1982
JULIO. KIEV
Ucrania, el país de los grandes
puertos y famosos balnearios a orillas del Mar Negro y del Mar de Azov, las
estepas feraces del Don, los lagos taciturnos, los bosques de cipreses y
abedules, los campos extensos de trigos, las jatas limpias y siempre acogedoras
con sus cercas de madera y huertos de vides y cerezos, y los vientos frescos
provenientes de los Cárpatos, es la tierra del poeta Shevchenko, el escritor
Nikolái Gógol, el legendario Tarás Bulba y sus valientes cosacos y del último
amor de Honorato de Balzac.
Allá
estábamos específicamente en su capital, Kiev, cruzada por el Dinéper y llamada
“la antigua y siempre jóven” por ser la cuna de la vieja Rusia, tronco común de
los pueblos eslavos.
José Meléndez, un estudiante
venezolano de economía me invitó a su casa, donde vivía con su esposa,Tania y
su pequeña hija Alejandra.
El Dinéper, con sus tonalidades azules unas
veces más intensas que otras, sus puentes y canales, imprime un atractivo
especial a Kiev. El monumento a sus
fundadores, cerca del río, parece corroborar su grandeza milenaria; de pie,
sobre una barca dorada, los navegantes pioneros contemplan la lejanía con fe y
optimismo, y los brazos extendidos como quien está seguro de haber iniciado una
empresa importante y perdurable.
Fuimos
a los lugares de interés histórico: el monasterio Kievo – Pechiorski, la
catedral de Santa Sofía, la plaza con la estatua ecuestre de Bogdán Jmelniski,
héroe nacional de Ucrania. Las Cuevas Cercanas con la iglesia de la Exaltación
de la Cruz y las Cuevas Lejanas. Estos
últimos, son monumentos arquitectónicos del siglo XVII con catacumbas donde
vivían retirados los popes. Al caminar
por sus pasillos y escaleras estrechas se percibe el desasosiego de los
recintos subterráneos. Luego la
contemplación de los objetos religiosos provoca un efecto tranquilizador. Allí están los íconos impresionantes, las
celdas mobladas con austeridad monástica y las momias, bien conservadas aún, de
algunos beatos y santos de la Iglesia Ortodoxa.
Un
día, con Asia Villegas, fuimos a
Vinnisa, una ciudad cerca de Kiev con el manto venerable de lo antiguo; una
villa llamada “La meca de los médicos”, por cuanto allí vivió sus últimos años
el doctor Pirogov, considerado el padre de la cirugía rusa.
Estuvimos en su casa-museo, vimos su
consultorio, su farmacia, sus instrumentos quirúrgicos, sus libros. El cadáver de Pirogov esta embalsamado en una
cripta de la iglesia a la vista del público.
Pirogov es un personaje muy apreciado y de leyenda. Se dice que los cortes anatómicos, magistrales
y precisos, que le dieron fama universal a sus atlas, se le ocurrieron cuando
observaba a un carnicero tasajear una res congelada. Era tan diestro con el bisturí que hacía una
amputación de pierna en dos minutos. El
pueblo le creía tan buen médico que una vez, durante la guerra de Crimen, le
llevaron a un soldado decapitado “para que le ponga la cabeza en su lugar y
pueda volver, lo más pronto posible, al frente”.
Al
regresar a Kiev, paseamos por la Kreschatik, la principal avenida, siempre llena
de gete y con muchos establecimientos comerciales. Admiramos los souvenires de cosacos de
Zaporozhie: panzudos, bigotudos, fumando pipa y en sus trajes típicos. Los tapices hermosos de Reshetilovka, las
pinturas de Petrikovka, con temas de la mitología eslava, los dibijos, con
colores muy vivos, tallados en madera de Kósov y las toallas llamativas y
bordadas de Poltava.
Ya
tenía bastante amigos. Lena, una
muchacha esbelta de origen judío, me regaló un cucharón de madera, réplica de
las que usaban los cosacos para beber vodka.
Kolia, un ucraniano, alegre y parrandero, me obsequió una Kosovorotka,
especie de camisa grande, de color negro, mangas largas y bordado de flores
azules y verdes y líneas amarillas.
-
Guárdala en señal de amistad.
Perteneció a mi abuelo, quien fue partisano durante la Gran Guerra
Patria, combatió con ella en los bosques de Polesie.
Una noche,
conversando en las orillas del Dniéper con José, probamos el vino delicioso de
Massandra. Fue una variación exquisita inolvidable, por cuanto nuestras tardes
etílicas se acompañaban de cervezas en jarrones que tomábamos cerca del kiosco
donde las vendían.
