DIARIO DE VERANO
MOSCÚ
Dedicatoria: A NATALIA EN SUS CINCUENTA AÑOS
2006
17 DE AGOSTO
Partimos
de San Juan de los Morros a las seis de la mañana con la duda del pasaporte de
Natalia que no tuvo tiempo de obtener el documento venezolano. Viajamos
Natalia, María , Natalí y yo. Alexander
nos hace la carrera hasta Maiquetía. En el aeropuerto resolvemos el problema:
se puede salir con un pasaporte ruso si vas para Rusia. A las cinco y treinta de la tarde el avión de
Lufthansa alza el vuelo. Hace 15 años, cuando salimos de la Unión Soviética , la Perestroika avanzaba y
no se sabía hasta donde llegaría.. La
URSS se desintegró, por lo tanto salimos de un país
socialista y regresábamos a uno
capitalista.¿ Cómo será todo ahora? , me preguntaba constantemente, y una mezcla de sentimientos encontrados me
acosaba. ¿Será mejor ?, ¿ Y los valores socialista? ¿ Y la unión eterna de los
países hermanos? ¿ Y la solidaridad internacional? .En los casi 13 años de
permanencia en Moscú me acostumbré, de alguna manera, al orden soviético, que todos denominábamos
socialista, con sus aspectos buenos y malos.
Son
casi 10 horas de vuelo entre Caracas y
Alemania. En el avión tenemos 24 programas de música, una película tras otra y
muchas revistas para leer. Todo para matar el tiempo, aunque, como decía
Cioran, el verdadero matador es el tiempo. Nos reciben con un desayuno y
bebidas alcohólicas: vino, cerveza y whisky. Me duermo y sueño que el avión cae violentamente. En realidad es una
turbulencia y todo se estremece. Llegamos a Francfort del Main a las ocho de la
mañana, hora de Alemania. En Caracas son las dos y media de la madrugada.
Esperamos un rato en una sala y luego nos
subimos en otro avión que en menos de tres horas nos llevará hasta Moscú.
VIERNES,
18 DE AGOSTO.
Son las
cuatro de la tarde cuando llegamos a Moscú. Nos reciben Serguei, hermano de Natalia;
su hija Valia y el esposo de ésta, Alexei. En un rato estamos en Tiopli Stán ,
la urbanización donde vive Serguei. El nombre de ésta región es una paradoja:
puede traducirse como “cálido campo”, pero en invierno es una de las más frías.
Nos
sentamos a una mesa bien servida con mucha vodka y cervezas. Estuvimos
comiendo, bebiendo y conversando hasta la 5 de la mañana. Reímos pero
también lloramos.
SÁBADO,
19 DE AGOSTO.
Son casi
las once de la mañana, exactamente las diez y cuarenta y cinco y soñé que estábamos en la casa de Natalia en
Ploshad Noguiná , cerca de la Plaza Roja
y en tiempos de estudiante.
Todos están durmiendo. Durante la noche llovió
un poco. La mañana es fresca. Por las ventanas se observan muchos árboles y
sobre ellos las palomas revolotean. Por la conversación de ayer concluyo que
los rusos (al menos los de la familia de mi esposa) están muy contentos con el
cambio de sistema. Pueden decir los que le da la gana y nadie los acusa de
antisovietismo y traición a la patria. La economía libre hizo aparecer todos
los productos alimenticios, y en general cualquier cosa que antes era “dificit”,es decir no había o estaba en las
catacumbas del mercado negro. Las
tiendas de comestibles, antiguamente del Estado y por lo tanto socialistas y
casi vacías, están ahora bien surtidas y muy limpias. Las marcas de cervezas y vodkas (antes no pasaban de tres ) ahora
son de muchas clases, tipos y calidades; y son tantas, con botellas distintas en tamaños y formas y
presentaciones llamativas que su sola observación en los estantes abruma los
sentidos. El kvas, la bebida refrescante
nacional rusa elaborada con pan negro, servida antes en vasos de vidrios que
eran lavados para nuevamente ser usados, ahora se vende en latas y botellas
desechables. Algunas tiendas trabajan toda la noche.
Por
televisión (ahora hay 16 canales y antes eran 2 solamente) transmiten un
programa especial con motivo del golpe de Estado de agosto de1991. Entrevistan
a los actores de los hechos y una cosa está clara: nadie defiende a la URSS. Todos estaban cansados
del socialismo. Los locutores y animadores de TV llaman ese período “el imperio
soviético”.
Bebo
cerveza con Serguei y así hablamos mejor. Él dice que en cierto modo hay
nostalgia por la URSS
y todos quisieran regresar al socialismo, pero con las comodidades del
presente: la libertad de expresión y la variedad de productos en las tiendas.
Yo le respondo con un refrán muy ruso: la empanada la tienes en la mano o en el
estómago; pero es imposible tenerla al mismo tiempo en una y otra parte.
Le
pregunto por el altar, con íconos y Biblia incluida , en la sala y me contesta
que en cada casa hay uno. Antes a nadie
que estuviera en sus cabales se le habría ocurrido adornar su hogar con
semejantes símbolos religiosos. Los padres de Alexei siendo miembros del
partido comunista se bautizaron a escondidas, y así lo hicieron muchos rusos:
ocultaban sus creencias religiosas y se hacían comunistas por conveniencia.
Ya son
las 8 de la noche pero hay mucha claridad. Así son las noches blancas
moscovitas. El programa Vremia (El Tiempo) le hace una entrevista a Gorbachov
con motivo de los 15 años del golpe de Estado. Afirma que la caída de la URSS es
culpa del partido que no estaba preparado para los cambios que exigía la sociedad. Quiso introducir esos cambios
paulatinamente con la perestroika pero
los golpistas aceleraron las cosas y son los verdaderos culpables del
estrepitoso final del Poder Soviético. Por eso nunca los perdonará.
Informan que los rusos se sienten muy orgullosos de tener libertad de
expresión. Las dos terceras partes de los habitantes de Rusia se olvidó de que
hubo un golpe de Estado.
En
Krasnodar (antes Iekaterinodar) derribaron un busto de Lénin y colocaron uno de
Catalina II.
DOMINGO,
20 DE AGOSTO.
Converso con Katia, la hija mayor de Serguei, y le pregunto si recuerda
algo del socialismo. Responde afirmativamente de manera rápida: “Para mí el
socialismo es sinónimo de colas para hacer cualquier cosa. Nunca se me olvida,
por ejemplo, como una vez estuve con mi mamá en
una inmensa cola muriéndonos de
frío, para comprar salchichas”. Dice esto ingenuamente y se ríe.
En
Moscú las ventanas no tiene rejas, pero las puertas de los bloques
habitacionales tienen claves para poder entrar. Serguei me dice que ese sistema
se implantó después de los actos terroristas que terminaron con la destrucción
de varios edificios.
Son las 9 de la mañana, hace frío y todo está
en silencio. Con Lida, esposa de Serguei, vamos al centro comercial Mega,
parecido a un Sambil. Comemos en un local portugués y luego vamos hasta el
Metro a pie. En la tarde paseamos por el bosque que rodea el apartamento de
Serguei. La temperatura no pasa de + 22 grados. En la noche bebemos cerveza y
hacemos pasapalos con caviar. María y Valia se fueron a la dacha de los padres
de Alexei “a comer manzanas, frambuesas y grosellas directamente de las matas”.
Me dan de probar una bebida llamada Tan, preparada con leche, agua, hongos y
sal. Se aprecia el sabor de la fermentación parecido al suero llanero.
Casi a
las once acompaño a Serguei a un kiosco ubicado en el bosque para comprar más
cervezas, las cuales vienen en botellones de dos o más litros. Serguei comenta
que ahora los rusos pueden ir libremente al extranjero, aunque no pasan del 2 %
los viajeros, pero es síntoma de libertad, y luego agrega mientras coloca en una bolsa unas latas de conserva y unos
quesos: “Antes estos productos no se conseguían en las tiendas para el pueblo,
pero si en los comercios de la nomenclatura comunista”.
LUNES,
21 DE AGOSTO.
La
temperatura es de +17 grados. Vamos a visitar la región donde vivíamos Natalia
y yo que ahora cambió de nombre. Antes era la Plaza de Noguín, en honor a un revolucionario,
pero ahora adquirió su antigua denominación: Kitai Gorod. Cerca está el Hotel
Rossía, el cual están derribando, y un poco más allá está la Plaza Roja. El viejo edificio
donde estaba nuestro apartamento está restaurado y transformado en un hermoso
centro comercial con muchos locales y oficinas. Caminamos hasta el Museo
Politécnico, conocido por sus objetos antiguos relacionados con la ciencia y
sus conferencias semanales sobre diferentes temas .Allí cerca está otro museo
curioso: es de los empaques .En el café Russki Vkus , (El Sabor Ruso), en Plena Plaza Roja, comemos pielmeni (raviolis rusos) y tomamos
café. El mesonero espera la propina y yo recuerdo con sorna la lectura de un
libro soviético sobre etiqueta y moral donde se afirmaba que las propinas eran
llagas características del capitalismo. El autor finalizaba su obra afirmando que si un ruso quería saber lo que
era una propina debía viajar a los países corruptos por el capitalismo. La propina era una realidad en la Rusia
socialista igual que en cualquier parte
del mundo ,pero solapadamente .
Llegamos hasta la
Catedral de San Basilio, la recorremos y luego nos dirigimos
al Jardín de Alexander para contemplar el fuego eterno dedicado al soldado
desconocido. La gente se tira sobre la grama para descansar, y eso antes no era
permitido. Todo es nuevo para mí, veo cosas que eran inimaginables durante el
socialismo: muchos kioskos con todo tipo de comidas, muchos buhoneros con una
gran variedad de souvenires y bagatelas, muchos carritos de perros calientes
con pepsicola y otras bebidas imperialistas.
Caminamos hacia la Casa
de la Amistad
(antes Casa de la Amistad
de la URSS con
los pueblos del mundo), que una vez perteneció al rico comerciante Morozov ,
quien fue unos de los pocos burgueses identificados con los bolcheviques, y cerca de allí veo en una
vidriera una marca de cigarrillos, de las más baratas y baja calidad en tiempos
del socialismo, llamada Prima. Pero es una cajetilla especial, con un nombre
especial y un diseño especial : Prima Nostalgia , toda de color rojo con una
imagen de Lénin en el centro…
Las
calles tienen otros nombres, los establecimientos también. Todo en
correspondencia con los nuevos tiempos que se viven. Llegamos a Arbat, el
boulevar más famoso de Moscú por sus artistas, pintores, poetas , escritores y
ventas de libros y objetos de artes. También allí están los cafetines y
los comercios de souvenires. Compro un
libro de Turguenev que quería leer desde hace tiempo: Notas de un cazador. Un
poeta recita sus versos, un hombre habla de su nuevo libro, un pintor propone
hacerte un retrato, un fotógrafo carga un maniquí de Putin para que aparezca en
un cuadro junto al presidente.
