de enfrentarse a Napoleón en 1812 y el monumento de Borodinó en honor a esa victoria de los rusos sobre los franceses; la casa donde se organizó el vals para celebrar la huida de Bonaparte; el Museo de la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial); la estatua de Lomonosov en la universidad que lleva su nombre; los 14 kilómetros de la avenida Lénin ; Gagarín lanzándose al espacio; y las casas lujosas de los ricos. Ahora lo reconocen sin tapujas: hay ricos. ¡Tanto nadar para ahogarse en la orilla!: la revolución comunista quiso eliminar las clases, pero no pudo en 70 años. Siempre existió una clase rica solapada (oficialmente todos eran iguales), la llamada nomenklatura o comunistas puros. Puros corruptos revolucionarios. El guía pide ver con atención las construcciones y explica que ahora hay diferencias notables en las viviendas de acuerdo a los gustos y posibilidades económicas. Ya no hay argumento para otra Ironía del Destino, remata. Se refiere a la famosa película con ese nombre del director Eldar Riazanov, el mismo de Moscú no cree en lágrimas. El film en cuestión, un clásico navideño infaltable en la televisión rusa, cuenta la historia de unos amigos que se reunieron el 31 de diciembre en un baño de vapor moscovita. Uno de ellos debe viajar a su casa en Leningrado. En la borrachera sientan en el avión a uno que se duerme, pero no a quien debe volar. Al llegar a Leningrado el hombre despierta y le pide a un taxista que lo lleve a la dirección tal. Busca su edificio, encuentra su apartamento y lo abre. Pero allí vive una mujer a la que el moscovita considera una invasora. Vienen muchas escenas de fino humor que terminan en la aclaratoria y en el romance, por supuesto. Riazanov quiso criticar esa manera soviética de planificación urbana de igualitarismo extremo: no sólo coincidían en distintas ciudades los nombres de las calles y el aspecto de los complejos arquitectónicos, sino también hasta los números las de las casas y sus respectivas llaves.
Terminamos el recorrido en la Plaza Roja, donde hay fiesta con música y muchas figuras de cartón de príncipes, bagatires rusos y otros personajes famosos para fotografiarse y destornillarse de la risa.

VIERNES, 26 DE DICIEMBRE

11 grados bajo cero.

La nieve sobre el suelo se ha convertido en hielo muy duro y resbaladizo. Dos hombres hacen comentarios sobre mi chapka (gorra grande que cubre la cabeza y parte de la cara)con ironía porque consideran que no hace tanto frío. Allá ellos que están borrachos y son muy osados (de la palabra oso) y salen con la cabeza descubierta. Yo también lo hacía cuando era joven y me echaba unos tragos de vodka. En el Metro una valla publicitaria muy colorida contiene una serie completa de matriozkas con la inscripción: “El amor a la patria empieza por la familia. F. Bacon”. Un virtuoso toca el violín con un serrucho, y le sale una música bella y triste. Un poco más allá, un hombre con tacones danza a la española.
Vamos a la Plaza Roja, donde el alcalde de Moscú, Luzhkov, inaugura oficialmente las fiestas de navidad y año nuevo. Dijo, acompañado de Ded Moroz (San Nicolás) y Snigurochka (La Niña de las Nieves), que la navidad es una maravilla especialmente para los niños. (Antes, en el socialismo, era un invento imperialista y no se celebraba). Luego encendió las luces de un árbol, adornado con muchos juguetes y bombillas, colocado cerca del público. El árbol de navidad fue prohibido por los bolcheviques, quienes lo catalogaron de vestigio religioso del capitalismo. En 1935 algunos comunistas ucranianos convencieron a Stalin para que permitiera su vuelta a las casa y en las calles. El árbol regreso para acompañar la fiesta de año nuevo, pero sin la navidad, la cual volvió con la desaparición de la URSS.
Unos conjuntos infantiles animaron la velada con cantos y bailes. En otro lado de la Plaza Roja están los dobles de Lénin y Stalin. Les pregunto por Breznev, quien también se aparee de en vez en cuando, y contestan que no lo han visto hoy. Tenía razón Marx, cuando corrigió a Hegel , quien dijo: “la historia se repite”. El de Treveris agregó: “La primera vez la historia es en serio, la segunda sucede como parodia”.
Enrumbamos nuestros pasos hacia el Museo Chejov de Teatro. Allí se exponen las vestimentas originales de muchas obras teatrales usadas para el estreno, como Las Tres Hermanas, El Jardín de los Cerezos y Los días de los Turbín, esa pieza de Bulgakov sobre el enfrentamiento entre rojos y zaristas durante la revolución, y a la que Stalin asistió más de cincuenta veces para recordar sus momentos gloriosos de bolchevique triunfador.
Están también los sillones, desde donde dirigieron sus representaciones Stanislavski y Nemorovich- Danchenko, los innovadores del teatro ruso. Una de las joyas del museo es el baúl que usaba Chejov para sus viajes, y que llevó incluso a la isla de Sajalín, donde realizó una investigación médica.