20-30 DE AGOSTO-ALEMANIA ORIENTAL
En Berlin estuvimos en el Centro de
Cardiología de la
República Democrática Alemana. El objetivo principal del
viaje era visitar las instituciones hospitalarias como parte de nuestras
prácticas médicas. El famoso muro de Berlín es apenas una pared de bloques, el
algunos tramos muy pequeña, aparentemente.
En Leipzig fuimos a los
institutos de terapia, cirugía, endocrinología, pediatría, urología,
reanimación, obstetricia y ginecología. Ha sido una gran experiencia. En esta
ciudad estuve hospedado en las residencias de su universidad. En la plaza Naschmark está una estatua
de Goethe , quien estudio aquí. En el
Bodegón de Auerbach de Leipzig, visitado muchas veces por Goethe,
aconteció la reunión de los alegres compañeros narrada en el Fausto. Froseh,
Blandes, Siebel ,Altmayer, Fausto y
Mefistófeles conversaban en el bar y bebían
vino. El lugar esta decorado con pinturas y esculturas relativas a esa
escena y se sirven una champaña en botellas pequeñas para los visitantes.
Una mañana de verano llegamos en tren a Dresden, la antigua capital de
Sajonia, la “Florencia del Norte”, uno de los centros culturales más
prominentes de Europa con sus maravillas arquitectónicas y muesos. Durante la Segunda Guerra mundial Dresde fue
devastada por el bombardeo aliado ante la mirada atónita e impotente de la
diosa Nice y reconstruida más tarde en todo su esplendor.
La
capa de neblina, lenta y espesa, que cubría la ciudad, las siluetas lejanas y
atractivas de las casas y los árboles; y la tranquilidad de las aguas del Elba
predisponían el ánimo para pensar en las cosas buenas y bellas. Allí está la ciudad de los pintores y los
poetas con su cielo matutino nublado y acogedor, sus calles silenciosas, sus
edificios viejos y modernos a la orilla del río, sus cúpulas y trazos perfectos
en el estilo barroco con sus detalles innumerables y exquisitos.
Caminamos. Admiramos la catedral de Kreuzkirche, los
monumentos históricos de la plaza Alarkt, el teatro Semper, el museo de Das
Grune Geowble, la biblioteca de la tierra de Sajonia y la Galería de Dresde.
De
manera especial recuerdo la Galería de Dresde, tal vez la inscripción a su
entrada que habla de la llegada del Ejército Rojo: “El mueso ha sido
revisado. No hay minas”; y las
explicaciones interesantes y claras del guía cuando mostraba las pinturas han
dejado en mi memoria impresiones nítidas.
La Madonna Sixtina de Rafael es la perla del museo. Ella representa la grandeza, la felicidad y
el dolor de todas las madres. Observen
la elegancia, la suavidad de las líneas, la actitud sublime, la bondad en el
rostro de la virgen, la serenidad de sus pasos.
¿Y el niño?. Su seriedad
prematura es le reflejo de la conciencia de quien ya sabe que debe inmolarse
por todos nosotros… La Venus Dormida de Giorgione, fíjense en las líneas, en
los colores, símbolos de la calma espiritual, de la bondad, de la unidad del
hombre y la naturaleza, de lo humano y lo divino. El dorado, con tendencia al rosado,
representa el calor de la tarde, reposado y gratificante. La tarde tiene su belleza, su semblante. El ocaso es el principio de todas las cosas,
vivir es sentir cada minuto, morir en cada instante, morir es empezar a
vivir. He allí el significado de la
tarde.
El
guía habló de Tintoretto, de sus pinceladas libres, de su período tizianesco y
de su inclinación miguelangelesca. Luego
se refirió a Velásquez, a Rubens, a Rembrandt y a otros maestros de la pintura.
El
autoretrato de Rembrandt con Saskia fue el primer cuadro descubierto por los
soldados soviéticos en una gruta donde había sido escondido. El pintor está muy contento, nos mira como
tratando de compartir su felicidad con nosotros. Esta obra es un canto a la alegría del hogar,
a la intimidad de dos seres que se aman. La vida va más allá de la simpleza material,
es algo complejo lleno de espiritualidad, de sabiduría producto de victorias y
derrotas. Creo que el autorretrato con
Saskia es una protesta contra la soledad, la celebración, con vino, de estar
con alguien, la simbolización del miedo a la libertad como la entendía From.
Salimos. Caía la tarde y traté de buscar en sus
matices lo que nos quiso decir Giorgione con su Venus Dormida. Fuimos al Paseo de Neustadt. Caminamos entre sus esculturas y bajo los
faroles antiguos y románticos.
Percibimos el rumor de las fuentes, la caída de las aguas melancólica y
tonificante. En algún café bebimos
cerveza. No se en que sitio me llamó la
atención un edificio viejo en cuya parte superior, como abandonada, crecía la
hierba y revoloteaban unos pájaros.
Con
las primeras sombras un barco se alejó sobre el Elba. Un camino de espumas y
burbujas le seguía.