En la
época soviética fue creado un muñeco , para comiquitas y dibujos animados, que
era el más querido de los niños:
Cheburashka. Es una especie de animal parecido a un oso, pero no es un oso,
tiene la cara redonda, los ojos grandes y las orejas enormes. Él es prototipo
de la inocencia para los pequeños, pero un adulto puede ser llamado Cheburashka
de manera despectiva para significar que es un tonto o una persona sin
importancia. ¿Por qué hablo de esto?, bueno, porque veo una venta de franelas y gorras con el rostro del Ché Guevara y la
inscripción: Ché-burashka.
Estoy
aturdido, por lo debo hacer un alto. ¿Qué es lo que queda del Poder Soviético?.
Queda la palabra revolución, empleada como sinónimo de oferta. Por ejemplo, en
una tienda es común observar un cartel sugiriendo la compra de tres artículos por el precio de dos. Antes de
la propuesta se coloca la palabra REVOLUCIÓN.
Queda Lénin para hacerle propaganda a un cigarrillo sin filtro de baja
estofa; y queda el champaña que todavía se llama Soviético, muy bueno por
cierto. Vaya, vaya, el viejo Marx tenía razón: nada es estático, todo es
cambiante, todo es, pues, dialéctico, muy dialéctico. No debo asombrarme, la
teoría se corresponde con la práctica.
Caminamos hacia el Metro. Muchos jóvenes tienen
cervezas en sus manos y beben. Esto era una inmoralidad durante el socialismo.
Observo que se construyen muchas iglesias. Stalin destruyó mil templos. Los
rusos tienen un sentimiento de culpa y
actúan como si quisieran saldar una deuda con la historia , con las
generaciones pasadas. Recuerdo al filósofo Juan Nuño cuando una vez afirmó que
en Rusia las convicciones religiosas
eran más firmes debido a las persecuciones. Converso con la gente y concluyo
que los rusos ya no aceptan la tesis de que su historia comenzó en 1917 con el
triunfo de los bolcheviques. Creen que le deben tanto al zarismo como a la revolución.
Cruzamos cerca de Diestki Mir (El Mundo Infantil) , la tienda de
juguetes más grande de Moscú Desde allí se observa la redoma frente a la antigua
KGB, pero sin la estatua de Felix
Dzerzhisky, el fundador de la policía secreta. Una vez sentí admiración por la
dureza de ese hombre y me conmoví cuando leí
una de sus biografías titulada Felix significa feliz.. Ahora es
detestado por todos.
A las 11
de la noche regresamos al apartamento. Allí viven también dos mascotas: el
perro Elf, negro, lanudo y muy obediente; y la gata Murzia, que maulla
tristemente cuando no están sus amos.
Leo Relatos de un Cazador. En alguna parte Turguenev habla de las
tabernas de aldeas, donde se reúnen los amantes de la caza; del reproche que
alguien hace contra los que matan los pájaros del cielo y los animales del
bosque; y sobre los curanderos, quienes usan las hierbas junto a la oración,
porque nadie fuera de Dios tiene poder
para curar…
MARTES,
22 DE AGOSTO
A las
siete y media salgo a pasear con Elf. Siento frío. La gente camina apresurada
hacia el Metro, pero muchos otros pasean a sus perros por las aceras amplias o
las muchas veredas de la zona boscosa. Brigadas de jardineros podan los árboles
y arreglan las flores, variadas, bellas y coloridas.
Elf me
da una lección: ataca a los perros de su tamaño o a los más pequeños. Cuando es
atacado por un animal más grande se queda quieto, no respira. Sin duda sabe
elegir a sus enemigos. Una anciana lleva con una cadena un perro que parece un
zorro blanco. El perro-zorro se abalanza sobre mí y la viejita me calma: “No se
preocupe no pasará nada, lo olerá nada
más”. Y en efecto así es.
En un
puesto de periódicos compro el Pravda, Izvestia y Konsomolka, diarios que conocía desde mis
tiempos de estudiante. Ignoro sus nuevas orientaciones editoriales. Hoy es día
de la bandera rusa impuesta por Pedro El Grande con sus colores blanco, azul y
rojo. Las dos últimas franjas han servido para tejer todo tipo de suposiciones
con respecto a Miranda y la bandera nuestra.
Visitamos una clínica privada (se llama Oris) que tiene todos los
consultorios de especialistas. La práctica médica privada era inconcebible durante el socialismo.
A la salida comemos chebureki, empanadas
de Georgia , hechas de trigo y con carne de oveja , grandes y grasosas, pero muy gustosas. Pruebo
el Kvas en lata, y es tan sabroso como el producto endógeno en vasos. Tal vez
en lata es más higiénico.
Las Estaciones del Metro ahora están escritas,
además de ruso, en letras latinas. No más falsos nacionalismo, por lo visto, y
las ventanas se abren al mundo. La estación Montañas de Lénin, que es abierta
para ver las colinas, se llama ahora Borobinie, su antiguo nombre.
En el
Libro Médico adquiero un ejemplar de filosofía para médicos, una historia de la
medicina de mi profesora Tatiana Sorokina y un manual de fisiopatología de mi
profesor Victor Frolov. Me agrada que estos textos de mis maestros sean los oficiales,
recomendados por el Ministerio de Educación ruso para las facultades de
medicina.
Almorzamos en restaurant Drova (La Leña ) con pelmeni, torta de manzana y kvas.
Las
propagandas comerciales de TV son interesantes;
por ejemplo, para demostrar la eficacia de un detergente lavan una
franela que dice URSS y tiene la hoz y el martillo. En otro corte comercial
unas mujeres en minifaldas y pantalones calientes recomiendan viagra. Los comunistas hubiesen hablado de traición a la patria en el primer caso , y de
degradación femenina en el segundo.
Ziuganov, el secretario general del partido comunista de Rusia, habla en
el Pravda del trabajo que realizan para “restablecer el poder popular a los
soviets…”
MIERCOLES,
23 DE AGOSTO
Un cuervo se posa sobre un abedul frente a la
ventana. Salgo a caminar a las ocho y quince. Siento más frío que ayer. El bosque está solitario.
Unos hombres están reunidos formando un círculo. Beben vodka y cerveza. ¡ Tan
temprano y ya liban!, pienso. Pero luego razono que es gente sin preocupaciones
y feliz. El fin de la vida es ser feliz y ellos lo son a su manera.
Me
entero que el Pravda, Sovietskaia Rosía y otros periódicos relacionados con el
partido Comunista salen un día si y otro no. Seguramente tienen problemas
económicos o poca aceptación en el público. O las dos cosas juntas. Compro
Izviestia (Novedad). Me río solo al recordar la vieja anécdota: ¿ cuál es la
diferencia entre el Pravda (La
Verdad ) y la
Izviestia ( Novedad) ?. Muy fácil: En el Pravda (La Verdad ) no hay Izvestia
(Novedad), y en la Izviestia
(Novedad) no hay Pravda (Verdad).
Pero la
Izviestia postsoviética es un periódico dinámico
dividido en cuerpos y hasta con horóscopo. Hoy publican un trabajo sobre
Bujarin. La rehabilitación de los llamados “traidores del proceso”, continúa
lenta pero segura. Bujarin fue jefe de redacción de Izvestia, la cual saca a la
luz pública un retrato que permanecía escondido
en sus archivos desde que lo fusilaron en 1937. Dicen que su error fue
querer demasiado al líder, Stalin, a
quien con cariño llamaba Koba en sus cartas.
Una encuesta determina quienes son los enemigos
de Rusia: el alcoholismo (49 %), el imperialismo americano (20 %), la invasión
comercial china (16 %) y el extremismo
musulmán ( 15 %). Durante el socialismo el enemigo principal y causante de todos los males era
invariablemente el imperialismo.
Un
avión que se dirigía de Ucrania a San Petersburgo se estrelló. En el mercado de
Cherkizovski colocaron una bomba los racistas. Los comunistas siguen hablando
de la construcción del socialismo.
Llueve. La lluvia es lenta , menuda y triste como la del otoño
moscovita. Son las doce y no hemos podido
salir por el mal tiempo.
Ya es
de noche y la lluvia no cesa. El
termómetro marca +11 grados. Vamos al mercado Perekrest por comida. Regresamos en un taxi pirata (antes
no eran permitidos). Lida prepara un pargo con manzana y cebollas al horno. Exquisito. Bebemos
cervezas Zigulovski del tiempo soviético y vodka de cerezas que pasamos con
kvas.
JUEVES,
24 DE AGOSTO
La
temperatura está entre +15 y +18 grados.
En mi paseo con el perro noto que la gente está abrigada .Se afirma que
los rusos antes sufrían de estrés por la escasez de productos, y ahora sufren
de lo mismo pero por la abundancia. Por TV invitan a las misas que se harán en
todos los templos de Rusia por la tragedia del avión. Es claro que hay una
fuerte unión entre gobierno e iglesia en muchos aspectos para juntos enfrentar
las diversas situaciones sociopolíticas
como en los tiempos de los zares.
En el
Metro y en otros sitios públicos donde se emplea el micrófono constato que ya no se usa la palabra “tovarisch” (camarada) , sino
“grarzdani” (ciudadano) y “gospadá”
(señores).
Estamos
en la calle Nikolski (antes 25 de Octubre en honor de ese aniversario de la
revolución) y cerca vemos el restaurant “Che Guevara”. Ese restaurant y los
cigarrillos Nostalgia con el rostro de
Lénin me recuerdan a Marx cuando afirmo que la Historia sucedía dos
veces: una vez en serio, y otra en forma
de comedia o parodia. Compramos las entradas para el Lago de los Cisnes. El
Bolshoi Teatro está en restauración. La estatua de Marx se conserva, pero la
estación del Metro ya no lleva su nombre. La cola para ver a Lénin en su
mausoleo ( María y Natali nunca lo han
visto) dura una hora y veinte minutos, pero no está abierto todos los días.