SÁBADO, 27 DE DICIEMBRE

Ayer probamos un vino de cerezas y nos acostamos en la madrugada. Los árboles amanecieron cubiertos de escarcha brillante. Hay un sol muy luminoso, pero que no calienta. Camino hasta la librería de la Iglesia de Santa Anastasia y compro una biografía espiritual de Gogol .En el 2009 se cumplirán 200 años del nacimiento del escritor, y en cierto modo hay una gogolomanía : en muchas tiendas se venden sus obras y los periódicos escriben sobre su vida.
Danil Granin, un escritor que fue no muy bien visto por el poder soviético, dice: “Callar es la forma más cómoda de mentir y de hacer buenas migas con la conciencia. Deja el pícaro derecho de reservarse una opinión propia, y la posibilidad de expresarla en algún momento; pero no ahora…”
Reviso Literaturnaia Gazieta, el periódico de los escritores rusos. Fue fundado en 1830 por Alexander Pushkin, el padre de la literatura rusa. No se exactamente hasta cuando se publicó; pero en 1929, Maxin Gorki, el creador del realismo socialista, lo retomó. Noto en sus páginas mucha poesía; y esa poesía sigue siendo rimada…

DOMINGO, 28 DE DICIEMBRE

10 Grados bajo cero.

Muy temprano vamos al cementerio de Javanskoe para visitar la tumba de María Estepanovna, la madre de Natalia. Compramos flores en número par de acuerdo a la tradición rusa. En número impar es para obsequiar a los vivos. El paisaje es desolador. Las tumbas son cúmulos de nieve. Algunos copos se mueven, de en vez en cuando al soplo de los vientos, y desprenden estrellas que pasan a cubrir los cuerpos de unos perros. Los canes sumergidos en sus lechos gélidos duermen plácidamente. Un poco más allá del cementerio hay una iglesia dedicada a San Juan Bautista. En el centro, en una caja de madera destapada, reposa el cadáver, extremadamente delgado, de una anciana. Unos pocos familiares la acompañan.

Nos trasladamos hasta la exposición permanente VDNJ, la cual representaba los logros de la economía socialista. Todavía se llama así, pero fue convertida en centro comercial con algunas muestras museísticas que no tienen nada que ver con el socialismo. En la entrada aún se conserva una estatua de Lénin. Visitamos el Museo de Cera de San Petersburgo. En tamaño natural están las figuras de Pútin, Medvedev, Breznev, Pedro El Grande, Leonardo, Nefertiti y hasta de Hitler. Interesante: en Alemania un ciudadano destruyó el muñeco de Hitler por considerarlo una afrenta a la humanidad , una inmoralidad. Sin embargo, aquí, el país que pagó más caro las aventuras hitlerianas con millones de vidas, el monigote del fuhrer se pasea de una ciudad a otra como si nada. Desde el punto de vista médico me llaman la atención algunos personajes con deformaciones congénitas: una mujer con cara de cerdo, un hombre con dos cabezas, el hombre con un cuerno…

