BLOQUE 7

PREMIO FUNDARTE 2010

PREMIO FUNDARTE 2010
DIARIO DE MOSCÚ

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI
EDGARDO MALASPINA PASEANDO EN TROIKA. MOSCÚ. 2009.

miércoles, 14 de octubre de 2015

DIARIO DE MOSCÚ. 2006


DIARIO DE VERANO

MOSCÚ



Dedicatoria: A NATALIA EN SUS CINCUENTA AÑOS






2006










17 DE AGOSTO

 Partimos de San Juan de los Morros a las seis de la mañana con la duda del pasaporte de Natalia que no tuvo tiempo de obtener el documento venezolano. Viajamos Natalia, María , Natalí y yo.  Alexander nos hace la carrera hasta Maiquetía. En el aeropuerto resolvemos el problema: se puede salir con un pasaporte ruso si vas para Rusia. A  las cinco y treinta de la tarde el avión de Lufthansa alza el vuelo. Hace 15 años, cuando salimos de la Unión Soviética , la Perestroika avanzaba y no se sabía hasta donde llegaría.. La URSS se desintegró, por lo tanto salimos de un país socialista y regresábamos a uno  capitalista.¿ Cómo será todo ahora? , me preguntaba constantemente,  y una mezcla de sentimientos encontrados me acosaba. ¿Será mejor ?, ¿ Y los valores socialista? ¿ Y la unión eterna de los países hermanos? ¿ Y la solidaridad internacional? .En los casi 13 años de permanencia en Moscú me acostumbré, de alguna manera,  al orden soviético, que todos denominábamos socialista, con sus aspectos buenos y malos.

  Son casi  10 horas de vuelo entre Caracas y Alemania. En el avión tenemos 24 programas de música, una película tras otra y muchas revistas para leer. Todo para matar el tiempo, aunque, como decía Cioran, el verdadero matador es el tiempo. Nos reciben con un desayuno y bebidas alcohólicas: vino, cerveza y whisky. Me duermo y sueño que el  avión cae violentamente. En realidad es una turbulencia y todo se estremece. Llegamos a Francfort del Main a las ocho de la mañana, hora de Alemania. En Caracas son las dos y media de la madrugada. Esperamos un rato en una sala y luego nos  subimos en otro avión que en menos de tres horas  nos llevará hasta Moscú.

VIERNES, 18 DE AGOSTO.

 Son las cuatro de la tarde cuando llegamos a Moscú. Nos reciben Serguei, hermano de Natalia; su hija Valia y el esposo de ésta, Alexei. En un rato estamos en Tiopli Stán , la urbanización donde vive Serguei. El nombre de ésta región es una paradoja: puede traducirse como “cálido campo”, pero en invierno es una de las más frías.
 Nos sentamos a una mesa bien servida con mucha vodka y cervezas. Estuvimos comiendo, bebiendo y conversando hasta la 5 de la mañana. Reímos pero también  lloramos.

SÁBADO, 19 DE AGOSTO.

 Son casi las once de la mañana, exactamente las diez y cuarenta y cinco y  soñé que estábamos en la casa de Natalia en Ploshad Noguiná , cerca de la Plaza Roja y en tiempos de estudiante.

Todos están durmiendo. Durante la noche llovió un poco. La mañana es fresca. Por las ventanas se observan muchos árboles y sobre ellos las palomas revolotean. Por la conversación de ayer concluyo que los rusos (al menos los de la familia de mi esposa) están muy contentos con el cambio de sistema. Pueden decir los que le da la gana y nadie los acusa de antisovietismo y traición a la patria. La economía libre hizo aparecer todos los productos alimenticios, y en general cualquier cosa que antes era  “dificit”,es decir no había o estaba en las catacumbas del mercado negro.  Las tiendas de comestibles, antiguamente del Estado y por lo tanto socialistas y casi vacías, están ahora bien surtidas y muy limpias. Las  marcas de cervezas  y vodkas (antes no pasaban de tres ) ahora son de muchas clases, tipos y calidades; y son tantas, con botellas  distintas en tamaños y formas y presentaciones llamativas que su sola observación en los estantes abruma los sentidos. El kvas, la bebida  refrescante nacional rusa elaborada con pan negro, servida antes en vasos de vidrios que eran lavados para nuevamente ser usados, ahora se vende en latas y botellas desechables. Algunas tiendas trabajan toda la noche.
  Por televisión (ahora hay 16 canales y antes eran 2 solamente) transmiten un programa especial con motivo del golpe de Estado de agosto de1991. Entrevistan a los actores de los hechos y una cosa está clara: nadie defiende a la URSS. Todos estaban cansados del socialismo. Los locutores y animadores de TV llaman ese período “el imperio soviético”.
  Bebo cerveza con Serguei y así hablamos mejor. Él dice que en cierto modo hay nostalgia por la URSS y todos quisieran regresar al socialismo, pero con las comodidades del presente: la libertad de expresión y la variedad de productos en las tiendas. Yo le respondo con un refrán muy ruso: la empanada la tienes en la mano o en el estómago; pero es imposible tenerla al mismo tiempo en una y otra parte.
 Le pregunto por el altar, con íconos y Biblia incluida , en la sala y me contesta que en cada casa hay uno. Antes  a nadie que estuviera en sus cabales se le habría ocurrido adornar su hogar con semejantes símbolos religiosos. Los padres de Alexei siendo miembros del partido comunista se bautizaron a escondidas, y así lo hicieron muchos rusos: ocultaban sus creencias religiosas y se hacían comunistas por conveniencia.
 Ya son las 8 de la noche pero hay mucha claridad. Así son las noches blancas moscovitas. El programa Vremia (El Tiempo) le hace una entrevista a Gorbachov con motivo de los 15 años del golpe de Estado. Afirma que la  caída de la  URSS es culpa del partido que no estaba preparado para los cambios que exigía   la sociedad. Quiso introducir esos cambios paulatinamente con la perestroika  pero los golpistas aceleraron las cosas y son los verdaderos culpables del estrepitoso final del Poder Soviético. Por eso nunca los perdonará.
   Informan que los rusos se sienten muy orgullosos de tener libertad de expresión. Las dos terceras partes de los habitantes de Rusia se olvidó de que hubo un golpe de Estado.
 En Krasnodar (antes Iekaterinodar) derribaron un busto de Lénin y colocaron uno de Catalina II.

DOMINGO, 20 DE AGOSTO.

  Converso con Katia, la hija mayor de Serguei, y le pregunto si recuerda algo del socialismo. Responde afirmativamente de manera rápida: “Para mí el socialismo es sinónimo de colas para hacer cualquier cosa. Nunca se me olvida, por ejemplo, como una vez estuve con mi mamá en  una  inmensa cola muriéndonos de frío, para comprar salchichas”. Dice esto ingenuamente y se ríe.

  En Moscú las ventanas no tiene rejas, pero las puertas de los bloques habitacionales tienen claves para poder entrar. Serguei me dice que ese sistema se implantó después de los actos terroristas que terminaron con la destrucción de varios edificios.
Son las 9 de la mañana, hace frío y todo está en silencio. Con Lida, esposa de Serguei, vamos al centro comercial Mega, parecido a un Sambil. Comemos en un local portugués y luego vamos hasta el Metro a pie. En la tarde paseamos por el bosque que rodea el apartamento de Serguei. La temperatura no pasa de + 22 grados. En la noche bebemos cerveza y hacemos pasapalos con caviar. María y Valia se fueron a la dacha de los padres de Alexei “a comer manzanas, frambuesas y grosellas directamente de las matas”. Me dan de probar una bebida llamada Tan, preparada con leche, agua, hongos y sal. Se aprecia el sabor de la fermentación parecido al suero llanero.
 Casi a las once acompaño a Serguei a un kiosco ubicado en el bosque para comprar más cervezas, las cuales vienen en botellones de dos o más litros. Serguei comenta que ahora los rusos pueden ir libremente al extranjero, aunque no pasan del 2 % los viajeros, pero es síntoma de libertad, y luego agrega  mientras coloca  en una bolsa unas latas de conserva y unos quesos: “Antes estos productos no se conseguían en las tiendas para el pueblo, pero si en los comercios de la nomenclatura comunista”.
LUNES, 21 DE AGOSTO.