Sigue siendo una atracción, pero ahora de carácter turístico y no
revolucionario. Al salir visitamos las tumbas que están en el Kremlin de
algunos próceres: Gorki, Gagarin, Clara Zetkin (la promotora del día
internacional de la mujer), Stalin, Breznev, y otros.
Pasamos
por donde una vez funcionó la primera universidad de Moscú fundada por
Lomonosov, el Andrés Bello ruso. Los buhoneros venden un souvenir que es una
maravilla de la ironía: un retrete con la siglas URSS (CCCP). Es decir todo el
socialismo era una m…Nunca es tarde para mofarse de los adefesios políticos.
En la
Plaza Roja están Iván El Terrible, Lénin y Pútin, quienes por unos cuantos rublos se
toman unas fotografías con los turistas. Es gente muy parecida a esos personajes y con un poco
de maquillaje se asemejan más. Por ejemplo , el viejito que hace las veces de
Lénin parece una copia exacta del fundador de la Unión Soviética y que conocimos
en libros y afiches. Posa y hace los mismos gestos que le observé en las
películas.
Almorzamos nuevamente en el Drova con caviar rojo, tortillas y jugo de
guindas. Nos colocan una vela en la mesa.¡ Qué romántico es el capitalismo
ruso!
Caminamos cerca
de la Duma
o congreso ruso. El edificio todavía tiene los símbolos de la era soviética, me
refiero a la hoz y el martillo.
En un
programa de TV hablan de las enfermedades de los presidentes: Lénin sufría de
sífilis, afirman. Búnin lo llamaba “calvo sifilítico”. El Doctor Chazov, último ministro de salud
del Poder Soviético, niega ese mal en
Lénin. Es decir, ahora hay discusiones y por lo menos dos puntos de vistas
diferentes. Dicen también que el doctor Vinogradov (médico del Kremlin) le
aconsejó a Stalin unas vacaciones, un descanso; y eso motivó su arresto, porque el
autócrata nunca debía descansar para controlar todo, y con respecto a su salud
la consultaba con un veterinario solamente.. Breznev sufrió varios infartos, a
Andropov le quitaron un riñón y Chernenko se ahogaba por el enfisema. El único
que gozaba de perfecta salud era Kruchov, pero también fue el único destituido
“por razones de salud”, como lo afirmó el comunicada del Partido
Comunista.¡Cosas de los hombres nuevos!.
Creían que sus mentiras eran buenas, y las de los otros, inmorales.
Recuerdan al Secretario General del Partido Comunista de Chile, Luis
Corvalán y de cómo Breznev lo ayudó para que cambiara su rostro con una
cirugía. Un boliviano que estudiaba un
año más adelantado que yo, ahora tiene una clínica privada y practica la
cirugía plástica. Decidió quedarse en Rusia para destruir el socialismo, antes
que regresar a su patria y construirlo.
VIERNES,
25 DE AGOSTO.
Me
despierto al mediodía enratonado. Ayer a las doce de la noche Serguei me
propuso una copa de vodka para dormir. A
las tres de la madrugada llegó Valia con su esposo. Nos sentamos en la alfombra
y a las cuatro de la mañana estábamos terminando la tercera botella de
“kedróvaia”, una vodka agradable de cedro que pasamos con queso y kvas. Paso el ratón con Kumis (leche fermentada de
yegua) y jugo de abedules.
Un día
como hoy en 1944 los alemanes fusilaron al poeta tártaro Musa Dzjalil. Él
escribió: “No temo a la muerte. Hay vida después de la muerte en la conciencia,
en la memoria de la gente. Si hice algo
importante, entonces soy inmortal y merezco vivir otra vida”. En la prisión no
dejó de escribir sus versos:
No me arrodillaré
ante ti, verdugo
aunque soy tu prisionero
esclavo, aquí en tu cárcel.
Llegará mi hora, moriré
pero debes saber: moriré de pie
aunque me cortes la cabeza, malvado.
Ziuganov, el secretario general del otrora
todopoderoso partido comunista, critica el supuesto autoritarismo de Putin.
Olvida que cuando ellos eran gobierno todo el que pensaba distinto era traidor
a la patria y agente de la CIA. Ahora
por lo menos oigo varias opiniones y la
gente se expresa sin temor a ser delatado en la KGB. Ziuganov se alegra y
celebra como un gran acontecimiento la develación de un busto de Stalin en un
pueblo.
Llueve
bastante.
SÁBADO,
26 DE AGOSTO.
Anoche hizo baja temperatura.. Cuando era
estudiante en esta época tapábamos todas las rendijas de los cuartos para que
no se colara el frío. Caminé más de una hora con Elf bajo un cielo nublado
en el bosque oscuro y con una lluvia
imperceptible. Compro Sovietskaia Rossía. Publica varias cartas a Fidel Castro
y hace un análisis político a favor de Irán. Definitivamente se quedaron
anclados en el tiempo.
Visitamos el Instituto Paleontológico Yuri
Orlov . El mismo fue fundado en 1930 y
en 1987 empezó a funcionar como museo. Es el único en su género en Rusia y está
entre los cinco más importantes del mundo. Cada sala refleja una etapa en la
evolución de la flora y la fauna en la tierra. Posee más de cinco mil piezas
naturales: desde fósiles de
microorganismo hasta de mamuts y dinosaurios. En una vitrina están las
vértebras de una ballena que tuvo en sus manos
Pedro El Grande, quien decretó la recolección de curiosidades y objetos
raros. Allí se exponen los esqueletos de los mamut siberianos, símbolos de la
paleontología rusa. La joya es el mamut primegenius o de Trofimov , descubierto
en la Siberia
Oriental en 1842. Llama la atención el dinosaurio americano
Diplodocus Carnegii de 27
metros de largo, el esqueleto de vertebrado de los
Urales (Estemmenosuchus) y los huevos de dinosaurios.
Salimos
del museo hacia la casa de Sacha, una vieja amiga de Natalia. Allí almorzamos
con caviar y vodka. Por supuesto.
Ya en
la casa, Serguei hace la cena: puré de papas, salmón y ensalada. Luego propone
un brindis con un licor de fresa de 38 grados que pasamos con cerveza
“Tolstiak” (El Gordo). A las doce y
media de la noche vamos al bosque por más cervezas. Hay varios expendios abiertos. Mucha gente
deambula, conversa y liba. Nos sentamos alrededor de una mesa, dispuesta
especialmente en el parque para el juego y la bebida. La noche es fresca y
estrellada. Regresamos a las dos de la madrugada para descansar.
DOMINGO,
27 DE AGOSTO.
Me
desperté pasadas las nueve. Camino con Elf hasta el puesto de revistas y me
entero que los domingos no circulan periódicos. Es algo nuevo porque en el
socialismo los vendían. De todos modos me parece interesante: debe haber un día
para descansar totalmente, hasta de las noticias que pueden estresarte. Buena
idea. Veo a mucha gente en las iglesias . Antes todos temían al poder soviético
y sólo asistían algunos ancianos. Ahora asisten a la misa los jóvenes que en
otros tiempos estarían, seguramente, en actividades del Komsomol.
En una
tienda compro la película Corazón de Perro, basada en la novela homónima ( prohibida por
los soviets) de Mijail Bulgakov. Está dirigida por Vladimir Bortko. El profesor
Preabrazhesky , mediante operación convierte un perro en gente. Las glándulas
de un bandido muerto son transplantadas a un perro. El perro evoluciona con las
características del bandido. Luego de su presentación exitosa ante la sociedad
científica, Globito, así se llamaba el perro y así se llama el hombre
nuevo, se convierte en un revolucionario pero con todas las cualidades
marginales del bandido. Su conducta irregular hace que el doctor Preabrezheski
y su ayudante, el doctor Bormental, lo operen nuevamente para transformarlo en
lo que es: un perro. Moraleja: con marginales no se hace una revolución. O como decía Marx :con el lumpemproletariat no se construye el socialismo. Por algo la plana
mayor del partido comunista prohibió la película.
LUNES, 28 DE AGOSTO.
Me despierto a las cinco de la mañana. Leo y
me duermo hasta la ocho. Cuando paseo con Elf, una anciana me detiene para
mostrarme la foto de un perro: “Se me perdió hace varios días”. Le pregunto por
la raza y sin esperar me responde: “Claramente se ve que es callejero”.
Pravda tiene varios días sin salir. Le pregunto al kioskero por la
sede del partido comunista y me dice que no sabe, “ lo preside un tal Zioganov
, pero en general no quiero saber nada de política”. El kioskero es un viejito,
por lo tanto es casi seguro que fue miembro del PCUS. Bueno, todos actúan como
San Pedro, negando conocer al hombre o saber algo de la cosa. Aunque seamos realistas: el viejito es
el amo del kiosko y si los comunistas llegan al poder nuevamente, se lo
expropian con el cuento de la igualdad.
Izviestia publica hoy un cuerpo del New York
Time en ruso. Allí leí una nota sobre el libro de V. Zajarov que trata de la
artista Faina Ranevskaia “Casos, bromas y aforismos”: “No tengas cien rublos,
ten dos amigos”. “Un cuento es cuando te casas con una rana y ella resulta una
princesa. Una realidad es todo lo contrario”. “Cuando tenía veinte años pensaba
sólo en el amor. Ahora mi único amor es pensar”.
No hace tanto frío. Un viento fresco desprende
hojas amarillas de los árboles, semejantes a las que caen en otoño.
Recorremos varias estaciones del Metro que son verdaderos museos.
Entramos a la iglesia de la
Trinidad ; y luego a una farmacia muy distinta, por el lujo ,a
las de antes. En Arbat está una placa que indica la sede de la Sociedad de Médicos Rusos
con la siguiente inscripción: “La naturaleza y la ciencia deben estar a favor
de la humanidad”. Descansamos en una plazoleta con una estatua de Pushkin.
En la noche Serguei propone dos tragos de
vodka para dormir, y sorprendentemente fueron dos tragos nada más.
MARTES, 29 DE AGOSTO
Hace buen tiempo. Camino cuarenta y cinco minutos con Elf. Izviestia
dice que un periódico debe tener tantas opiniones como hechos y que la
revolución es un problema de gastronomía y no de ideología. También hace un
análisis del pasado reciente pero sin revanchismo.
En la tarde estamos en la Plaza Roja.
Un doble de Nicolás II está listo para la foto. Por cien rublos posa con
nosotros. Es un veterano del ejército. Se llama Victor y es muy amable. Comenta
que su pensión no le alcanza para nada, por eso decidió hacer las veces del
último zar de Rusia para explotar su parecido: “Aquí hay cinco Lénin y ningún
Nicolás, pero ahora estoy yo”. Luego añade: “Ahora las cosas son peores sin el
socialismo. A los dobles nos corren los policías y nos gritan que somos una
vergüenza para el país”.