Continúa el concurso para seleccionar a un personaje histórico con quien se identifique más la nación rusa. De varios centenares han quedado unos pocos: Iván El Terrible, Pedro El Grande, Catalina II, Alexander II, Lénin, Stalin, Suvorov , Alexander Nevski, Stolipin, Mendeleyev , Pushkin y Dostoyeski.

LUNES, 29 DE DICIEMBRE

6 grados bajo cero.
Ayer se decidió el personaje que más representa a Rusia: Alexander Nevski, príncipe ruso de la Edad Media que derrotó a los suecos y a los caballeros teutónicos. La primera victoria la alcanzó cerca del río Neva, y de allí lo de Nevski. Es un héroe casi mitológico. La iglesia ortodoxa lo canonizó. Pero lo curioso es que Stalin ocupó el tercer lugar. La periodista Elena Iampolskaia escribe un artículo sobre el asunto: Bronce para Stalin, ¿Bien o mal? Dice que la gente que votó por Stalin lo hizo porque no está de acuerdo con el orden liberal actual y quiere una Rusia fuerte, poderosa interna e internacionalmente. Afirma que esos rusos prostalinistas no se detuvieron en el lado moral cuando apoyaron al genocida , sino que prefirieron quedarse con el factor pragmático. La medalla de bronce para Stalin, con pocos votos de diferencia del primero y el segundo, dice la articulista, es una mala señal para Occidente, que puede asociar esa selección como una muestra de las ambiciones imperialistas de Rusia.

En la tarde vamos por alimentos. Caminamos a través del bosque. Regresamos en un taxi pirata. El conductor afirma que ahora hay todo tipo de mercancías en las tiendas. Hay más riqueza material, pero más pobreza espiritual y menos felicidad. Culpa a la guerra en Afganistán por la caída de la URSS. Critica a la juventud actual que piensa que lo importante son las cosas: “No leen, no van al teatro, no escuchan música clásica. Todo eso explica que en la Rusia de ahora hay más suicidios que en la socialista”, concluye.
En la noche hacemos lo más natural: bebemos vodka.

MARTES, 30 DE DICIEMBRE

2 grados bajo cero.

Vamos a la calle Arbat. Un viejito solitario toca el acordeón. Otro, con un parecido físico extraordinario con San Nicolás, vende sus obras artesanales. No hay buhoneros como antes. Le pido a un pintor que me haga un retrato. Debo estar sentado, pero como sopla un viento fuerte, afirma que lo hará en cinco minutos. Serguei, así se llama el pintor, dice que los buhoneros fueron expulsados por el alcalde, porque colocan el rostro del presidente en las matrioshkas. Bromea, pienso. En realidad, creo, es una petición de los comerciantes que tienen sus tiendas en el boulevard para evitar una competencia con los que no pagan impuestos. Capitalismo, pues. Serguei prosigue: “Ahora me siento más libre, cierto, hay menos cultura, pero eso a mí no me importa. Me importa sólo mi trabajo”
En Arbat veo pocos poetas. Antes los había por montones recitando sus versos. Entramos en un restaurant chapado a la antigua, el Rus. Tiene chimenea y sus mesas son acuarios. Sirven sólo comida típica rusa. De regreso compramos un pino para colocarlo como arbolito navideño.
Por tv conversan sobre Plejanov, quien dijo que la revolución de los bolcheviques era un error de la Historia y vaticinó su fracaso. Aparece en la pantalla un cintillo con un letrero interesante: “Son la diez de la noche.¿Están sus hijos en casa?”
MIERCOLES, 31 DE DICIEMBRE