   La temperatura es de +17 grados. Vamos a visitar la región donde vivíamos Natalia y yo que ahora cambió de nombre. Antes era la Plaza de Noguín, en honor a un revolucionario, pero ahora adquirió su antigua denominación: Kitai Gorod. Cerca está el Hotel Rossía, el cual están derribando, y un poco más allá está la Plaza Roja. El viejo edificio donde estaba nuestro apartamento está restaurado y transformado en un hermoso centro comercial con muchos locales y oficinas. Caminamos hasta el Museo Politécnico, conocido por sus objetos antiguos relacionados con la ciencia y sus conferencias semanales sobre diferentes temas .Allí cerca está otro museo curioso: es de los empaques .En el café Russki Vkus ,  (El Sabor Ruso), en Plena Plaza Roja,  comemos pielmeni (raviolis rusos) y tomamos café. El mesonero espera la propina y yo recuerdo con sorna la lectura de un libro soviético sobre etiqueta y moral donde se afirmaba que las propinas eran llagas características del capitalismo. El autor finalizaba su obra  afirmando que si un ruso quería saber lo que era una propina debía viajar a los países corruptos por el  capitalismo. La propina era una  realidad en la  Rusia socialista igual que en  cualquier parte del mundo ,pero solapadamente .

   Llegamos hasta la Catedral de San Basilio, la recorremos y luego nos dirigimos al Jardín de Alexander para contemplar el fuego eterno dedicado al soldado desconocido. La gente se tira sobre la grama para descansar, y eso antes no era permitido. Todo es nuevo para mí, veo cosas que eran inimaginables durante el socialismo: muchos kioskos con todo tipo de comidas, muchos buhoneros con una gran variedad de souvenires y bagatelas, muchos carritos de perros calientes con pepsicola y otras bebidas imperialistas.
  Caminamos hacia la Casa de la Amistad (antes Casa de la Amistad de la URSS con los pueblos del mundo), que una vez perteneció al rico comerciante Morozov , quien fue unos de los pocos burgueses identificados con los   bolcheviques, y cerca de allí veo en una vidriera una marca de cigarrillos, de las más baratas y baja calidad en tiempos del socialismo, llamada Prima. Pero es una cajetilla especial, con un nombre especial y un diseño especial : Prima Nostalgia , toda de color rojo con una imagen de Lénin en el centro…
   Las calles tienen otros nombres, los establecimientos también. Todo en correspondencia con los nuevos tiempos que se viven. Llegamos a Arbat, el boulevar más famoso de Moscú por sus artistas, pintores, poetas , escritores y ventas de libros y objetos de artes. También allí están los cafetines y los  comercios de souvenires. Compro un libro de Turguenev que quería leer desde hace tiempo: Notas de un cazador. Un poeta recita sus versos, un hombre habla de su nuevo libro, un pintor propone hacerte un retrato, un fotógrafo carga un maniquí de Putin para que aparezca en un cuadro junto al presidente.

 En la época soviética fue creado un muñeco , para comiquitas y dibujos animados, que era el  más querido de los niños: Cheburashka. Es una especie de animal parecido a un oso, pero no es un oso, tiene la cara redonda, los ojos grandes y las orejas enormes. Él es prototipo de la inocencia para los pequeños, pero un adulto puede ser llamado Cheburashka de manera despectiva para significar que es un tonto o una persona sin importancia. ¿Por qué hablo de esto?, bueno, porque veo una venta de franelas y  gorras con el rostro del Ché Guevara y la inscripción: Ché-burashka.

 Estoy aturdido, por lo debo hacer un alto. ¿Qué es lo que queda del Poder Soviético?. Queda la palabra revolución, empleada como sinónimo de oferta. Por ejemplo, en una tienda es común observar un cartel sugiriendo la compra de  tres artículos por el precio de dos. Antes de la propuesta se coloca la palabra REVOLUCIÓN. Queda Lénin para hacerle propaganda a un cigarrillo sin filtro de baja estofa; y queda el champaña que todavía se llama Soviético, muy bueno por cierto. Vaya, vaya, el viejo Marx tenía razón: nada es estático, todo es cambiante, todo es, pues, dialéctico, muy dialéctico. No debo asombrarme, la teoría se corresponde con la práctica.

 Caminamos hacia el Metro. Muchos jóvenes tienen cervezas en sus manos y beben. Esto era una inmoralidad durante el socialismo. Observo que se construyen muchas iglesias. Stalin destruyó mil templos. Los rusos tienen un sentimiento de culpa y  actúan como si quisieran saldar una deuda con la historia , con las generaciones pasadas. Recuerdo al filósofo Juan Nuño cuando una vez afirmó que en Rusia  las convicciones religiosas eran más firmes debido a las persecuciones. Converso con la gente y concluyo que los rusos ya no aceptan la tesis de que su historia comenzó en 1917 con el triunfo de los bolcheviques. Creen que le deben tanto al  zarismo como a la revolución.
  Cruzamos cerca de Diestki Mir (El Mundo Infantil) , la tienda de juguetes más grande de Moscú Desde allí se observa la redoma frente a la antigua KGB, pero sin la estatua de  Felix Dzerzhisky, el fundador de la policía secreta. Una vez sentí admiración por la dureza de ese hombre y me conmoví cuando leí  una de sus biografías titulada Felix significa feliz.. Ahora es detestado por todos.
 A las 11 de la noche regresamos al apartamento. Allí viven también dos mascotas: el perro Elf, negro, lanudo y muy obediente; y la gata Murzia, que maulla tristemente cuando no están sus amos.
  Leo Relatos de un Cazador.  En alguna parte Turguenev habla de las tabernas de aldeas, donde se reúnen los amantes de la caza; del reproche que alguien hace contra los que matan los pájaros del cielo y los animales del bosque; y sobre los curanderos, quienes usan las hierbas junto a la oración, porque  nadie fuera de Dios tiene poder para curar…

MARTES, 22 DE AGOSTO

  A las siete y media salgo a pasear con Elf. Siento frío. La gente camina apresurada hacia el Metro, pero muchos otros pasean a sus perros por las aceras amplias o las muchas veredas de la zona boscosa. Brigadas de jardineros podan los árboles y arreglan las flores, variadas, bellas y coloridas.

 Elf me da una lección: ataca a los perros de su tamaño o a los más pequeños. Cuando es atacado por un animal más grande se queda quieto, no respira. Sin duda sabe elegir a sus enemigos. Una anciana lleva con una cadena un perro que parece un zorro blanco. El perro-zorro se abalanza sobre mí y la viejita me calma: “No se preocupe  no pasará nada, lo olerá nada más”. Y en efecto así es.

 En un puesto de periódicos compro el Pravda, Izvestia y  Konsomolka, diarios que conocía desde mis tiempos de estudiante. Ignoro sus nuevas orientaciones editoriales. Hoy es día de la bandera rusa impuesta por Pedro El Grande con sus colores blanco, azul y rojo. Las dos últimas franjas han servido para tejer todo tipo de suposiciones con respecto a Miranda y la bandera nuestra.
  Visitamos una clínica privada (se llama Oris) que tiene todos los consultorios de especialistas. La práctica médica  privada era inconcebible durante el socialismo. A la salida comemos chebureki,  empanadas de Georgia , hechas de trigo y con carne de oveja ,  grandes y grasosas, pero muy gustosas. Pruebo el Kvas en lata, y es tan sabroso como el producto endógeno en vasos. Tal vez en lata es más higiénico.

Las Estaciones del Metro ahora están escritas, además de ruso, en letras latinas. No más falsos nacionalismo, por lo visto, y las ventanas se abren al mundo. La estación Montañas de Lénin, que es abierta para ver las colinas, se llama ahora Borobinie, su antiguo nombre.
 En el Libro Médico adquiero un ejemplar de filosofía para médicos, una historia de la medicina de mi profesora Tatiana Sorokina y un manual de fisiopatología de mi profesor Victor Frolov. Me agrada que estos textos de mis maestros sean los oficiales, recomendados por el Ministerio de Educación ruso para las facultades de medicina.
 Almorzamos en restaurant  Drova (La Leña) con pelmeni, torta de manzana y kvas.