Nos dirigimos al Museo Nacional de Historia.
Está cerrado, como también están cerrados el de Chejov y el Planetario. Vamos
al zoológico y lo recorremos de extremo a extremo. Me llama solamente la
atención la inscripción que tiene la jaula de los guineos: “Estas aves fueron
consideradas sagradas en la antigüedad”. Regresamos a la nueve de la noche muy
cansados. En el camino observo muchos bares con música en vivo. Cerca de una
estación de Metro compro un libro: Filosofía del Siglo XX. La noche es fresca y
clara. Esa claridad hace que una cena sea normal a las once o doce de la noche.
Lida y Natalia preparan hongos silvestres que venden las viejitas en cualquier
esquina. Me niego a cenar a esa hora, pero acepto un vaso de cerveza para
conversar. Vemos por TV un programa que habla de la vida de los jerarcas
soviéticos. Vivian en medio de lujos y
riquezas, disfrutando los productos del imperio;
mientras le aconsejaban al pueblo mantenerse en austeridad, poniendo a raya al imperio, a la espera de la construcción
total del comunismo y de la derrota, no menos total, del mismo imperio. Esa doble moral, plagado de
galimatías, parece ser una constante en determinados “procesos” políticos. Por
otro lado, los comunistas se quejan de que los monumentos de Lenin están siendo
removidos y piden una solución democrática a través de votaciones para indagar
la opinión del pueblo.
MIERCOLES, 30 DE AGOSTO.
Me despierto a la siete y quince. La mañana es oscura y fría. Los
cuervos graznan como en concierto. El viento despega las hojas de los árboles.
Nos dirigimos a mi universidad, ahora llamada Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. En
la Facultad
de Medicina mi tutor, Alexei Frolov, fumando pipa y con bastón, me reconoció
inmediatamente y me obsequió su más reciente libro de ensayos humanísticos. Me
presentó al Consejo Científico y a la gente del decanato, el cual dirige desde
hace veinte años. Esboza una sonrisa y dice: “Cumplí setenta años y lo celebré
por todo lo alto”. Entiendo su sonrisa que se traduce como una victoria sobre
las expectativas de vida pronosticadas hace cuarenta años cuando le
diagnosticaron varias enfermedades graves. Dice que la universidad recibe un cuarenta por ciento del presupuesto del
gobierno y el resto lo producen ellos mismos: “Al principio con la perestroika
pasamos mucho trabajo, ahora estamos bien”. Le pregunto si considera la
situación de ahora mejor que antes y no demora en responder afirmativamente.
Al recorrer la facultad donde estudié constató que nada ha cambiado,
excepto en algunos pequeños detalles. El busto de Pavlov está en la entrada,
recibiendo siempre a la gente con su
rostro pensativo, pero el de Lénin fue removido de la puerta del decanato. Los
profesores son prácticamente los mismos y me da la impresión de que ni siquiera
han envejecido como si hubiesen bebido
el elixir de la eterna juventud. Chibis sigue estudiando los biorritmos del sol
relacionados con la salud, Tolia todavía cree que puede resolver cualquier
problema médico a través de la filosofía, y todo el equipo junto de
fisiopatología se ocupa del funcionamiento del corazón, como siempre.
Voy al rectorado. Svetlana Grigorievna, representante para América
Latina, nos recibe y promete concertar una entrevista con el rector. Salimos
rumbo a la avenida Lénin. ¡Todavía se llama así! Llueve bastante. Compro un
paraguas en el camino. La avenida Lénin conserva su aspecto siempre acogedor,
genuinamente moscovita. El Moskva, que era una modesta tienda en el socialismo,
ahora es un centro comercial de lujo. Pregunto por un telescopio y la vendedora
dice que se venden muchos: “Hay tantas cosas buenas y productos alrededor que ahora la gente quiere ver para arriba”.
Regresamos en un taxi pirata. El chofer dice que como siempre unos están
contentos y otros quejándose. “El socialismo resolvió unos problemas puntuales.
Ahora la tierra que era del Estado se repartió, pero la gente no sabe que hacer
con ella, no tiene medios para trabajarla”.
Algunas notas periodísticas hablan del
aniversario de la creación del sistema de teatros en Rusia , y el primero en el
mundo, según ukaz de la emperatriz Elizabeta Petrovna el 30 de agosto de 1756.
Bebo dos tragos de vodka antes de meterme a la cama para estar acorde
con la costumbre de los rusos.
JUEVES, 31 DE AGOSTO.
Está entrando el otoño. Hace frío. Camino
cuarenta minutos para comprar los periódicos. En una tienda compro un ramo con
muchas rosas rojas para mi esposa.
Celebramos el cumpleaños de Natalia, objetivo principal de nuestro viaje, con
varias bebidas y muchos bocadillos.
Vladi, un amigo de Alexei, que estuvo peleando
en Chechenia habla de la tragedia de esa guerra; Tolia, el esposo de Katia,
conversa de los cambios sociopolíticos, de las matemáticas, la historia, el
enciclopedismo y remata diciendo que en el socialismo la sociedad la movían los
disidentes, que ahora no son necesarios(¿?) porque todo se hace en libertad.
Serguei me dice al oído: “Sabe tanto que el cerebro no le cabe en la cabeza”.
Alexei toma la guitarra y canta composiciones de su propio padre.
VIERNES, 1 DE SEPTIEMBRE.
La mañana es fría y lluviosa, pero salgo a caminar con el perro. Hoy es
un día festivo y se llama del Conocimiento: empiezan las clases en todos los
niveles de educación. En las escuelas de primaria, secundaria y en las universidades se inician las actividades
académicas. Es un día de muchas flores, poesías y discursos con loas a las
ciencias, las artes y el saber en
general. Vamos al museo de Chéjov en la calle Sadovoe-Kudriskoe. Lo creó la
familia del escritor en 1912. Allí vivió Chéjov desde 1886 hasta 1890 y allí
escribió muchos de sus relatos. Se mudó a esa casa en la época cuando no duraba
más de un día haciendo un cuento. “Los escribía con la misma rapidez que un
reportero hace una nota sobre un incendio”, afirmaba el propio escritor. En el
museo están la sala; el cuarto de trabajo, donde Chéjov consultaba a sus
pacientes y escribía sus libros (lo hacía escuchando música, que tocaba en un
piano su hermano Nicolás. La música preferida de Chejov era el Preludio nro 6
de Chopin ) ; y los dormitorios de él y sus familiares. El guía nos muestra el
título de médico obtenido en la
Universidad de Moscú y nos cita unas palabras del escritor:
“No tengo dudas, las clases de medicina influyeron enormemente sobre mi
actividad literaria. Ellas aumentaron el diapasón de mis observaciones, me
dieron muchos conocimientos, cuyo verdadero valor para mí como escritor lo
puede entender sólo un médico…la medicina es mi esposa y la literatura es mi
amante.” Vemos su maletín médico, un mortero
para preparar remedios, una campanita…Más allá una fotografía de Chaikovski,
quien lo visitó en 1889 para agradecerle la dedicatoria del libro Gente Triste.
La biblioteca que una vez estuvo aquí, -dice el guía. Chéjov ordenó entregarla
después de su muerte a su ciudad natal , Tagangor. Luego agrega, mostrándonos
una foto: vean a Chéjov en la clínica atacado por la tuberculosis en
1897…Tolstoy lo visitó y hablaron de la inmortalidad del alma…Salimos del museo
y yo recuerdo unas palabras de Chéjov sobre ese tema: “Creer en la inmortalidad
del alma es una cobardía que reconforta”.
Nos dirigimos al museo de Dostoyeski, en la
calle que lleva su nombre. Es un edificio construido en 1806 como hospital para
pobres, llamado la Casa
de Dios o el Hospital de María, y donde vivió y trabajó de médico el padre del
escritor. En 1812 Napoleón, durante la invasión a Moscú, convirtió el edificio
en su hospital militar. Allí nació Fiodor Dostoyeski en 1821. La infancia de
Dostoyeski se relaciona con este hospital y así lo manifestó en sus diarios.
Sus recuerdos se remontan a los dos años
de edad cuando su madre lo llevó a la iglesia y “observé a las palomas volando
de ventana en ventana”.
El guía nos explica que el
apellido Dostoyeski procede de la comarca Dostoyes en Lituania, adquirida por
un ruso en 1506. En el siglo XVII los Dostoyeski que no aceptaron el
catolicismo huyeron hacia Ucrania. El abuelo del escritor, Andrei Dostoyeski,
era un sacerdote ortodoxo. Fue uno de
los autores de un libro de versos religiosos, uno de cuyos ejemplares
perteneció a Fiodor y se encuentra en el museo, junto a su biblioteca, un
candelabro, su pluma con el tintero, y
el diván que usó para descansar mientras escribía Crimen y castigo.
El director del museo nos invita para que nos quedemos y escuchemos el
concierto de un cuarteto en honor a las festividades por la fundación de Moscú.
La pequeña sala esta abarrotada y ya no hay asientos; pero nos buscan unas
sillas y muy amablemente nos las ofrecen. Escuchamos composiciones del joven
Mozart. A la salida damos un paseo en
tranvía. No llevamos un rumbo preciso, sólo paseamos en ese medio de transporte
, y es claro que nos lleva a otras épocas. La ciudad está adornada con
bambalinas y la gente camina enarbolando banderas…
SÁBADO, 2 DE SEPTIEMBRE
Hoy se cumplen 859 años de la
fundación de Moscú. Por todos lados hay fiestas, conciertos musicales y
competencias deportivas. Las amenazas de lluvias fueron conjuradas: aviones
cruzaron el cielo moscovita y bombardearon las nubes. Fuimos hasta la
Plaza Roja , pero estaba cerrada. Las calles
tienen pocos automóviles. Nos dirigimos a la Galería de Tretiakov fundada en 1856. En mis
tiempos de estudiante la visité varias veces. Además de los retratos de Pushkin, Tolstóy, Dostoyeski y Chéjov me llaman la atención
tres cuadros: los iconos de Andrei
Rubliov; Los bogatires de Victor
Vasnetsov que muestra a tres héroes de la épica rusa y , según los entendidos,
refleja los orígenes, peculiaridades y fuerza del carácter nacional del pueblo
ruso; y el más famoso de Iliá Repin: Iván el Terrible y su hijo Iván. El zar
mata a su hijo, heredero de la corona en un ataque de ira. Por cierto, la
primera vez que miré ese cuadro me impresionó tanto que me hice la pregunta de
por qué lo mató. El guía sabía que los visitantes suelen hacer esa interrogante
y se adelantó a mis pensamientos para
expresar: “Gente mediocre quiere indagar por qué lo mató. En realidad ese
aspecto no es el que quiso transmitir el pintor porque es secundario. Lo
importante es la tragedia reflejada en el rostro de Iván el Terrible. La
tragedia del padre que hiere mortalmente a su hijo e instantáneamente se
arrepiente.”