Natalia y yo vamos por lo necesario para cubrir la mesa de año nuevo. Natalí y Valia adornan el arbolito. A las 10 de la noche partimos para la Plaza Roja. El paso es limitado. Hay dos controles estrictos por lo del terrorismo. Las bebidas alcohólicas son prohibidas. Recuerdo que durante el socialismo recibir el año nuevo en la Plaza Roja era una sola borrachera. Ded Moroz, el San Nicolás ruso, anima la velada que transcurre con bailes típicos rusos. Ded Moroz habla hasta por lo codos. Debe tener unos tragos demás. Luego en una pantalla gigante habla Medvedev, el presidente. El reloj del Kremlin da las doce campanadas y todos gritan c novin godon, feliz año.


2009

JUEVES, 1 DE ENERO

Regresamos a casa. En los pasillos del Metro los indigentes duermen en el suelo junto a los perros callejeros. Unas mujeres, con botellas de champaña en mano, cantan estridentemente el himno nacional, pero el soviético. ¿Nostalgia? Sopla un viento muy frío y el suelo se ha congelado. Fuegos artificiales se disparan desde los balcones. Celebramos hasta el amanecer.
Me despertó el teléfono. No tengo idea de la hora. Llama Valentín Vasilevich , el padre de Lida, desde Siberia. Me habló de su dacha, de los ladrones que no lo dejaban en paz. Dice que hace un frío terrible, pero que se las arregla con su chimenea y con dos tragos de vodka. Tiene casi 80 años y está semiparalizado después de un accidente cerebrovascular…

VIERNES, 2 DE ENERO
15 grados bajo cero.
Voy al templo de Pedro y Pablo en la región de Iasenevo. Data del siglo XIV cuando fue construido de madera. Iasenevo era un caserío cerca de Moscú perteneciente a un príncipe en 1331. Luego Iván El Terrible lo adquirió hasta que llegó a manos de Pedro El Grande, quien desde niño lo visitaba con su padre. La iglesia fue sustituida por la actual, de piedra, y en estilo barroco en 1753. En 1822 en este templo se casaron María Volkonskaia y Nicolai Tolstoy, padres del gran escritor Lev Tolstoy. En 1930 Stalin cerró el templo y lo convirtió en un depósito para las granjas agrícolas. Fue restaurado en 1976, y en 1989 fue regresado a la iglesia ortodoxa. El templo conserva parte de los restos de algunos preclaros hombres de la iglesia: los apóstoles San Andrés y San Lucas, San Cosme, San Damián y otros.
Me paseo por las dos salas amplias del templo. El pope, un anciano de larga barba y con sotana amarilla, sostiene un crucifijo en sus manos. Hay una cola para besarle las manos y el Cristo. Hago lo que todos hacen, tal vez, por la recomendación de hacer lo que uno ve a donde llegue.
En las afueras un pope joven, con sotana negra, pasea a su hijo en un coche. Lo acompaña su esposa. El día es claro. La nieve cruje bajo los zapatos.
A las 4 de la tarde vamos a la casa de Katia, la hija de Serguei. En bus viajamos hacia el oeste de la ciudad. El paisaje lo conforman árboles desnudos cubiertos de nieve, aunque también hay pinos con sus hojas verdes. Una media luna nos acompaña durante el recorrido. Veo un gran aviso con el rostro un revolucionario barbudo conocido por todos y un letrero: VENTA DE AUTOMOVILES COMADANTE CHÉ GUEVARA.
Llegamos a una urbanización que parece un pueblo aparte, pero es una región de Moscú. Tolia, el esposo de Katia, descorcha una botella de vino tinto y habla de la felicidad: en el socialismo la felicidad tenía límites, todos eramos iguales y las metas estaban preestablecidas; ahora, en el capitalismo, no somos iguales, las metas no están claras, por eso la gente es menos feliz y se suicida más .Termina su exposición afirmando que estamos en la Rusia de las novelas de Gogol, Dostoyeski y Tolstoy.