  Las propagandas comerciales de TV son interesantes;  por ejemplo, para demostrar la eficacia de un detergente lavan una franela que dice URSS y tiene la hoz y el martillo. En otro corte comercial unas mujeres en minifaldas y pantalones calientes recomiendan  viagra. Los comunistas   hubiesen hablado de  traición a la patria en el primer caso , y de degradación femenina en el segundo.
  Ziuganov, el secretario general del partido comunista de Rusia, habla en el Pravda del trabajo que realizan para “restablecer el poder popular a los soviets…”

MIERCOLES, 23 DE AGOSTO

Un cuervo se posa sobre un abedul frente a la ventana. Salgo a caminar a las ocho y quince. Siento  más frío que ayer. El bosque está solitario. Unos hombres están reunidos formando un círculo. Beben vodka y cerveza. ¡ Tan temprano y ya liban!, pienso. Pero luego razono que es gente sin preocupaciones y feliz. El fin de la vida es ser feliz y ellos lo son a su manera.

 Me entero que el Pravda, Sovietskaia Rosía y otros periódicos relacionados con el partido Comunista salen un día si y otro no. Seguramente tienen problemas económicos o poca aceptación en el público. O las dos cosas juntas. Compro Izviestia (Novedad). Me río solo al recordar la vieja anécdota: ¿ cuál es la diferencia entre el Pravda (La Verdad) y la Izviestia ( Novedad) ?. Muy fácil: En el Pravda (La Verdad) no hay Izvestia (Novedad), y en la Izviestia (Novedad) no hay Pravda (Verdad).
 Pero la  Izviestia postsoviética es un periódico dinámico dividido en cuerpos y hasta con horóscopo. Hoy publican un trabajo sobre Bujarin. La rehabilitación de los llamados “traidores del proceso”, continúa lenta pero segura. Bujarin fue jefe de redacción de Izvestia, la cual saca a la luz pública un retrato que permanecía escondido  en sus archivos desde que lo fusilaron en 1937. Dicen que su error fue querer demasiado al líder, Stalin,  a quien con cariño llamaba Koba en sus cartas.

Una encuesta determina quienes son los enemigos de Rusia: el alcoholismo (49 %), el imperialismo americano (20 %), la invasión comercial china (16 %)  y el extremismo musulmán ( 15 %). Durante el socialismo el enemigo principal  y causante de todos los males era invariablemente el imperialismo.
  Un avión que se dirigía de Ucrania a San Petersburgo se estrelló. En el mercado de Cherkizovski colocaron una bomba los racistas. Los comunistas siguen hablando de la construcción del socialismo.

   Llueve. La lluvia es lenta , menuda y triste como la del otoño moscovita. Son las doce y no hemos podido  salir por el  mal tiempo.
  Ya es de  noche y la lluvia no cesa. El termómetro marca +11 grados. Vamos al mercado Perekrest  por comida. Regresamos en un taxi pirata (antes no eran permitidos). Lida prepara un pargo con manzana  y cebollas al horno. Exquisito. Bebemos cervezas Zigulovski del tiempo soviético y vodka de cerezas que pasamos con kvas.

JUEVES, 24 DE AGOSTO

 La temperatura está entre +15 y +18 grados.  En mi paseo con el perro noto que la gente está abrigada .Se afirma que los rusos antes sufrían de estrés por la escasez de productos, y ahora sufren de lo mismo pero por la abundancia. Por TV invitan a las misas que se harán en todos los templos de Rusia por la tragedia del avión. Es claro que hay una fuerte unión entre gobierno e iglesia en muchos aspectos para juntos enfrentar las diversas  situaciones sociopolíticas como en los tiempos de los zares.
 En el Metro y en otros sitios públicos donde se emplea el  micrófono constato que  ya no se usa la palabra  “tovarisch” (camarada) , sino “grarzdani”  (ciudadano) y “gospadá” (señores).
  Estamos en la calle Nikolski (antes 25 de Octubre en honor de ese aniversario de la revolución) y cerca vemos el restaurant “Che Guevara”. Ese restaurant y los cigarrillos Nostalgia con  el rostro de Lénin  me recuerdan a  Marx cuando afirmo que la Historia sucedía dos veces: una vez en serio, y  otra en forma de comedia o parodia. Compramos las entradas para el Lago de los Cisnes. El Bolshoi Teatro está en restauración. La estatua de Marx se conserva, pero la estación del Metro ya no lleva su nombre. La cola para ver a Lénin en su mausoleo ( María y  Natali nunca lo han visto) dura una hora y veinte minutos, pero no está abierto todos los días. Sigue siendo una atracción, pero ahora de carácter turístico y no revolucionario. Al salir visitamos las tumbas que están en el Kremlin de algunos próceres: Gorki, Gagarin, Clara Zetkin (la promotora del día internacional de la mujer), Stalin, Breznev, y otros.
 Pasamos por donde una vez funcionó la primera universidad de Moscú fundada por Lomonosov, el Andrés Bello ruso. Los buhoneros venden un souvenir que es una maravilla de la ironía: un retrete con la siglas URSS (CCCP). Es decir todo el socialismo era una m…Nunca es tarde para mofarse de los adefesios  políticos.

  En la Plaza Roja están  Iván El Terrible, Lénin y  Pútin, quienes por unos cuantos rublos se toman unas fotografías con los turistas. Es gente  muy parecida a esos personajes y con un poco de maquillaje se asemejan más. Por ejemplo , el viejito que hace las veces de Lénin parece una copia exacta del fundador de la Unión Soviética y que conocimos en libros y afiches. Posa y hace los mismos gestos que le observé en las películas.
  Almorzamos nuevamente en el Drova con caviar rojo, tortillas y jugo de guindas. Nos colocan una vela en la mesa.¡ Qué romántico es el capitalismo ruso!
Caminamos cerca  de la Duma o congreso ruso. El edificio todavía tiene los símbolos de la era soviética, me refiero  a la hoz y el martillo.

 En un programa de TV hablan de las enfermedades de los presidentes: Lénin sufría de sífilis, afirman. Búnin lo llamaba “calvo sifilítico”.  El Doctor Chazov, último ministro de salud del Poder Soviético,  niega ese mal en Lénin. Es decir, ahora hay discusiones y por lo menos dos puntos de vistas diferentes. Dicen también que el doctor Vinogradov (médico del Kremlin) le aconsejó a Stalin unas  vacaciones, un  descanso; y eso motivó su arresto, porque el autócrata nunca debía descansar para controlar todo, y con respecto a su salud la consultaba con un veterinario solamente.. Breznev sufrió varios infartos, a Andropov le quitaron un riñón y Chernenko se ahogaba por el enfisema. El único que gozaba de perfecta salud era Kruchov, pero también fue el único destituido “por razones de salud”, como lo afirmó el comunicada del Partido Comunista.¡Cosas de los  hombres nuevos!. Creían que sus mentiras eran buenas, y las de los otros, inmorales.

  Recuerdan al Secretario General del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalán y de cómo Breznev lo ayudó para que cambiara su rostro con una cirugía.  Un boliviano que estudiaba un año más adelantado que yo, ahora tiene una clínica privada y practica la cirugía plástica. Decidió quedarse en Rusia para destruir el socialismo, antes que regresar a su patria y construirlo.

VIERNES, 25 DE AGOSTO.

 Me despierto al mediodía enratonado. Ayer a las doce de la noche Serguei me propuso una copa de vodka para dormir.  A las tres de la madrugada llegó Valia con su esposo. Nos sentamos en la alfombra y a las cuatro de la mañana estábamos terminando la tercera botella de “kedróvaia”, una vodka agradable de cedro que pasamos con queso y kvas.  Paso el ratón con Kumis (leche fermentada de yegua) y jugo de abedules.

  Un día como hoy en 1944 los alemanes fusilaron al poeta tártaro Musa Dzjalil. Él escribió: “No temo a la muerte. Hay vida después de la muerte en la conciencia, en  la memoria de la gente. Si hice algo importante, entonces soy inmortal y merezco vivir otra vida”. En la prisión no dejó de escribir sus versos:

No me arrodillaré
ante ti, verdugo
aunque soy tu prisionero
esclavo, aquí en tu cárcel.
Llegará mi hora, moriré
pero debes saber: moriré de pie
aunque me cortes la cabeza, malvado.