Bueno, eso es cierto, pero la pintura tiene
tantas interpretaciones como observadores y ahora entiendo que la tragedia está en un cúmulo de razones:
el zar mata a su hijo por considerar los trajes de su esposa (la del hijo) poco
decentes. Por otro lado, Iván el Terrible tenía un humor que los sicólogos
ilustran a través de un hombre con una Biblia en una mano, y en la otra una piedra. Por eso se arrepintió en pleno
acto. La tragedia va más allá para ubicarse en el ámbito de las enfermedades
mentales. Tal vez neurosífilis. Mi profesor de Medicina Forense, Alicievich,
participó en la exhumación de los restos de Ivan El Terrible en el Kremlin y
solía contarnos que en los huesos del zar encontraron mercurio, usado en la
época para tratar la enfermedad venérea, sobre la cual Frolov solía bromear
recordando las palabras de Virchof: “Todas las enfermedades provienen de los nervios,
de los malos momentos de la vida , excepto la sífilis que es consecuencia de un
rato agradable…”
La prensa recuerda al actor Eugenio Leonov, muy conocido por el público
ruso y quien hoy cumpliría 80 años. Murió en 1994. En una entrevista dijo : “Lo
que más aprecio en una persona es su bondad. La bondad activa, es decir, su
disposición a ayudar al otro”. “Todo es perdonable, excepto la traición”. “Dios
está en el corazón de la persona, y eso no le permite , por ejemplo, pegarle a
un perro o maltratar a los padres”.”La felicidad consiste en vivir sin miedo”.
“La familia es la única cosa por la que vivo”.
Vi algunas de sus películas,
pero el especial recuerdo Estación de
Bielorrusia, sobre los veteranos
soviéticos de la segunda guerra mundial.
En el periódico Sovietskaia Rosía (Rusia
Soviética) Zioganov, secretario general del partido comunista de Rusia, en un
discurso, insta al Kremlin a cambiar el
curso del país para volver a los tiempos del socialismo. También escribe un
artículo, que me gustó bastante, sobre el Día del Conocimiento celebrado ayer.
Se titula “Escuela, una gran palabra”.
Lo inicia así: “Del Mundo Antiguo nos viene la palabra escuela. No
existían universidades, no había
institutos, pero existían escuelas. Escuela de filósofos, de matemáticos, de
médicos. A través de los siglos cruzaron
las escuelas de Platón, Pitágoras e Hipócrates. El valor de sus ideas
soportaron la prueba del tiempo” Luego habla de la escuela de la vida, de la
escuela soviética que hizo posible preparar soldados para ganar la segunda
guerra mundial, pero también para ganar otras batallas como la conquista del
espacio, etc…
En la noche vamos al bosque, donde los muchachos hacen una parrilla.
DOMINGO, 3 DE SEPTIEMBRE
Paseo treinta minutos con el perro. Hace
buen sol pero también frío, aunque pasable. En el interior del Metro no noto el
cambio de sistema político: es el mismo Metro con sus estaciones hermosas, sus
mármoles y piezas museísticas.
Vamos al museo de León Tolstoy en la calle Prechistenhka. Es uno de los más
viejos de Rusia y fue inaugurado en 1911; pero funciona desde 1920 en su sede
actual, una casona construida entre 1817 y 1823. Aquí están casi todos los
originales de las obras de Tolstoy, incluyendo un pequeño detalle que nos da
idea acerca de su tenacidad con la pluma : más de cien cuadernos de sus
diarios, que llevó desde 1847 hasta cuatro días antes de su muerte en 1910.
También reposan para impresión de nuestro espíritu diez mil cartas que escribió
a diferentes personalidades y cincuenta mil que recibió…Hay fotos originales
del escritor como un daguerrotipo de 1849, y muchas otras desde ese año hasta
el de su muerte. En una vitrina está el
anillo con diamantes que Tolstoy le regaló a su esposa por haberle pasado en
limpio Ana Karenina.
Cerca del museo de Tolstoy está el de Pushkin, el fundador de la
literatura moderna rusa y el más grande poeta de esa lengua. Tiene varias salas
con los ambientes de la época del bardo. En una recuerdan a los decembristas:
El 14 de diciembre de 1825, en San Petersburgo, coronaban al Zar Nicolás
I. La coronación, bajo las tinieblas del
inclemente invierno, terminó en una sublevación; los más progresistas militares
rusos intentaron derrocar al régimen autocrático para tratar de implantar un
sistema democrático. Ellos pasaron a la
historia como los decembristas. La
rebelión fue sofocada sangrientamente y sus líderes ahorcados o enviados a
Siberia. Se sabe con certeza que los
decembristas tuvieron en Bolívar una de sus fuentes de inspiración y que además
los sucesos de 1825 suscitaron en el Libertador un gran interés: se tambaleó uno de los bastiones de la Santa Alianza ,
enemiga de la libertad de América. Los
historiadores rusos afirman que la afinidad de ideas entre Bolívar y el
decembrista Pavel Pastel significa más que una simple coincidencia. Unos meses
después del frustrado golpe de San Petersburgo a las mazmorras siberianas
llegaba una carta dirigida a los decembristas:
“llegará el tiempo deseado, caerán vuestras pesadas cadenas...” El autor
de la carta era Alexander Pushkin, y el prolegómeno de la misma constituía su
inmortal poema A Siberia; dedicado a los decembristas. Pushkin, antizarista y de ideas libérrimas
para su tiempo, era gran admirador de Bolívar, esto se puede constatar al leer
su exquisita novela – poema Eugueni Oneguin:
se refiere al personaje principal que solía usar elegantemente “el
sombrero a la Bolívar ”.
Por cierto, en el museo esta un libro de
la primera edición de ese poema. Otra sala esta dedicada exclusivamente a la
novela La Dama
de Picas, considerada por J.L Borges como la mejor de la literatura
rusa. Algunas vitrinas muestran documentos originales con la firma de Pushkin.
Llama poderosamente la atención la mascarilla del poeta, tomada inmediatamente
luego de morir en el desigual duelo; junto a ella la última pluma que usó y un
mechón de pelos.
Los rusos admiran y aman a Pushkin; su monumento en Moscú es sitio
permanente de visitas. Los enamorados y recién casados le llevan flores como
muestra y compromiso de amor. Sus versos son recitados constantemente. Uno de
los más conocidos, sin nombre especial, habla de una frustración amorosa. Le
hice la siguiente traducción:
A usted la amé; y puedo amarla aún como
ninguno
la llama del amor no se
extinguió en mi alma
mas no quisiera ser inoportuno
sea feliz en las mieles de la
calma.
La amé sin esperanza y con
locura
los celos me arrastraron a un
tormento
la amé sinceramente y con
ternura
como ojalá la quieran un momento.
Salimos. Las calles están
solitarias. En una pared una placa recuerda a los hebreos comunistas fusilados
por Stalin. Así les pago el sátrapa la defensa que hicieron de la Unión Soviética
durante la segunda guerra mundial. Más allá está la estatua de Engels, el amigo que más de una
vez le mató el hambre a Marx.. Descansamos cerca del monumento de Kropotkin, el
príncipe anarquista , quien mantuvo sus ideas hasta las últimas consecuencias:
cuando Kerenski, el presidente provisional luego del derrocamiento del zar
Nicolás II en 1917, le ofreció un ministerio, no lo aceptó y le respondió cual Diógenes : “Considero el
oficio de limpiabotas más honrado y útil”.
LUNES, 4 DE SEPTIEMBRE
Llovió toda la noche con relámpago y trueno.
Amanece y la lluvia sigue, pero apenas se siente. Tomo el paraguas y salgo con
el perro para disfrutar la melancolía del paisaje.
En los contenedores de basura hurgan los
cuervos, pero también algunas personas. Quiero ser contundente en la siguiente
afirmación: en el socialismo jamás observé ese deprimente espectáculo. Le hago
el comentario a Natalia, mi esposa. Me contesta con un chiste: durante el
socialismo había escasez de todo, no sobraba nada, no teníamos desperdicios que
lanzar.
En la entrada del Metro hay buhoneros, también ancianos y niños con letreros
pidiendo ayuda. Los empleados del Metro tratan
de expulsar a los mendigos. Todo me es ajeno porque en mi vida
estudiantil no me encontré con esas situaciones. El gobierno soviético
garantizaba un salario mínimo a todos para la subsistencia, lo que muchos
interpretaban como una distribución universal y equitativa de la miseria.¡ Que
confusión! Uno ya no sabe que es mejor:
si las migajas socialistas generalizadas,
con aparentes rasgos de dignidad; o la abundancia capitalista sectorizada ,
evidentemente inhumana.
Vamos al museo de Andrei Rubliov en el monasterio Andrónnikov, en las
orillas del río Yauza. Fue construido en siglo XV, pero funciona como museo desde
1960. Aquí vivió y murió el más grande pintor ruso de la
Edad Media. Aquí está su tumba. Rubliov , autor de la Trinidad del Viejo
Testamento , la obra más perfecta del arte antiguo ruso, fue canonizado en
1988. Él representa el ideal nacional, la armonía, la fe y las fuerzas morales del hombre ruso. En el
museo hay más de cinco mil iconos y manuscritos. El lugar es silencioso,
impregnado de una atmósfera espiritual. Nos sentamos bajo los árboles.
Recordamos la película sobre Rubliov que hizo Tarkovski. En la Catedral de Saviour damos una contribución simbólica para
que recen por el alma de la madre de Natalia.
Ahora hace buen sol. En las afueras un señor vende monedas del tiempo de
los zares. Nos dirigimos al circo viejo de Moscú. Al frente está una estatua de
cuerpo entero de Yuri Nikulin junto a un
automóvil de los viejos. Nukulin fue un famoso cómico y payaso ligado al
circo y conocido por muchas películas humorísticas que gustaron mucho.