SÁBADO, 3 DE ENERO

15 grados bajo cero.

Hay una tormenta. El viento arrastra con fuerza porciones de nieve que se incrustan en los árboles. Los caminos desaparecieron. En la entrada de la residencia, dos viejitas conversan sentadas en un banquillo. Les oigo decir que no se imaginan la vida sin el invierno ruso, sin la nieve. Antes de salir muevo el control de tv. Un hombre explica porque todavía se pasan películas soviéticas: la industria de cine actual no produce lo que producía la socialista y por lo tanto no se da abasto. Un arquitecto se queja por la destrucción de monumentos históricos en los últimos 5 años para construir centros comerciales. Interesante lo que dice el diputado Zhirinovski. Él y su grupo parlamentario intentan aprobar una ley para limitar el número de escaños por partido en la Duma. No debe sobrepasar el 40 %. Luego remata: “No hay en Europa un parlamento en el cual un partido tenga más del 40 % de los diputados. Porque tienen leyes que restringen la cantidad de representantes para evita la hegemonía. Cuando hay monopolio de un partido no hay progreso”.
Natalia, Natalí y yo vamos al Park Kulturi. Jóvenes patinan y esquían. Muchos pinos conservan su verdor. En los espacios semicerrados los pintores exponen sus obras sin muchos espectadores. Caminamos hasta Arbat . Pasamos por la casa donde vivió sus últimos años Gógol. Una placa y un monumento recuerdan al escritor. En el sitio de Nikiski Borota entramos a la iglesia del Reverendísimo Fioder, un santo nacido en Constantinopla en el siglo VIII. La iglesia fue construida en 1626. En este templo fue bautizado, se casó y solía rezar el Generalísimo Alexander Suvorov, gloria y orgullo del ejército ruso: jamás fue derrotado, a pesar de que combatió innumerables veces en Europa. En 1927 la revolución expropió el templo para derrumbarlo. Se lo asignaron a una institución científica. En 1991 fue devuelto a los ortodoxos.

Cerca está el Gran Templo de la Ascensión del Señor. Fue levantado en 1619 de madera. El Mariscal Potemkin lo empezó a reconstruir en piedra, pero no pudo ver su obra porque murió en 1791. Pushkin se casó con Natalia Goncharova en 1831 estando el templo aun en construcción. Los supersticiosos han encontrado algunas señales negativas para el poeta, quien no tenía dinero para comprarse la vestimenta necesaria y le pidió prestado el frac a un amigo. Con ese frac enterraron a Pushkin. Durante la ceremonia nupcial sopló un viento fuerte que le tumbo la vela al novio, quien después rozó una cruz que se fue al suelo. Más tarde, en el intercambio de anillos, uno se cayó. El bardo estaba pálido, dicen, tal vez por los sucesos premonitorios: el matrimonio no funcionó y los celos terminaron en el duelo fatal que lo llevó a la tumba. El templo se terminó en 1848 y fue cerrado en 1931 por los comunistas. No lo derrumbaron por respeto al padre de la lírica rusa, pero quemaron las imágenes y lo usaron como depósito para cajas, y hasta de garaje. El campanario lo echaron abajo y en su lugar hicieron un jardín con la estatua del escritor Alexei Tolstoy (famoso por su trilogía sobre Pedro I), quien vivía frente a la iglesia.
En la tarde llegamos a Arbat. Buscamos a un pintor para el retrato de Natalí. Encontramos a un gigantón uzbeco, quien vive con sus otros compañeros en los sótanos sucios y fríos de unos edificios abandonados. Resultó un nostálgico del socialismo (su país quedó sin la asistencia rusa), un mal hablado y un peor artista del pincel. En la noche celebramos el cumpleaños de Natalí con caviar, vodka y champaña.
DOMINGO, 4 DE ENERO

19 grados bajo cero.