Ziuganov, el secretario general del otrora todopoderoso partido comunista, critica el supuesto autoritarismo de Putin. Olvida que cuando ellos eran gobierno todo el que pensaba distinto era traidor a la patria y agente de la CIA. Ahora por lo menos oigo varias opiniones  y la gente se expresa sin temor a ser delatado en la KGB. Ziuganov se alegra y celebra como un gran acontecimiento la develación de un busto de Stalin en un pueblo.
 Llueve bastante.

SÁBADO, 26 DE AGOSTO.

Anoche hizo baja temperatura.. Cuando era estudiante en esta época tapábamos todas las rendijas de los cuartos para que no se colara el frío. Caminé más de una hora con Elf bajo un cielo nublado en   el bosque oscuro y con una lluvia imperceptible. Compro Sovietskaia Rossía. Publica varias cartas a Fidel Castro y hace un análisis político a favor de Irán. Definitivamente se quedaron anclados en el tiempo.
 Visitamos el Instituto Paleontológico Yuri Orlov  . El mismo fue fundado en 1930 y en 1987 empezó a funcionar como museo. Es el único en su género en Rusia y está entre los cinco más importantes del mundo. Cada sala refleja una etapa en la evolución de la flora y la fauna en la tierra. Posee más de cinco mil piezas naturales: desde fósiles de  microorganismo hasta de mamuts y dinosaurios. En una vitrina están las vértebras de una ballena que tuvo en sus manos  Pedro El Grande, quien decretó la recolección de curiosidades y objetos raros. Allí se exponen los esqueletos de los mamut siberianos, símbolos de la paleontología rusa. La joya es el mamut primegenius o de Trofimov , descubierto en la Siberia Oriental en 1842. Llama la atención el dinosaurio americano Diplodocus Carnegii de 27 metros de largo, el esqueleto de vertebrado de los Urales (Estemmenosuchus) y los huevos de dinosaurios.
  Salimos del museo hacia la casa de Sacha, una vieja amiga de Natalia. Allí almorzamos con caviar y vodka. Por supuesto.
  Ya en la casa, Serguei hace la cena: puré de papas, salmón y ensalada. Luego propone un brindis con un licor de fresa de 38 grados que pasamos con cerveza “Tolstiak” (El Gordo).  A las doce y media de la noche vamos al bosque por más cervezas.  Hay varios expendios abiertos. Mucha gente deambula, conversa y liba. Nos sentamos alrededor de una mesa, dispuesta especialmente en el parque para el juego y la bebida. La noche es fresca y estrellada. Regresamos a las dos de la madrugada para descansar.

DOMINGO, 27 DE AGOSTO.

  Me desperté pasadas las nueve. Camino con Elf hasta el puesto de revistas y me entero que los domingos no circulan periódicos. Es algo nuevo porque en el socialismo los vendían. De todos modos me parece interesante: debe haber un día para descansar totalmente, hasta de las noticias que pueden estresarte. Buena idea. Veo a mucha gente en las iglesias . Antes todos temían al poder soviético y sólo asistían algunos ancianos. Ahora asisten a la misa los jóvenes que en otros tiempos estarían, seguramente, en actividades del Komsomol.
  En una tienda compro la película Corazón de Perro, basada en la novela homónima ( prohibida por los soviets) de Mijail Bulgakov. Está dirigida por Vladimir Bortko. El profesor Preabrazhesky , mediante operación convierte un perro en gente. Las glándulas de un bandido muerto son transplantadas a un perro. El perro evoluciona con las características del bandido. Luego de su presentación exitosa ante la sociedad científica, Globito, así se llamaba el perro y así se llama el hombre nuevo, se convierte en un revolucionario pero con todas las cualidades marginales del bandido. Su conducta irregular hace que el doctor Preabrezheski y su ayudante, el doctor Bormental, lo operen nuevamente para transformarlo en lo que es: un perro. Moraleja: con marginales no se hace una revolución.  O como decía Marx :con el lumpemproletariat no se construye el socialismo. Por algo la plana mayor del partido comunista prohibió la película.


LUNES, 28 DE AGOSTO.

   Me despierto a las cinco de la mañana. Leo y me duermo hasta la ocho. Cuando paseo con Elf, una anciana me detiene para mostrarme la foto de un perro: “Se me perdió hace varios días”. Le pregunto por la raza y sin esperar me responde: “Claramente se ve que es callejero”.
   Pravda tiene varios días  sin salir. Le pregunto al kioskero por la sede del partido comunista y me dice que no sabe, “ lo preside un tal Zioganov , pero en general no quiero saber nada de política”. El kioskero es un viejito, por lo tanto es casi seguro que fue miembro del PCUS. Bueno, todos actúan como San Pedro, negando conocer al hombre o saber algo de la  cosa. Aunque seamos realistas: el viejito es el amo del kiosko y si los comunistas llegan al poder nuevamente, se lo expropian con el cuento de la igualdad.

 Izviestia publica hoy un cuerpo del New York Time en ruso. Allí leí una nota sobre el libro de V. Zajarov que trata de la artista Faina Ranevskaia “Casos, bromas y aforismos”: “No tengas cien rublos, ten dos amigos”. “Un cuento es cuando te casas con una rana y ella resulta una princesa. Una realidad es todo lo contrario”. “Cuando tenía veinte años pensaba sólo en el amor. Ahora mi único amor es pensar”.
 No hace tanto frío. Un viento fresco desprende hojas amarillas de los árboles, semejantes a las que caen en otoño.
  Recorremos varias estaciones del Metro que son verdaderos museos. Entramos a la iglesia de la Trinidad; y luego a una farmacia muy distinta, por el lujo ,a las de antes. En Arbat está una placa que indica la sede de la Sociedad de Médicos Rusos con la siguiente inscripción: “La naturaleza y la ciencia deben estar a favor de la humanidad”. Descansamos en una plazoleta con una estatua de Pushkin.
 En la noche Serguei propone dos tragos de vodka para dormir, y sorprendentemente fueron dos tragos nada más.

MARTES, 29 DE AGOSTO

  Hace buen tiempo. Camino cuarenta y cinco minutos con Elf. Izviestia dice que un periódico debe tener tantas opiniones como hechos y que la revolución es un problema de gastronomía y no de ideología. También hace un análisis del pasado reciente pero sin revanchismo.
  En la tarde estamos en la Plaza Roja. Un doble de Nicolás II está listo para la foto. Por cien rublos posa con nosotros. Es un veterano del ejército. Se llama Victor y es muy amable. Comenta que su pensión no le alcanza para nada, por eso decidió hacer las veces del último zar de Rusia para explotar su parecido: “Aquí hay cinco Lénin y ningún Nicolás, pero ahora estoy yo”. Luego añade: “Ahora las cosas son peores sin el socialismo. A los dobles nos corren los policías y nos gritan que somos una vergüenza para el país”.

 Nos dirigimos al Museo Nacional de Historia. Está cerrado, como también están cerrados el de Chejov y el Planetario. Vamos al zoológico y lo recorremos de extremo a extremo. Me llama solamente la atención la inscripción que tiene la jaula de los guineos: “Estas aves fueron consideradas sagradas en la antigüedad”. Regresamos a la nueve de la noche muy cansados. En el camino observo muchos bares con música en vivo. Cerca de una estación de Metro compro un libro: Filosofía del Siglo XX. La noche es fresca y clara. Esa claridad hace que una cena sea normal a las once o doce de la noche. Lida y Natalia preparan hongos silvestres que venden las viejitas en cualquier esquina. Me niego a cenar a esa hora, pero acepto un vaso de cerveza para conversar. Vemos por TV un programa que habla de la vida de los jerarcas soviéticos. Vivian en medio  de lujos y riquezas, disfrutando los productos del imperio; mientras le aconsejaban al pueblo mantenerse en austeridad, poniendo a raya al imperio, a la espera de la construcción total del comunismo y de la derrota, no menos total, del mismo imperio. Esa doble moral, plagado de galimatías, parece ser una constante en determinados “procesos” políticos. Por otro lado, los comunistas se quejan de que los monumentos de Lenin están siendo removidos y piden una solución democrática a través de votaciones para indagar la opinión del pueblo.


MIERCOLES, 30 DE AGOSTO.