En la noche nos echamos unos tragos de vodka.
Yo la paso con pan negro y sorbos de kvas.
MARTES, 5 DE SEPTIEMBRE
Estamos en el decanato de
medicina de mi universidad. Frolov me obsequia su libro más reciente de
fisiopatología. Damos un paseo por la Facultad de Medicina. El Museo de Anatomía me
trae muchos recuerdos con sus vidrieras llenas de órganos y huesos, su
pulcritud y su silencio. En mis tiempos de estudiante asistía al museo con la
misma predisposición espiritual con que
uno visita un templo. Entro al laboratorio donde trabaja Tolia Pasechnik, un
profesor que habla español y con quien hice una buena amistad: está allí
sentado, pensando, igual que hace quince años atrás. Solía rodearse de retratos
de filósofos. Sostenía la tesis de que muchos experimentos médicos podían
ahorrarse con sólo recurrir a la filosofía. Si se está seguro de algunos
resultados lógicos, entonces no vale la pena hacer experimentos y perder tiempo
y dinero. Además, argumentaba que la eliminación de ciertas enfermedades infecciosas
trajo como consecuencia el surgimiento de otras
denominadas de la civilización o del siglo XX como las cardiovasculares. Afirmaba que la
lucha contra las enfermedades no debía romper el equilibrio de la naturaleza.
Él mismo se autodefine como un pesimista en los temas médicos y en la vida, en
general. Acepto un cigarrillo que me ofrece Tolia, quien como antes empieza
hablar de Hegel. Fumamos y tomamos café. Le hago la pregunta de rigor sobre el
cambio de sistema y contesta: “Todo parece mejor ahora. Pero son apariencias
que esconden muchas mentiras. En realidad las cosas no marchan con los sueldos
miserables que recibimos los intelectuales. Estamos mal y estaremos peor. Ahora
la iglesia es aliada del gobierno. Pero esa es una alianza comercial: los
monasterios venden vodka y vino, y que
benditos…”
La universidad ha crecido y tiene su propia
policlínica, cuyo director es Alexander Xodarovich. Alexander o Sasha terminó
la carrera junto conmigo. Lo saludo y hablamos. De entrada me dice: “No puedo decir que es mejor. Destruimos el
socialismo y no construimos el capitalismo. Ambos sistemas tienen cosas buenas
y malas. Sin embargo, en materia de asistencia médica nos hemos atrasado. Ahora
nuestra medicina es inhumana. Me niego aceptar que un niño no pueda operarse en
una emergencia, por ejemplo, porque sus padres no tengan dinero. Eso no fue lo
nos enseñaron cuando estudiamos medicina durante el socialismo. Teníamos una
medicina para todos que ahora es para unos pocos…”
Damos un paseo en barco por el río Moskva. Hay
poco gente en la embarcación. Natalia, María, Natalí y yo nos sentamos en una
mesa con vista a los paisajes moscovitas. Desde el segundo piso la brisa sopla
y arrastra agua del río que refresca nuestros rostros. Bebemos cervezas. Un
desfile de edificaciones pasan por nuestros ojos: el Kremlin, el monumento a Pedro El Grande, el templo de Cristo
Salvador, Las Montañas de Boroviski, antiguamente llamadas de Lénin.
En la noche bebemos vodka que
pasamos con pan negro y kvas.
MIERCOLES, 6 DE SEPTIEMBRE
Muy temprano partimos hacia la Universidad Rusa
de la Amistad. Tengo
una entrevista con el rector, Vladimir Filipov. El rectorado está en el
edificio de la Facultad
de Humanidades, también están ubicados
allí los comedores y cafetines; por eso en mis tiempos estudiantiles nos reuníamos para tomar café y conversar.
Pero ahora con lo del terrorismo la entrada está restringida. Natalia y yo
debemos esperar mientras revisan los
documentos y se solicita el permiso
respectivo. Con Svetlana Grigorevna esperamos al rector. Al poco tiempo hace su
entrada. Es un hombre joven que terminó sus estudios en la universidad nuestra.
Entramos a su despacho y le hago entrega de las cartas del Dr. Luis Gallardo,
rector de la Universidad Rómulo
Gallegos. También le obsequio algunos souvenires de Venezuela y mis libros. En
su escritorio, en lugar relevante, una fotografía suya al lado del presidente
Pútin. Nos habla de los cambios políticos en Rusia, del progreso de la
institución y de su disposición para recibir estudiantes de Venezuela. Pregunta
por la academia venezolana y por la capacidad de las universidades venezolanas
para satisfacer la demanda de cupos. Al final tomamos el té y me entrega unos
folletos , películas y una carta para
Gallardo.
Con
Natalia visito el Museo de Esènin . Al salir de la estación del Metro
Serpujovskaia debimos caminar bastante hasta el callejón Strochenosvski, donde
en una casa que data de 1891, construida en gran parte de madera,se ubica el
museo. Allí vivió el poeta suicida de 1911 hasta 1918. Es un lugar diminuto
para la reflexión poética con los objetos personales del bardo. Tania, la guía
nos muestra las salas, los libros, los manuscritos y pequeñas cosas que
pertenecieron a Esénin. Vemos una película-documental, el único en vida del
poeta y escuchamos su voz recitando sus propios versos. Tania nos recuerda que
a pesar de que Esénin no compartió del todo los ideales de la revolución,
admiraba a Lénin, a quien caracterizaba
como un hombre chiquito y calvo. Además, al presentarse en el extranjero exigía
cantar La Internacional
antes de intervenir. Hice alguna anotación en el libro de recuerdos. El museo
es un espacio para meditar, cuyos
trazos, en las paredes y en los techos evocan esa poesía bucólica, campesina y
sencilla de Esénin. Es impresionante como un diseño bien logrado en la distribución de las
estructuras de una vivienda puede reflejar una tendencia poética. Primera vez
que me percato de ese detalle agradable que hace percibir mejor el mensaje de un
poeta.
La guía,
al final, cantó. Con voz suave pronunció los versos de Esénin plasmados
en un bello arreglo musical. Luego dijo: “Vivo para mantener este lugar
sagrado. Esénin me inspira. Es el poeta del amor, del optimismo y el cariño
hacia la patria”.
Salimos con hambre y comemos en la calle
jachepuri y sashlik. El primero es pan del Cáucaso con queso derretido,
mientras que el segundo es una parrilla rusa en pincho aderezada con tomate y cebolla.
En la noche bebemos brandy y cerveza. Comentamos
nuestra visita al museo y Lida habla de literatura rusa.
JUEVES, 7 DE SEPTIEMBRE
El viento sopla fuertemente y hace frío. Paseo
media hora con el perro. Llegó hasta la estación del Metro Kitai Gorod. Luego
de preguntar mucho y sortear todo tipo de entradas y caminos encuentro el museo
de Maikovski. Fue creado en 1937 en el apartamento donde vivía el poeta. Allí están sus cosas personales:
muebles, cuadernos de notas y libros. En
museo está diseñado en esa atmósfera futurista, corriente artística seguida por
Maiakovski, quien pretendía romper con el pasado para construir el porvenir
irrespetando las reglas y normas del arte y la literatura: hay un desorden
premeditado en las exposiciones y colocación de los objetos. A una silla le
falta una pata, una mesa tiene sus cuatro patas desiguales, una Venus de Milo
yace en el piso destrozada para negar el arte convencional, dibujos de jirafas
significan algo grande. Unas bolas metálicas unidas por un mecate nos muestran
la pesadez de la rima que el poeta debe arrastrar. Las pinturas tienen líneas
irregulares. Un cuadro de Nicolás II, el último zar, está colocado al revés
para indicar su derrocamiento. Los afiches propagandísticos de Maiakovski a
favor de la revolución están sobre el
piso. Una máquina de escribir está pegada a una pared. Camino y llego hasta la
habitación donde el poeta se quitó la vida de un plomazo. Allí está el diván
donde dormía, su biblioteca, su escritorio, la chimenea. La guía se acerca y me
dice: “La camisa que llevaba el día de su muerte la tenemos en el depósito. Aún
tiene rastros de sangre y la sacamos en ocasiones especiales”. Me muestra los
últimos zapatos del poeta. Son de color marrón y grandes, calzaba más de 45.
El
museo está pintado con colores oscuros,
tiene varios pisos y lo recorro de arriba hacia abajo por una escalera en forma
de espiral. En un lado está un retrato de Diego de Rivera con una nota sobre el
movimiento literario ruso “inspirado cada día más en los dolores de la vida del
pueblo y en la cruda exposición de su miserias y en sus nobles ansias de
mejoramiento social merecedor de toda atención y estudio”.
En
una columna está una Mona lisa sin dos dedos en una mano. En unas
jaulas de hierros hay algunos papeles.
Al
final del recorrido varios de los visitantes empezamos una tertulia. Una señora
dice que en el 2002 el museo fue visitado por la hija de Maikovski, quien es
ciudadana norteamericana. Alguien estornuda y la guía dice: “ ¡Fijense que es
verdad ¡”. En efecto, los rusos creen
que si alguien estornuda cuando se habla, entonces lo dicho es veraz.
La guía, una anciana pasada de kilos, dice:
“Si, si. Yo la recibí y le pedí que me mostrara el boleto de entrada. Me dijo que no lo tenía. Luego se
identifico y yo sentí vergüenza. Me puse roja como un tomate”.
Un
señor , ingeniero constructor según sus propias palabras, dice: “ El museo es pesado. El color marrón
es negativo. A Maiakovski lo mató la KGB.
Tenía sífilis. Las mujeres por eso lo rechazaban”.
Interviene
la guía:
-A
las personas se les califica de la cintura para arriba. No es honorable hablar
de las partes bajas.
Llego hasta el Museo del Ajedrez, ubicado en un edificio
que sirvió también de club para los ajedrecistas de Moscú en el bulevar de Gogol . Cerca está una casa que
perteneció a los decembristas, el grupo de militares que trató de derrocar
alzar en el siglo XIX.
El Club de Ajedrez fue fundado en 1956 a petición de Botvinik, Smislov y Petrosián, entre otros
grandes maestros del juego. Aquí se juegan las eliminatorias para seleccionar
el equipo ruso que participará en los
torneos mundiales. Además de los mencionados han jugado en el club Tal, Spaski,
Karpov, Kasparov y Fisher, quien una vez visitó Moscú para jugar con Petrosian.
En
el se editan la famosa revista rusa sobre ajedrez “64” , y los periódico “Analisis
ajedrecístico”y “Semana del ajedrez”. Este último fue dirigido por Spaski.