En Weimar fuimos a las casas de
Goethe y Shiller, y una donde vivió
Carlos Marx.
Aquí vivió Goethe más de
cincuenta años. El Duque Carlos augusto
lo invito luego de la publicación de Las cuitas del joven Werther. En la casa-
museo de Goethe se conservan sus pertenencias: libros, objetos de colección. El
parque aledaño a la casa tiene jardines con caminos, árboles flores y bancos.
El río Im extiende sus hilos de agua. Un puente al estilo barroco complemente
el panorama. La naturaleza, su belleza y armonía fueron motivos de inspiración
para el poeta:
En todas las cumbres
La paz reina:
Por ninguna parte
Apenas un soplo
De vida se otea:
En el bosque en calma
Ni un ave gorjea
Aguarda que pronto
Cesaran tus penas.
En Weimar visitamos también el
teatro nacional, que una vez dirigiera con mucho éxito Goethe. En la casa museo
de Shiller se exhibe el aposento donde murió y la mesa donde escribiera su
Guillermo Tell. Luego fuimos al templo
de las musas, lugar predilecto de la aristocracia de la época, el museo de
Herder, la gruta con los sarcófagos de Goethe y Shiller, las estatuas de
Pushkin y Scweitzer. Albert Schweitzer,
el teólogo que se hizo medico para trabajar en la jungla, por allá en África
ecuatorial, decía: “hay que vivir como se piensa de lo contrario se terminara
pensado como se vive” y “toda seguridad excesivamente material empobrece al
hombre”
Buchenwald, el campo de concentración fascista esta en las cercanías de Weimar. Estos lugares que
recuerdan el horror del hombre contra el hombre siempre son tristes. Estremece
ver los objetivos para torturas: una columna con un orificio para el tiro de
gracia en el occipital, los instrumentos para los “experimentos eugenésicos” de
Mengele, las literas donde dormían los prisioneros. A mi se me antojan esas
literas muy parecidas a los estantes de madera para colocar panes.
Por otro lado, es símbólico el
tronco de un árbol quemado que una vez floreciera en las cercanías de la casa
de Goethe, tal vez bajo su sombra descanso el poeta que una vez reflejo en
versos su odio hacia la guerra:
Más de alguna delicia del mundo
en la guerra y la lucha se pierde/ Quien la conserve y la protege,/El más
humano premio merece.
De regreso nos detuvimos en Varsovia.
1 DE SEPTIEMBRE
Ya es algo rutinario. Hoy comenzamos un nuevo
año académico. Mis clases las recibo en el hospital nro 70 de Moscú.
4 DE OCTUBRE
Estoy cursando oftalmología en el Hospital Nro 1 de Moscú situado en la
avenida Lénin. Es una de las más antigua instituciónes hospitalaria de la
ciudad. Es un sitio muy pintoresco y curioso: la parte que antes fue una
iglesia ahora es el comedor. El profesor
bromea y dice que antes sólo los curas entraban y ahora podemos entrar todos.
6 DE OCTUBRE
Estamos cursando Terapia Clínica
Hospitalaria en el nosocomio Nro 53 de Moscú. Valentina Kononiachenko, la
médico jefe, no disimula su orgullo de haber sido discípula del doctor
Miasnikov, uno de los más reconocidos
médicos internistas soviéticos, ganador del premio internacional el
Estetoscopio de Oro. Kononiachenko ha escrito muchos libros, entre ellos uno
sobre hipertensión arterial y otro sobre diabetes. El profesor Tatarkin es un
hombre delgado con una joroba. Usa lentes y fuma mucho, pero sabe explicarnos
cualquier tema cuando estamos frente al paciente. Dice que el estetoscopio se
debe pasar lentamente por todo el tórax sin dejar de auscultar un
milímetro.
15 DE NOVIEMBRE
Una viejita comentaba que temía
por el futuro de la URSS con la muerte de Brezhnev. Estaba muy enfermo y los
rusos hacían chistes con sus achaques. Preguntaban por ejemplo, cómo se inicia
un día en el Kremlin y respondían: con
la reanimación del líder. Era amantes de las condecoraciones. Como recibió más
de 200, se hizo otro chiste según el cual le operaron el pecho para ampliárselo
y poder colocarse las ordenes. Sus latosos discursos le valieron el apodo de El
Insoportable. El entierro fue televisado. Al bajarlo a la fosa se produjo un
estruendo como si se les hubiese soltado el ataúd imprevistamente.
26 DE DICIEMBRE
Voy a la casa de Antonio, un
amigo nicaraguense. Sirve vodka mientras su esposa, Katia , prepara unas papas
fritas con carne. Escuchamos música. Llamo a Venezuela y hablo con papá y mamá.
Celebramos hasta la madrugada.
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