  Me despierto a la siete y quince. La mañana es oscura y fría. Los cuervos graznan como en concierto. El viento despega las hojas de los árboles. Nos dirigimos a mi universidad, ahora llamada Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. En la Facultad de Medicina mi tutor, Alexei Frolov, fumando pipa y con bastón, me reconoció inmediatamente y me obsequió su más reciente libro de ensayos humanísticos. Me presentó al Consejo Científico y a la gente del decanato, el cual dirige desde hace veinte años. Esboza una sonrisa y dice: “Cumplí setenta años y lo celebré por todo lo alto”. Entiendo su sonrisa que se traduce como una victoria sobre las expectativas de vida pronosticadas hace cuarenta años cuando le diagnosticaron varias enfermedades graves. Dice que la universidad recibe un  cuarenta por ciento del presupuesto del gobierno y el resto lo producen ellos mismos: “Al principio con la perestroika pasamos mucho trabajo, ahora estamos bien”. Le pregunto si considera la situación de ahora mejor que antes y no demora en responder afirmativamente.
  Al recorrer la facultad donde estudié constató que nada ha cambiado, excepto en algunos pequeños detalles. El busto de Pavlov está en la entrada, recibiendo siempre a  la gente con su rostro pensativo, pero el de Lénin fue removido de la puerta del decanato. Los profesores son prácticamente los mismos y me da la impresión de que ni siquiera han  envejecido como si hubiesen bebido el elixir de la eterna juventud. Chibis sigue estudiando los biorritmos del sol relacionados con la salud, Tolia todavía cree que puede resolver cualquier problema médico a través de la filosofía, y todo el equipo junto de fisiopatología se ocupa del funcionamiento del corazón, como siempre.

  Voy al rectorado. Svetlana Grigorievna, representante para América Latina, nos recibe y promete concertar una entrevista con el rector. Salimos rumbo a la avenida Lénin. ¡Todavía se llama así! Llueve bastante. Compro un paraguas en el camino. La avenida Lénin conserva su aspecto siempre acogedor, genuinamente moscovita. El Moskva, que era una modesta tienda en el socialismo, ahora es un centro comercial de lujo. Pregunto por un telescopio y la vendedora dice que se venden muchos: “Hay tantas cosas buenas y productos alrededor  que ahora la gente quiere ver para arriba”.
  Regresamos en un taxi pirata. El chofer dice que como siempre unos están contentos y otros quejándose. “El socialismo resolvió unos problemas puntuales. Ahora la tierra que era del Estado se repartió, pero la gente no sabe que hacer con ella, no tiene medios para trabajarla”.

 Algunas notas periodísticas hablan del aniversario de la creación del sistema de teatros en Rusia , y el primero en el mundo, según ukaz de la emperatriz Elizabeta Petrovna el 30 de agosto de 1756.

  Bebo dos tragos de vodka antes de meterme a la cama para estar acorde con la costumbre de los rusos.

JUEVES, 31 DE AGOSTO.

 Está entrando el otoño. Hace frío. Camino cuarenta minutos para comprar los periódicos. En una tienda compro un ramo con muchas  rosas rojas para mi esposa. Celebramos el cumpleaños de Natalia, objetivo principal de nuestro viaje, con varias bebidas y muchos bocadillos.
 Vladi, un amigo de Alexei, que estuvo peleando en Chechenia habla de la tragedia de esa guerra; Tolia, el esposo de Katia, conversa de los cambios sociopolíticos, de las matemáticas, la historia, el enciclopedismo y remata diciendo que en el socialismo la sociedad la movían los disidentes, que ahora no son necesarios(¿?) porque todo se hace en libertad. Serguei me dice al oído: “Sabe tanto que el cerebro no le cabe en la cabeza”. Alexei toma la guitarra y canta composiciones de su propio padre.

VIERNES, 1 DE SEPTIEMBRE.

  La mañana es fría y lluviosa, pero salgo a caminar con el perro. Hoy es un día festivo y se llama del Conocimiento: empiezan las clases en todos los niveles de educación. En las escuelas de primaria, secundaria y en las  universidades se inician las actividades académicas. Es un día de muchas flores, poesías y discursos con loas a las ciencias, las artes y el  saber en general. Vamos al museo de Chéjov en la calle Sadovoe-Kudriskoe. Lo creó la familia del escritor en 1912. Allí vivió Chéjov desde 1886 hasta 1890 y allí escribió muchos de sus relatos. Se mudó a esa casa en la época cuando no duraba más de un día haciendo un cuento. “Los escribía con la misma rapidez que un reportero hace una nota sobre un incendio”, afirmaba el propio escritor. En el museo están la sala; el cuarto de trabajo, donde Chéjov consultaba a sus pacientes y escribía sus libros (lo hacía escuchando música, que tocaba en un piano su hermano Nicolás. La música preferida de Chejov era el Preludio nro 6 de Chopin ) ; y los dormitorios de él y sus familiares. El guía nos muestra el título de médico obtenido en la Universidad de Moscú y nos cita unas palabras del escritor: “No tengo dudas, las clases de medicina influyeron enormemente sobre mi actividad literaria. Ellas aumentaron el diapasón de mis observaciones, me dieron muchos conocimientos, cuyo verdadero valor para mí como escritor lo puede entender sólo un médico…la medicina es mi esposa y la literatura es mi amante.”  Vemos su maletín médico, un mortero para preparar remedios, una campanita…Más allá una fotografía de Chaikovski, quien lo visitó en 1889 para agradecerle la dedicatoria del libro Gente Triste. La biblioteca que una vez estuvo aquí, -dice el guía. Chéjov ordenó entregarla después de su muerte a su ciudad natal , Tagangor. Luego agrega, mostrándonos una foto: vean a Chéjov en la clínica atacado por la tuberculosis en 1897…Tolstoy lo visitó y hablaron de la inmortalidad del alma…Salimos del museo y yo recuerdo unas palabras de Chéjov sobre ese tema: “Creer en la inmortalidad del alma es una cobardía que reconforta”.

   Nos dirigimos al museo de Dostoyeski, en la calle que lleva su nombre. Es un edificio construido en 1806 como hospital para pobres, llamado la Casa de Dios o el Hospital de María, y donde vivió y trabajó de médico el padre del escritor. En 1812 Napoleón, durante la invasión a Moscú, convirtió el edificio en su hospital militar. Allí nació Fiodor Dostoyeski en 1821. La infancia de Dostoyeski se relaciona con este hospital y así lo manifestó en sus diarios. Sus recuerdos se remontan a  los dos años de edad cuando su madre lo llevó a la iglesia y “observé a las palomas volando de ventana en ventana”.

El guía nos explica que el apellido Dostoyeski procede de la comarca Dostoyes en Lituania, adquirida por un ruso en 1506. En el siglo XVII los Dostoyeski que no aceptaron el catolicismo huyeron hacia Ucrania. El abuelo del escritor, Andrei Dostoyeski, era un  sacerdote ortodoxo. Fue uno de los autores de un libro de versos religiosos, uno de cuyos ejemplares perteneció a Fiodor y se encuentra en el museo, junto a su biblioteca, un candelabro, su pluma  con el tintero, y el diván que usó para descansar mientras escribía  Crimen y castigo.