El
Museo del Ajedrez se abrió en los espacios del club en 1980. La directora
Tatiana Kolesnikovich me muestra las exposiciones con sus respectivas
explicaciones. Hay juegos de casi todas partes del mundo. Uno de origen chino
se lo regaló Mao Setung al doctor Vasilenko por haberle curado una gastritis.
Otros, también de China tiene por piezas unos jeroglifos y fue inventado para
los más pobres Hay varios fabricados por
los presos del Gulag : uno de madera, otros de palitos de fósforo, y otros más
de alambre púas .Un juegos fue hecho tomando en cuenta las condiciones de la
gravedad especialmente para los cosmonautas . Un ajedrez con figuras de cartón
fue elaborado en Leningrado durante su blocada en la segunda guerra mundial. Un
ejemplar de Mongolia tiene de reyes a unos pastores de ovejas. En rey Federico
de Alemania se enfrenta a Napoleón en otro juego con sus soldados en uniformes
de la época. Hay uno con imanes para las carreteras; mientras que para los barcos hay otro diseñado en forma de
porfiados.
El
de figuras en miniatura se lo obsequiaron a Brezhnev. La mesa en la cual jugaron Karpov y Kasparov
el campeonato mundial en 1984-1985 está
con su tablero y figuras. La directora me permite sentarme frente a ese
mueble, escenario del campeonato más largo de todos los tiempos con 48
partidas. Casi doce mil libros sobre el juego están en la biblioteca,
incluyendo unos muy antiguos escritor por Philidor . En la galería hay bustos
de algunos personajes que amaban el juego:
Iván El Terrible, Napoleón, Voltaire, Pushkin, Lermantov, Turguenev, Lenin y Gorki .
VIERNES, 8 DE SEPTIEMBRE
Camino
media hora por el bosque. En el periódico Izviestia hace un razonamiento y concluye que ahora los
pobres perdieron su voz. Sorprenden los numerosos puestos de casas de cambio y
bancos. Hay dólares en cada esquina. Antes perseguían a los que tenían moneda
extranjera y los acusaban de fomentar el
mercado negro.
Caminamos por la avenida Lénin. Pasamos por el
monumento de Gagarin, orientado hacia el espacio. Llegamos hasta una plazoleta
con el nombre de Lermantov ; su museo, una casita de madera está hoy cerrado.
Los
trabajos de buhoneros, limpieza de las calles y de aseo urbano, es decir los
más bajos y sucios son realizados por gente de las antiguas repúblicas de la URSS.
Los
rusos hablan de nueva “mentalitet”, para referirse a la manera distinta de ver
las cosas ahora en comparación con el
socialismo. La palabra seguramente proviene del francés.
SÁBADO, 9 DE SEPTIEMBRE
Me
despierto a las 9. Camino con Elf más de media hora. Leo los periódicos de
ayer. Izvestia informa ampliamente sobre la explosión ocurrida en el cafetín
del mercado de Cherkizovski , donde murieron varias personas . El grupo de
terroristas se denomina “patriotas” en búsqueda de renacimiento de Rusia.
Consideran que los culpables de los problemas del país son los “no rusos”. En primer lugar son atacados los
ciudadanos provenientes de las antiguas repúblicas que conformaban la URSS.
Sin embargo las investigaciones sociológicas
demuestran que los rusos colocan al terrorismo en el tercer lugar, a la hora de
medir la percepción de los peligros de la nación, por detrás de los narcóticos
y el alcoholismo. No obstante, todos los diarios tienen en sus páginas, y en
formato resaltante, muchas propagandas sobre bebidas alcohólicas como la vodka
que ahora se vende de muy variadas marcas.
Salimos
a pasear por las calles de Moscú. En una tienda venden un retrato del último
zar de Rusia, lujosamente decorado con hilos de oro, y con una leyenda inscrita
en su parte inferior: “Nikolai II, El Libertador”. Su imagen está en todas las
iglesias en calidad de santo, junto a otros mártires del cristianismo, entre
velas y botellas de vino sagrado.
Hacemos una cola para entrar al Kremlin. Los extranjeros pagan una tarifa
mayor. Me acerco a la caja y pido los
boletos, la vendedora pregunta:
-¿Usted
es ruso?
-Claro,
¿acaso no se me nota?- le contesto rápidamente y me deja pasar. Unos españoles
que están detrás de nosotros intentan hacer el mismo truco pero no conocen el
idioma y son detectados.
La guía explica mientras caminamos por el
territorio del Kremlin. Allá la residencia de Putin, , acá la Catedral de la Asunción , el más
importante templo de la Rusia
de los zares con sus iconos y un cubículo de madera con muchos dibujos y
leyendas: es el sitio para rezar de Iván El Terrible. Luego visitamos las
catedrales de San Miguel Arcángel y la Anunciación. Por supuesto que no pudimos
ser indiferentes al gigantesco cañón del zar y la campana zarina, el primero
con sus cuarenta toneladas y la segunda de doscientas.
Entramos al Museo de Historia en la Plaza Roja. Fue fundado en 1872
y tiene 21 salas con una variedad de objetos y exposiciones que abarcan todas
las etapas del desarrollo de Rusia desde
la prehistoria hasta el acontecer reciente. Su fondo cuenta con casi 5 millones de elementos
museísticos y más de 14 millones de documentos. En un rápido recorrido vemos los “rostros
verdaderos” del hombre de las cavernas reconstruidos con sus cráneos originales
usando la técnica de Gerasimov, un famosos antropólogo ruso; cachos de mamuts
de Siberia y objetos tallados con su marfil; una canoa del neolítica encontrada
en la orilla del Don; tinajas del Mar Negro con 6 mil años de antigüedad y con
dibujos de espirales que significaban la eternidad del tiempo. Siguen armas de
piedra como cuchillos y hachas, pero también de bronce y hierro; monedas,
sarcófagos, máscaras mortuorias, vasijas en forma de osos, monedas, figuras
antiguas de ajedrez, chalecos metálicos para el combate. Interesante resultan
unos documentos hechos en cortezas de abedul: en uno se muestran las letras y dibujos
de un niño de 7 años que está aprendiendo a escribir en el siglo XIII; en otro
un hombre le propone matrimonio a una mujer. En una vitrina esta el original
del Cantar de las Huestes de Igor, considerado el primer libro de la literatura
rusa escrito en el 1180. Impresionante el cilicio negro junto a un ejemplar de la Biblia pertenecientes a
Iván El Terrible.
En
el Museo de Historia hay una exposición especial de China. Se trata de los
guerreros de terracota de Qin Shi Huang, el primer emperador chino, el mismo
que construyo la gran muralla. Esta colección de soldados, caballos y carretas
está considerada la octava maravilla del Mundo Antiguo. Al morir el emperador
debían ser sacrificados cuatro mil
jóvenes para acompañarlo en el más allá. Los consejeros convencieron al rey
para que aceptara un ejército de arcilla, el cual estuvo escondido por casi dos
mil años hasta que fue descubierto en 1974. En la exposición que ahora vemos
hay 81 piezas originales. Los soldados son altos (no parecen chinos por su estatura)
y con rostros diferentes todos. Los animales y los carros de guerra están fina
y hermosamente tallados.
DOMINGO, 10 DE SEPTIEMBRE
Ayer
bebimos cerveza, y bastante. A las doce de la noche fuimos a una tienda, que
trabaja las 24 horas, por más; y así estuvimos hasta la madrugada, cuando
empezó a llover. La gente pasea en la noche, liba y conversa. Me despierto
a las 9 y camino con el perro más de
cuarenta minutos. Los transeúntes son
pocos. Un hombre ciego hace sus ejercicios. Llueve y un viento huracanado
golpea los árboles y provoca frío. Las urracas vuelan como si nada. Pero a
pesar del mal tiempo los trabajadores de la alcaldía podan los árboles,
arreglan las flores y limpian el parque.
Fuimos hasta el parque Izmailovo, donde pasó
su infancia Pedro El Grande. Tiene muchos árboles, lagos y sitios de recreación
como cafetines. La Catedral
de la Intercesión data del siglo XVII y llama la atención por
sus cúpulas. En la Torre
del Puente funciona el museo de la familia real con enseres y retratos de los
zares. Hay una caldera grande donde se vertía aceite que los creyentes tomaban
para tratar cualquier enfermedad. La
estatua de Pedro I es imponente. Su pose en general y el gesto de sus manos
parecen dar órdenes a quienes visitan los predios de su juventud y
donde soñó construir una flota para su país mientras se entretenía con
barcos de juguete. Caminamos hasta la estación Izmaelovskaia. Natalia quiere
visitar la casa de su niñez, ubicada en un edificio viejo con apariencia de
haber sido abandonado. Es un apartamento comunal de los tiempos de Stalin y
donde vivían varias familias. Uno de los residentes abre la puerta con desconfianza. Le
explicamos el motivo de la visita y nos deja pasar. Natalia encuentra su
antiguo hogar, siente mucha nostalgia y llora. Se ha reencontrado con su
infancia, la edad de oro que siempre nos acompaña en el recuerdo. Le pregunto
al inquilino su opinión sobre el nuevo sistema político de Rusia, y contesta
con enojo:
-Esto
no es capitalismo, es un simple vandalismo.
En
la noche en un programa cómico de la televisión un artista parodia a Brezhnev.
Ningún detalle ha sido olvidado: cejas pobladas, el papel en la mano para
leerlo durante su intervención y el defecto al hablar. El humor radica en que
Brezhnev, un hombre circunspecto y serio, defiende su gestión cantando…
LUNES, 11 DE SEPTIEMBRE
Natalia
y yo vamos al cementerio de Novodiévich, el más famoso de Rusia. Es un parque
con árboles, declarado patrimonio histórico de la humanidad. Allí están
enterrados los más famosos de las ciencias y las artes. Caminamos bajo un día
muy soleado y vemos parcelas, monumentos, bustos, retratos, nombres. Vladimir
Ivanovich Nemírovich- Danchenko, Constantín Stanislaski y Oleg Efremov,
fundadores del teatro moderno. Gogol, quien tenia miedo de que lo enterraran
vivo.Bulgakov, perseguido hasta después de la muerte por Stalin; su lápida
perteneció a la tumba de Gogol, y por eso la llaman el Gólgota . Julian
Semionov, muy buscado en mis tiempos de estudiantes por sus novelas policiales,
autor de 17 Intantes de una primavera, llevada a la televisión con mucho éxito.