Unos pájaros cantan por la ventana. Veo unas películas soviéticas. Todas con el mismo argumento revolucionario: buscan a los traidores a la patria. Pienso, retrospectivamente, que más rápido los hubiesen encontrado con solo mirarse en un espejo, pues se acusaban los unos a los otros. Nos paseamos por las estaciones del Metro, que son verdaderos museos. El río Moskvá está congelado. Una mujer embarazada entra al vagón con un niño en sus manos. Suplica limosnas. Con ese cuadro patético nunca me encontré en la Rusia socialista. En la estación del Metro Ploshad Revolutsi (¡Todavía se llama así!) está una estatua, entre muchas hermosas de bronce, de un soldado con un perro. Todos pasan y tocan el perro. Lo acarician suavemente y siguen. Es un rito, una manifestación del carácter religioso de los rusos. Yo también lo hago. Las caricias han dejado su huella sobre el perro y es notable la erosión en la anatomía metálica del animal. Hay una estación en honor a los guerrilleros soviéticos de la Gran Guerra Patria, como llaman los rusos la segunda guerra mundial. Se denomina Partizanskaia. Allí está una estatua enorme de Zoia Kosmadamianskaia, una heroína que recuerda lejanamente a Juana de Arco. En las aldeas los alemanes vivían en las casas de los rusos, sobre todo en el periodo de las nevadas. Stalin emitió un ukaz de tierra arrasada contra el enemigo. Zoia cumplió el decreto al pie de la letra: quemó los ranchos en los campos para que los alemanes se murieran de frío. Pero, claro morían también los rusos dueños de las moradas. Los alemanes la colgaron. Ahora que la historia es revisada (siempre será revisada, nadie nunca escapará de ese juicio) muchos opinan que no reúne lo requisitos para que se le venere como heroína, pues la tal Zoia fue entregada a los alemanes por los propios rusos que veían en ella un azote que los dejaba sin abrigo en pleno hielo invernal. Además,muestran hasta sus historias clínicas de paciente siquiátrica para desacreditarla.

LUNES, 5 DE ENERO

14 grados bajo cero.

Un gorrión salta de un árbol a otro. El gorrión tiene el mismo color grisáceo de los árboles desnudos. El ave se posa sobre la nieve y luego vuela hasta su nido sobre un abedul muy alto.
En la noche vamos al restaurant Glavpivtorg. Está ambientado en los años setenta y ochenta del siglo XX, y la música es de esa época. Sirven una bandeja de tragos que llaman la locomotora: infusiones alcohólicas y vodkas de distintos sabores. Lida, Katia , esposa e hija de Serguei, respectivamente; Natalia, Natalí y yo brindamos por la navidad que se va, por el invierno ,y porque son otros tiempos mejores sin persecuciones políticas y colas enormes en los mercados. Por los ventanales se ve la nieve caer bajo una luz tenue. El termómetro de la calle marca 20 grados bajo cero. La gente camina apresurada. La orquesta toca la Bamba en perfecto español. En el segundo piso hay una biblioteca, porque se supone que el bar es para intelectuales, gente de trabajo, pero del siglo pasado. Allí están las obras de Marx y Lénin; y es casi seguro que están solamente en este sitio público cumpliendo la función decorativa que les impuso la rueda dialéctica de la historia de la que tanto hablaron ellos. De regreso caminamos un largo trayecto hasta el Metro. Una placa recuerda que allí trabajó Andropov, uno de los últimos jerarcas soviéticos. La KGB está del otro lado de la calle. En el medio está la redoma donde una vez estuvo imponente la estatua de su fundador, Félix Dezhenki .Ahora allí hay una piedra que simboliza las cárceles de los reprimidos en la era soviética. Por supuesto, la piedra no está sola: un arbolito navideño la acompaña.