  El director del museo nos invita para que nos quedemos y escuchemos el concierto de un cuarteto en honor a las festividades por la fundación de Moscú. La pequeña sala esta abarrotada y ya no hay asientos; pero nos buscan unas sillas y muy amablemente nos las ofrecen. Escuchamos composiciones del joven Mozart.  A la salida damos un paseo en tranvía. No llevamos un rumbo preciso, sólo paseamos en ese medio de transporte , y es claro que nos lleva a otras épocas. La ciudad está adornada con bambalinas y la gente camina enarbolando banderas…

SÁBADO, 2 DE SEPTIEMBRE

   Hoy se cumplen 859 años de la fundación de Moscú. Por todos lados hay fiestas, conciertos musicales y competencias deportivas. Las amenazas de lluvias fueron conjuradas: aviones cruzaron el cielo moscovita y bombardearon las nubes. Fuimos hasta la Plaza Roja, pero estaba cerrada. Las calles tienen pocos automóviles. Nos dirigimos a la Galería de Tretiakov fundada en 1856. En mis tiempos de estudiante la visité varias veces. Además de los retratos de  Pushkin, Tolstóy,  Dostoyeski y Chéjov me llaman la atención tres cuadros: los iconos de  Andrei Rubliov;  Los bogatires de Victor Vasnetsov que muestra a tres héroes de la épica rusa y , según los entendidos, refleja los orígenes, peculiaridades y fuerza del carácter nacional del pueblo ruso; y el más famoso de Iliá Repin: Iván el Terrible y su hijo Iván. El zar mata a su hijo, heredero de la corona en un ataque de ira. Por cierto, la primera vez que miré ese cuadro me impresionó tanto que me hice la pregunta de por qué lo mató. El guía sabía que los visitantes suelen hacer esa interrogante y se adelantó a  mis pensamientos para expresar: “Gente mediocre quiere indagar por qué lo mató. En realidad ese aspecto no es el que quiso transmitir el pintor porque es secundario. Lo importante es la tragedia reflejada en el rostro de Iván el Terrible. La tragedia del padre que hiere mortalmente a su hijo e instantáneamente se arrepiente.”
   Bueno, eso es cierto, pero la pintura tiene tantas interpretaciones como observadores y ahora entiendo  que la tragedia está en un cúmulo de razones: el zar mata a su hijo por considerar los trajes de su esposa (la del hijo) poco decentes. Por otro lado, Iván el Terrible tenía un humor que los sicólogos ilustran a través de un hombre con una Biblia en una mano, y en la otra  una piedra. Por eso se arrepintió en pleno acto. La tragedia va más allá para ubicarse en el ámbito de las enfermedades mentales. Tal vez neurosífilis. Mi profesor de Medicina Forense, Alicievich, participó en la exhumación de los restos de Ivan El Terrible en el Kremlin y solía contarnos que en los huesos del zar encontraron mercurio, usado en la época para tratar la enfermedad venérea, sobre la cual Frolov solía bromear recordando las palabras de Virchof: “Todas las enfermedades provienen de los nervios, de los malos momentos de la vida , excepto la sífilis que es consecuencia de un rato agradable…”

  La prensa recuerda al actor Eugenio Leonov, muy conocido por el público ruso y quien hoy cumpliría 80 años. Murió en 1994. En una entrevista dijo : “Lo que más aprecio en una persona es su bondad. La bondad activa, es decir, su disposición a ayudar al otro”. “Todo es perdonable, excepto la traición”. “Dios está en el corazón de la persona, y eso no le permite , por ejemplo, pegarle a un perro o maltratar a los padres”.”La felicidad consiste en vivir sin miedo”. “La familia es la única cosa por la que vivo”.
Vi algunas de sus películas, pero el especial  recuerdo Estación de Bielorrusia, sobre los veteranos  soviéticos de la segunda guerra mundial.

   En el periódico Sovietskaia Rosía (Rusia Soviética) Zioganov, secretario general del partido comunista de Rusia, en un discurso,  insta al Kremlin a cambiar el curso del país para volver a los tiempos del socialismo. También escribe un artículo, que me gustó bastante, sobre el Día del Conocimiento celebrado ayer. Se  titula “Escuela, una gran palabra”. Lo inicia así: “Del Mundo Antiguo nos viene la palabra escuela. No existían  universidades, no había institutos, pero existían escuelas. Escuela de filósofos, de matemáticos, de médicos.  A través de los siglos cruzaron las escuelas de Platón, Pitágoras e Hipócrates. El valor de sus ideas soportaron la prueba del tiempo” Luego habla de la escuela de la vida, de la escuela soviética que hizo posible preparar soldados para ganar la segunda guerra mundial, pero también para ganar otras batallas como la conquista del espacio, etc…

  En la noche vamos al bosque, donde los muchachos hacen una parrilla.

DOMINGO, 3 DE SEPTIEMBRE

   Paseo treinta minutos con el perro. Hace buen sol pero también frío, aunque pasable. En el interior del Metro no noto el cambio de sistema político: es el mismo Metro con sus estaciones hermosas, sus mármoles y piezas museísticas.
 Vamos al museo de León Tolstoy  en la calle Prechistenhka. Es uno de los más viejos de Rusia y fue inaugurado en 1911; pero funciona desde 1920 en su sede actual, una casona construida entre 1817 y 1823. Aquí están casi todos los originales de las obras de Tolstoy, incluyendo un pequeño detalle que nos da idea acerca de su tenacidad con la pluma : más de cien cuadernos de sus diarios, que llevó desde 1847 hasta cuatro días antes de su muerte en 1910. También reposan para impresión de nuestro espíritu diez mil cartas que escribió a diferentes personalidades y cincuenta mil que recibió…Hay fotos originales del escritor como un daguerrotipo de 1849, y muchas otras desde ese año hasta el de su muerte. En una vitrina  está el anillo con diamantes que Tolstoy le regaló a su esposa por haberle pasado en limpio Ana Karenina.

  Cerca del museo de Tolstoy está el de Pushkin, el fundador de la literatura moderna rusa y el más grande poeta de esa lengua. Tiene varias salas con los ambientes de la época del bardo. En una recuerdan a los decembristas: El 14 de diciembre de 1825, en San Petersburgo, coronaban al Zar Nicolás I.  La coronación, bajo las tinieblas del inclemente invierno, terminó en una sublevación; los más progresistas militares rusos intentaron derrocar al régimen autocrático para tratar de implantar un sistema democrático.  Ellos pasaron a la historia como los decembristas.  La rebelión fue sofocada sangrientamente y sus líderes ahorcados o enviados a Siberia.  Se sabe con certeza que los decembristas tuvieron en Bolívar una de sus fuentes de inspiración y que además los sucesos de 1825 suscitaron en el Libertador un gran interés:  se tambaleó uno de los bastiones de la Santa Alianza, enemiga de la libertad de América.  Los historiadores rusos afirman que la afinidad de ideas entre Bolívar y el decembrista Pavel Pastel significa más que una simple coincidencia. Unos meses después del frustrado golpe de San Petersburgo a las mazmorras siberianas llegaba una carta dirigida a los decembristas:  “llegará el tiempo deseado, caerán vuestras pesadas cadenas...” El autor de la carta era Alexander Pushkin, y el prolegómeno de la misma constituía su inmortal poema A Siberia; dedicado a los decembristas.  Pushkin, antizarista y de ideas libérrimas para su tiempo, era gran admirador de Bolívar, esto se puede constatar al leer su exquisita novela – poema Eugueni Oneguin:  se refiere al personaje principal que solía usar elegantemente “el sombrero a la Bolívar”.  Por cierto, en el museo esta un libro de la primera edición de ese poema. Otra sala esta dedicada exclusivamente a la novela La Dama de Picas, considerada  por  J.L Borges como la mejor de la literatura rusa. Algunas vitrinas muestran documentos originales con la firma de Pushkin. Llama poderosamente la atención la mascarilla del poeta, tomada inmediatamente luego de morir en el desigual duelo; junto a ella la última pluma que usó y un mechón de pelos.
  Los rusos admiran y aman a Pushkin; su monumento en Moscú es sitio permanente de visitas. Los enamorados y recién casados le llevan flores como muestra y compromiso de amor. Sus versos son recitados constantemente. Uno de los más conocidos, sin nombre especial, habla de una frustración amorosa. Le hice la siguiente traducción:

 A usted la amé; y puedo amarla aún como ninguno
la llama del amor no se extinguió en mi alma
mas no quisiera ser  inoportuno
sea feliz en las mieles de la calma.

La amé sin esperanza y con locura
los celos me arrastraron a un tormento
la amé sinceramente y con ternura
como ojalá la quieran un momento.

Salimos. Las calles están solitarias. En una pared una placa recuerda a los hebreos comunistas fusilados por Stalin. Así les pago el sátrapa la defensa que hicieron de la Unión Soviética durante la segunda guerra mundial. Más allá está la  estatua de Engels, el amigo que más de una vez le mató el hambre a Marx.. Descansamos cerca del monumento de Kropotkin, el príncipe anarquista , quien mantuvo sus ideas hasta las últimas consecuencias: cuando Kerenski, el presidente provisional luego del derrocamiento del zar Nicolás II en 1917, le ofreció un ministerio, no lo aceptó y  le respondió cual Diógenes : “Considero el oficio de limpiabotas más honrado y útil”.