Chejov con su busto y sus flores. Landau, premio Novel de Física, en mi
juventud leí su biografía y desde entonces lo admiro. El escritor Ilia
Eremburg. Nikita Cruchov, uno de los pocos gobernantes comunistas que no está
enterrado en el Kremlin.
Kasirski,
fundador de la hematología rusa. Miasnikov, un médico famoso por diagnosticar
enfermedades con sólo escuchar los ruidos del tórax. Obtuvo un premio
internacional, el Estetoscopio de Oro. Bakulev, fundador de la cirugía cardiovascular. Nikulin, famoso payaso,
director del Circo de Moscú y héroe de muchas películas humorísticas. Lev
Vigostki, autor de importantes teorías pedagógicas. Kropotkin, anarquista
incomparable. Túpolev, constructor de aviones. Oparin, el del origen de la vida
y los coacervados que estudiamos en biología de bachillerato. Shostavich; Eseintein, de quien se dice es el director de
cine más famosos por su película el Acorazado Potenkin. Ruibinsteín, el músico que
le dio clases a Teresa Carreño. Maiakovski, cremado por ordenes de Stalin para
que nunca se averiguaran las causas reales de su muerte. Fiodorov, el primer
oftalmólogo en operar la miopía. Molotov, el de la bombas, aunque en realidad
no las hacía, sólo firmaba las órdenes para el financiamiento de las mismas.
Quería
seguir visitando tumbas, pero Natalia se opone y dice no atraerle mis
incursiones necrológicas.
Salimos
y nos sentamos en una plazoleta a descansar. Unos gorriones se acercan y les
lanzamos migajas de pan. Al rato son un montón de estas pequeñas aves alrededor
de nosotros.
En
la noche vistamos a Sacha, una amiga de Natalia y cenamos. En el apartamento
hay símbolos cristianos hay iconos de santos. Es la moda después de un largo
periodo de ateismo. Renat, el esposo de
Sacha, dice que en el Novodiévich deambulan ladrones, y uno se pregunta dónde
no. Habla también de Visostki, el cantor rebelde perseguido en era soviética. Sacha nos
muestras fotografias de sus viajes al extranjero, un placer prohibido por el
socialismo. Pero Sacha es otra persona, y de su alegría y espíritu aventurero
no quedan ni destellos. No es cuestión de edad, que a todos nos cambia por
igual, sino una actitud defensiva como si se quisiera borrar el pasado. Bebemos
vodka y luego fumamos en el pasillo, según la costumbre.
MARTES, 12 DE SEPTIEMBRE
Visitamos
a Frolov, el decano de medicina. Su pequeña oficina está llena de libros,
pipas, tabaco y botellas de licor. En las paredes cuelga un retablo antiguo de la Trinidad. Me obsequia su libro
Páginas Secretas de la
Historia , una obra de carácter humanístico donde aborda temas
variados, desde Juana de Arco hasta los grandes clásicos de la música. Frolov
es uno de esos maestros que cree a pie juntillos, como Hipócrates y Aristóteles,
que la medicina debe estar estrechamente ligada a la filosofía.
Subimos un piso en la facultad y nos llegamos
hasta el gabinete de Historia de la Medicina.
Nos recibe la doctora Tatiana Sorokina, quien dirige esa
cátedra desde mis tiempos estudiantiles. Me obsequia su libro-manual sobre la
asignatura e invita a un camarógrafo para que grabe nuestra conversación con
motivo del cincuenta aniversario de nuestra universidad.
En
la noche vamos al Bolshoi Teatro para ver El lago de los cisnes. Como siempre
Sigfrido se enamora de Odette, transformada por
un mago en cisne. Sólo el amor puede revertir esa transformación
demoníaca. En el acto final los enamorados mueren a no poder vencer el hechizo.
Natalia dice que prefiere la versión original donde los novios triunfan sobre
el mal y son felices.
Luego damos un paseo. Un Ostrovski marmóreo
sentado, serio y pensante (el gran dramaturgo ruso), cuida la salida del
teatro. Caminamos por la calle Tverskaia, antes llamada Gorki. Siempre está
concurrida a cualquier hora. Llegamos a la plaza Pushkin y nos sentamos. Al
frente el edificio recién pintado de la alcaldía de Moscú. A un lado el famoso
cafetín del chocolate y la champaña, inmortalizado en la canción Natalí de unos
franceses. Compramos algo de comer en el Eliseo(así se llama en honor a su
amo), una tienda del tiempo de los zares, muy citada en la literatura rusa,
pero convertida por la revolución en el Mercado Nro Uno . Así de simple. El
Eliseo es un museo por sus paredes hermosas, sus pinturas y sus decoraciones
que son verdaderas obras de arte. Además puede encontrar cualquier mercancía:
desde una delicatess hasta un souvenir de lujo. Su último director soviético
fue fusilado en proceso sumarísimo por corrupción. Ahora el Eliseo recobró su
brillo y prestancia de antaño y hasta colocaron un busto de su fundador.
Pasamos
frente a la estatua ecuestre de Dolgoruki, fundador de Moscú, y mas tarde
entramos a una librería que es una verdadera rareza cultural: es casi la una de
la mañana y la gente deambula por los estantes de libros, revisa obras, lee y
compra. Mientras tanto un hombre sentado frente a un piano toca una música
acorde con el ambiente y la hora. ¡Qué éxtasis espiritual¡
MIERCOLES, 13 SE SEPTIEMBRE
La
temperatura llega a 15 grados. Vamos al cementerio Javanski , donde está
enterrada María Stepanovna, la madre de Natalia. Encontramos la tumba. Natalia
y Natalí la limpian y con mucha tristeza. Nos sentamos en un banco.
Natalia y yo hacemos un rito muy
ortodoxo y ruso: bebemos una copa de vodka y comemos pan negro por el descanso
eterno del familiar. Colocamos sobre la lápida una Rosa Mística. La trajimos
con nosotros y decidimos dejarla allí.
Humo negro sale de una chimenea muy alta y se
esparce para confundirse con los dibujos móviles y deformes del cielo. Salimos
cabizbajos pensando en el soplo de la
existencia, en la vida que ha dejado de serla, mientras el crematorio continúa
su labor bíblica, acelerada por la máquina moderna de fuego, para devolver el
polvo a su lar primigenio.
Visitamos
a Svetlana Grigorevna, la encargada para asuntos de América Latina de la Universidad Rusa
de la Amistad. Domina
perfectamente el español, pero ella, Natalia y yo hablamos en esparuso, mitad español, mitad ruso. El
tema de conversación es el de los cambios políticos en Rusia mientras bebemos
te con rosquillas saladas. Esa es una costumbre rusa: beber mucho te para
conversar. Los comunistas ganaron las segundas elecciones, pero se las
arrebataron ; los salarios de los intelectuales y profesionales son muy bajos,
ahora no hay gremios o sindicatos sino mafias, etc.
Afuera
saludo a Dvornikov, uno de mis profesores en el hospital. No estoy muy de
acuerdo con lo que pasa en mis país-dice- ahora tenemos más bandidos en el
poder y más inseguridad.
En
la noche bebemos y cuando se acaba el trago buscamos más de Ochacobo, una
cerveza de cinco litros con la figura de
un gordo barbudo. Nos sentamos en el bosque alrededor de una mesa sobre la cual
hay pan y cigarrillos como en la taigá siberiana donde dejan provisiones para
el visitante; o tal vez algunos
borrachos olvidaron las suyas. Está oscuro pero hay gente libando y conversando
en otras mesas. Un verdadero bar al aire libre.
JUEVES, 14 DE SEPTIEMBRE
El
día es claro y fresco. Natalia y yo partimos en tren de la estación Kiev hacia
Peredelkino, la última morada de Pasternak. Luego de 25 minutos y de pasar 7
paradas llegamos. Caminamos, tal vez media hora, por el bosque sombrío entre
pinos, abetos, y robles. Atravesamos el puente sobre el río Setun y la vía férrea.
De en vez en cuando los trenes cruzan y sus traqueteos se esparcen por el
espacio vegetal. La casa de Pasternak es de madera, de dos plantas y con muchos
ventanales. La rodea un jardín de abedules, álamos y avellanos. El banquillo en
la entrada, donde solía descansar el escritor, tiene de fondo una malla de
madreselvas. Dentro, el gabinete luce sobrio: una biblioteca con pocos libros,
entre ellos la Biblia ;
y la mesa donde escribió el Doctor Chivago. El samovar para el te, la medalla y
el diploma del Premio Nobel y un televisor que en vez de pantalla, tal como la
conocemos ahora, parece tener una lupa ,son parte de la exposición. La
cama-diván donde murió tiene siempre un ramo de flores sobre la misma.
Peredelkino
existe desde los tiempos de Iván El Terible, quien usó el lugar para confinar a
sus enemigos políticos. Stalin lo convirtió en residencia para los escritores,
en 1934 por sugerencia de Gorki, para que “descansaran de la agitación de la
ciudad”. Peredelkino, el medio del bosque, tiene un clima agradable en verano y
su silencio sólo es interrumpido por los pájaros. Es un lugar perfecto para
meditar y escribir. En invierno, en medio de la nieve la soledad es total. El
paisaje blanco y gélido invita a una taza de te, dicen.
Allí
viven el patriarca de Moscú, altos funcionarios del gobierno, además de
artistas. Entre los primeros residentes estuvieron Gorki que se curaba de
la tuberculosis, Evtusenko y Raikin, el humorista. Soljenitsin vivió también en
la ciudadela de dachas y oficialmente tenía el cargo de bedel como
castigo.!Vaya manera de humillar¡. Pasternak llegó a Peredelkino en 1936 para
escribir lo mejor de su obra literaria. En esta casa de madera recibió la
noticia sobre el Nobel. Las autoridades soviéticas no le dieron permiso para
viajar por el premio, que recibió su hijo en 1989.Vivió allí hasta su muerte en
1960.
Regresamos y en una tienda almorzamos frugalmente.
Natalia, que en un principio se negaba a venir por lo largo del recorrido,
ahora dice estar satisfecha por la
belleza natural del sitio y la atmósfera histórica que lo envuelve. En el camino recogemos hongos y piñas de
cedros. Pasamos cerca del cementerio donde reposan los restos de Boris
Pasternak y Arsenio Tarkovski, poeta padre del director de cine, Andrei.
Descansamos bajo un abedul. Algunas personas van con paso apresurado.
Nubarrones negros hacen más triste y fría
la tarde. La sirena de un tren se escucha lejos.
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