MARTES. 6 DE ENERO
13 grados bajo cero.
Hoy se celebra la navidad ortodoxa. Los templos están llenos de feligreses. La televisión muestra las peregrinaciones y se habla de la unidad entre el gobierno y la iglesia. Los políticos, diputados, artistas e intelectuales hablan de la importancia de la fecha para la nación. Todos, o casi todos , están de acuerdo en que el cristianismo es muy necesario y destacan su vital papel en el desarrollo cultural y espiritual del pueblo ruso.¡ Qué tiempos aquellos cuando la religión era el opio del pueblo!

MIERCOLES, 7 DE NERO
11-13 grados bajo cero.
La mañana es oscura. Lida, Natalia, Natalí y yo vamos a la estación de trenes Iaroslavski. Nos dirigimos a Serguei Posad, un sitio famoso de peregrinación visitado por miles de creyentes y turistas .El lugar está dedicado a San Sergio, quien lo fundó en 1337 como un exilio espiritual, luego de la invasión tártara. Los bolcheviques le quitaron ese nombre y le pusieron el de uno de sus compañeros revolucionarios: Zagorsk. .Pero las cosas vuelven a llamarse como siempre se llamaron. Por altavoces anuncian las medidas que deben tomar los pasajeros para advertir posibles ataques terroristas.
Nuestro tren se desplaza a través de un bosque de árboles semidesnudos cubiertos de nieve. Sobre un puente unos hombres pescan. Lanzan sus anzuelos sobre un río congelado parcialmente: pedazos de hielo se combinan con pequeños pozos de agua. Muchos trenes pasan al lado del nuestro en distintos sentidos. Hay unos espacios claros con abundante nieve. Nos acercamos a un pueblo. Entre unos pinos verdes está una pequeña iglesia . El viento sopla fuerte y la nieve vuela hasta los techos de las casas. El humo sale de algunas chimeneas. Pasamos por ciudades no muy grandes: Pushkino, Pravda. Viene un bosque intrincado de pinos y abedules. Afuera hace mucho frío. Eso se deduce por la vestimenta pesada de la gente que vemos. La calefacción del tren es muy buena. El cielo grisáceo y triste de pronto es atravesado por una bandada de pájaros. Sorprende un grafiti en un pared con una hoz y un martillo. Aquí los comunistas volvieron a su etapa inicial revolucionaria clandestina en un irónico giro del materialismo dialéctico: lo único eterno es el cambio, nada es para siempre. ¡Vivan Hegel y Marx¡
Sobre los lagos congelados los muchachos juegan, patinan y esquían. Otros se desplazan en trineos movidos con velas, como carabelas, aprovechando los vientos fuertes.
En Serguei Posad hay muchas iglesias. En el 1380 el príncipe Demetrio del Don visitó a San Sergio para pedirle la bendición antes de partir a Kulikov, donde derrotó a los tártaros. Desde entonces el monasterio es considerado sagrado y cada ruso lo visita por lo menos una vez en la vida.
Los popes cantan misas y reparten la prosvirka, una bebida equivalente a la hostia. Me ofrecen una taza y compruebo que es vino tibio con agua. En los patios el viento sopla fuertemente. Allí está la tumba de Boris Godunov, el zar que usurpó el poder e inspiró una obra trágica a Pushkin y también una opera a Mussorgski. Recuerdo a Gogol, quien hizo una visita a Seguei Posad para rezar por la salud de su madre. En muchos de estos monasterios el escritor recogía piedras para conservarlas como reliquias. Tomo del suelo un pedazo de ladrillo desprendido de uno de los viejos templos. Las palomas se acercan a los visitantes en busca de comida. Son tan mansas que se posan sobre nuestras cabezas y en las manos. De un pozo la gente toma agua que vierte en botellas. Tiene propiedades curativas, dicen.
Regresamos en bus. Presto atención a las casitas rodeadas de sosulki o carámbanos y que le dan un aspecto de reja al revés.