LUNES, 4 DE SEPTIEMBRE

 Llovió toda la noche con relámpago y trueno. Amanece y la lluvia sigue, pero apenas se siente. Tomo el paraguas y salgo con el perro para disfrutar la melancolía del paisaje.
 En los contenedores de basura hurgan los cuervos, pero también algunas personas. Quiero ser contundente en la siguiente afirmación: en el socialismo jamás observé ese deprimente espectáculo. Le hago el comentario a Natalia, mi esposa. Me contesta con un chiste: durante el socialismo había escasez de todo, no sobraba nada, no teníamos desperdicios que lanzar.
 En la entrada del Metro hay buhoneros,  también ancianos y niños con letreros pidiendo ayuda. Los empleados del Metro tratan  de expulsar a los mendigos. Todo me es ajeno porque en mi vida estudiantil no me encontré con esas situaciones. El gobierno soviético garantizaba un salario mínimo a todos para la subsistencia, lo que muchos interpretaban como una distribución universal y equitativa de la miseria.¡ Que confusión! Uno ya  no sabe que es mejor: si las  migajas socialistas generalizadas, con aparentes rasgos de dignidad; o la abundancia capitalista sectorizada , evidentemente inhumana.
  Vamos al museo de Andrei Rubliov en el monasterio Andrónnikov, en las orillas del río Yauza. Fue construido en siglo XV, pero funciona como museo desde 1960. Aquí vivió y murió el más grande pintor ruso de la Edad Media. Aquí está su tumba.  Rubliov , autor de la Trinidad del Viejo Testamento , la obra más perfecta del arte antiguo ruso, fue canonizado en 1988. Él representa el ideal nacional, la armonía, la fe y  las fuerzas morales del hombre ruso. En el museo hay más de cinco mil iconos y manuscritos. El lugar es silencioso, impregnado de una atmósfera espiritual. Nos sentamos bajo los árboles. Recordamos la película sobre Rubliov que hizo Tarkovski. En la Catedral de  Saviour damos una contribución simbólica para que recen por el alma de la madre de Natalia.
  Ahora hace buen sol. En las afueras un señor vende monedas del tiempo de los zares. Nos dirigimos al circo viejo de Moscú. Al frente está una estatua de cuerpo entero de Yuri Nikulin junto a un  automóvil de los viejos. Nukulin fue un famoso cómico y payaso ligado al circo y conocido por muchas películas humorísticas que gustaron mucho.
 En la noche nos echamos unos tragos de vodka. Yo la paso con pan negro y sorbos de kvas.

MARTES, 5 DE SEPTIEMBRE
  Estamos en  el decanato de medicina de mi universidad. Frolov me obsequia su libro más reciente de fisiopatología. Damos un paseo por la Facultad de Medicina. El Museo de Anatomía me trae muchos recuerdos con sus vidrieras llenas de órganos y huesos, su pulcritud y su silencio. En mis tiempos de estudiante asistía al museo con la misma predisposición espiritual  con que uno visita un templo. Entro al laboratorio donde trabaja Tolia Pasechnik, un profesor que habla español y con quien hice una buena amistad: está allí sentado, pensando, igual que hace quince años atrás. Solía rodearse de retratos de filósofos. Sostenía la tesis de que muchos experimentos médicos podían ahorrarse con sólo recurrir a la filosofía. Si se está seguro de algunos resultados lógicos, entonces no vale la pena hacer experimentos y perder tiempo y dinero. Además, argumentaba que la eliminación de ciertas enfermedades infecciosas trajo como consecuencia el surgimiento de otras  denominadas de la civilización o del siglo XX  como las cardiovasculares. Afirmaba que la lucha contra las enfermedades no debía romper el equilibrio de la naturaleza. Él mismo se autodefine como un pesimista en los temas médicos y en la vida, en general. Acepto un cigarrillo que me ofrece Tolia, quien como antes empieza hablar de Hegel. Fumamos y tomamos café. Le hago la pregunta de rigor sobre el cambio de sistema y contesta: “Todo parece mejor ahora. Pero son apariencias que esconden muchas mentiras. En realidad las cosas no marchan con los sueldos miserables que recibimos los intelectuales. Estamos mal y estaremos peor. Ahora la iglesia es aliada del gobierno. Pero esa es una alianza comercial: los monasterios venden vodka y vino, y que benditos…”
 La universidad ha crecido y tiene su propia policlínica, cuyo director es Alexander Xodarovich. Alexander o Sasha terminó la carrera junto conmigo. Lo saludo y hablamos. De entrada me dice:  “No puedo decir que es mejor. Destruimos el socialismo y no construimos el capitalismo. Ambos sistemas tienen cosas buenas y malas. Sin embargo, en materia de asistencia médica nos hemos atrasado. Ahora nuestra medicina es inhumana. Me niego aceptar que un niño no pueda operarse en una emergencia, por ejemplo, porque sus padres no tengan dinero. Eso no fue lo nos enseñaron cuando estudiamos medicina durante el socialismo. Teníamos una medicina para todos que ahora es para unos pocos…”

 Damos un paseo en barco por el río Moskva. Hay poco gente en la embarcación. Natalia, María, Natalí y yo nos sentamos en una mesa con vista a los paisajes moscovitas. Desde el segundo piso la brisa sopla y arrastra agua del río que refresca nuestros rostros. Bebemos cervezas. Un desfile de edificaciones pasan por nuestros ojos: el Kremlin, el monumento  a Pedro El Grande, el templo de Cristo Salvador, Las Montañas de Boroviski, antiguamente llamadas de Lénin.

En la noche bebemos vodka que pasamos con pan negro y kvas.

MIERCOLES, 6 DE SEPTIEMBRE

Muy temprano partimos hacia la Universidad Rusa de la Amistad. Tengo una entrevista con el rector, Vladimir Filipov. El rectorado está en el edificio de la Facultad de Humanidades, también  están ubicados allí los comedores y cafetines; por eso en mis tiempos estudiantiles  nos reuníamos para tomar café y conversar. Pero ahora con lo del terrorismo la entrada está restringida. Natalia y yo debemos esperar mientras  revisan los documentos  y se solicita el permiso respectivo. Con Svetlana Grigorevna esperamos al rector. Al poco tiempo hace su entrada. Es un hombre joven que terminó sus estudios en la universidad nuestra. Entramos a su despacho y le hago entrega de las cartas del Dr. Luis Gallardo, rector de la Universidad Rómulo Gallegos. También le obsequio algunos souvenires de Venezuela y mis libros. En su escritorio, en lugar relevante, una fotografía suya al lado del presidente Pútin. Nos habla de los cambios políticos en Rusia, del progreso de la institución y de su disposición para recibir estudiantes de Venezuela. Pregunta por la academia venezolana y por la capacidad de las universidades venezolanas para satisfacer la demanda de cupos. Al final tomamos el té y me entrega unos folletos , películas  y una carta para Gallardo.

             

     Con  Natalia visito el Museo de Esènin . Al salir de la estación del Metro Serpujovskaia debimos caminar bastante hasta el callejón Strochenosvski, donde en una casa que data de 1891, construida en gran parte de madera,se ubica el museo. Allí vivió el poeta suicida de 1911 hasta 1918. Es un lugar diminuto para la reflexión poética con los objetos personales del bardo. Tania, la guía nos muestra las salas, los libros, los manuscritos y pequeñas cosas que pertenecieron a Esénin. Vemos una película-documental, el único en vida del poeta y escuchamos su voz recitando sus propios versos. Tania nos recuerda que a pesar de que Esénin no compartió del todo los ideales de la revolución, admiraba a  Lénin, a quien caracterizaba como un hombre chiquito y calvo. Además, al presentarse en el extranjero exigía cantar La Internacional antes de intervenir. Hice alguna anotación en el libro de recuerdos. El museo es  un espacio para meditar, cuyos trazos, en las paredes y en los techos evocan esa poesía bucólica, campesina y sencilla de Esénin. Es impresionante como un diseño  bien logrado en la distribución de las estructuras de una vivienda puede reflejar una tendencia poética. Primera vez que me percato de ese detalle agradable que hace percibir mejor el mensaje de un poeta.

      La guía,  al final, cantó. Con voz suave pronunció los versos de Esénin plasmados en un bello arreglo musical. Luego dijo: “Vivo para mantener este lugar sagrado. Esénin me inspira. Es el poeta del amor, del optimismo y el cariño hacia la patria”.

  Salimos con hambre y comemos en la calle jachepuri y sashlik. El primero es pan del Cáucaso con queso derretido, mientras que el segundo es una parrilla rusa en pincho aderezada con  tomate y cebolla.

 En la noche bebemos brandy y cerveza. Comentamos nuestra visita al museo y Lida habla de literatura rusa.

JUEVES, 7 DE SEPTIEMBRE
 El viento sopla fuertemente y hace frío. Paseo media hora con el perro. Llegó hasta la estación del Metro Kitai Gorod. Luego de preguntar mucho y sortear todo tipo de entradas y caminos encuentro el museo de Maikovski. Fue creado en 1937 en el apartamento donde vivía el  poeta. Allí están sus cosas personales: muebles,  cuadernos de notas y libros. En museo está diseñado en esa atmósfera futurista, corriente artística seguida por Maiakovski, quien pretendía romper con el pasado para construir el porvenir irrespetando las reglas y normas del arte y la literatura: hay un desorden premeditado en las exposiciones y colocación de los objetos. A una silla le falta una pata, una mesa tiene sus cuatro patas desiguales, una Venus de Milo yace en el piso destrozada para negar el arte convencional, dibujos de jirafas significan algo grande. Unas bolas metálicas unidas por un mecate nos muestran la pesadez de la rima que el poeta debe arrastrar. Las pinturas tienen líneas irregulares. Un cuadro de Nicolás II, el último zar, está colocado al revés para indicar su derrocamiento. Los afiches propagandísticos de Maiakovski a favor de la revolución están  sobre el piso. Una máquina de escribir está pegada a una pared. Camino y llego hasta la habitación donde el poeta se quitó la vida de un plomazo. Allí está el diván donde dormía, su biblioteca, su escritorio, la chimenea. La guía se acerca y me dice: “La camisa que llevaba el día de su muerte la tenemos en el depósito. Aún tiene rastros de sangre y la sacamos en ocasiones especiales”. Me muestra los últimos zapatos del poeta. Son de color marrón y grandes, calzaba más de 45.
El museo está pintado con colores  oscuros, tiene varios pisos y lo recorro de arriba hacia abajo por una escalera en forma de espiral. En un lado está un retrato de Diego de Rivera con una nota sobre el movimiento literario ruso “inspirado cada día más en los dolores de la vida del pueblo y en la cruda exposición de su miserias y en sus nobles ansias de mejoramiento social merecedor de toda atención y estudio”.

En una columna  está una  Mona lisa sin dos dedos en una mano. En unas jaulas de hierros hay algunos papeles.

Al final del recorrido varios de los visitantes empezamos una tertulia. Una señora dice que en el 2002 el museo fue visitado por la hija de Maikovski, quien es ciudadana norteamericana. Alguien estornuda y la guía dice: “ ¡Fijense que es verdad ¡”.  En efecto, los rusos creen que si alguien estornuda cuando se habla, entonces lo dicho es veraz.
 La guía, una anciana pasada de kilos, dice: “Si, si. Yo la recibí y le pedí que me mostrara el boleto de  entrada. Me dijo que no lo tenía. Luego se identifico y yo sentí vergüenza. Me puse roja como un tomate”.

Un señor , ingeniero constructor según sus propias palabras,  dice: “ El museo es pesado. El color marrón es negativo. A Maiakovski lo mató la KGB. Tenía sífilis. Las mujeres por eso lo rechazaban”.

Interviene la guía:

-A las personas se les califica de la cintura para arriba. No es honorable hablar de las partes bajas.

 Llego hasta el   Museo del Ajedrez, ubicado en un edificio que sirvió también de club para los ajedrecistas de Moscú en  el bulevar de Gogol . Cerca está una casa que perteneció a los decembristas, el grupo de militares que trató de derrocar alzar en el siglo XIX.

 El Club de Ajedrez fue fundado en 1956 a petición de  Botvinik, Smislov y Petrosián, entre otros grandes maestros del juego. Aquí se juegan las eliminatorias para seleccionar el equipo ruso  que participará en los torneos mundiales. Además de los mencionados han jugado en el club Tal, Spaski, Karpov, Kasparov y Fisher, quien una vez visitó Moscú para jugar con  Petrosian.


En el se editan la famosa revista rusa sobre ajedrez “64” , y los periódico “Analisis ajedrecístico”y “Semana del ajedrez”. Este último fue dirigido por Spaski.

El Museo del Ajedrez se abrió en los espacios del club en 1980. La directora Tatiana Kolesnikovich me muestra las exposiciones con sus respectivas explicaciones. Hay juegos de casi todas partes del mundo. Uno de origen chino se lo regaló Mao Setung al doctor Vasilenko por haberle curado una gastritis. Otros, también de China tiene por piezas unos jeroglifos y fue inventado para los más  pobres Hay varios fabricados por los presos del Gulag : uno de madera, otros de palitos de fósforo, y otros más de alambre púas .Un juegos fue hecho tomando en cuenta las condiciones de la gravedad especialmente para los cosmonautas . Un ajedrez con figuras de cartón fue elaborado en Leningrado durante su blocada en la segunda guerra mundial. Un ejemplar de Mongolia tiene de reyes a unos pastores de ovejas. En rey Federico de Alemania se enfrenta a Napoleón en otro juego con sus soldados en uniformes de la época. Hay uno con imanes para las carreteras; mientras que para  los barcos hay otro diseñado en forma de porfiados.

El de figuras en miniatura se lo obsequiaron a Brezhnev.  La mesa en la cual jugaron Karpov y Kasparov el campeonato mundial en 1984-1985 está  con su tablero y figuras. La directora me permite sentarme frente a ese mueble, escenario del campeonato más largo de todos los tiempos con 48 partidas. Casi doce mil libros sobre el juego están en la biblioteca, incluyendo unos muy antiguos escritor por Philidor . En la galería hay bustos de algunos personajes que amaban el juego:  Iván El Terrible, Napoleón, Voltaire, Pushkin, Lermantov,  Turguenev, Lenin y Gorki .

VIERNES, 8 DE SEPTIEMBRE
Camino media hora por el bosque. En el periódico Izviestia  hace un razonamiento y concluye que ahora los pobres perdieron su voz. Sorprenden los numerosos puestos de casas de cambio y bancos. Hay dólares en cada esquina. Antes perseguían a los que tenían moneda extranjera  y los acusaban de fomentar el mercado negro.

 Caminamos por la avenida Lénin. Pasamos por el monumento de Gagarin, orientado hacia el espacio. Llegamos hasta una plazoleta con el nombre de Lermantov ; su museo, una casita de madera está hoy cerrado.

Los trabajos de buhoneros, limpieza de las calles y de aseo urbano, es decir los más bajos y sucios son realizados por gente de las antiguas repúblicas de la URSS.

Los rusos hablan de nueva “mentalitet”, para referirse a la manera distinta de ver las cosas ahora  en comparación con el socialismo. La palabra seguramente proviene del francés.

SÁBADO, 9 DE SEPTIEMBRE

Me despierto a las 9. Camino con Elf más de media hora. Leo los periódicos de ayer. Izvestia informa ampliamente sobre la explosión ocurrida en el cafetín del mercado de Cherkizovski , donde murieron varias personas . El grupo de terroristas se denomina “patriotas” en búsqueda de renacimiento de Rusia. Consideran que los culpables de los problemas del país son los  “no rusos”. En primer lugar son atacados los ciudadanos provenientes de las antiguas repúblicas que conformaban la URSS.
  Sin embargo las investigaciones sociológicas demuestran que los rusos colocan al terrorismo en el tercer lugar, a la hora de medir la percepción de los peligros de la nación, por detrás de los narcóticos y el alcoholismo. No obstante, todos los diarios tienen en sus páginas, y en formato resaltante, muchas propagandas sobre bebidas alcohólicas como la vodka que ahora se vende de muy variadas marcas.

Salimos a pasear por las calles de Moscú. En una tienda venden un retrato del último zar de Rusia, lujosamente decorado con hilos de oro, y con una leyenda inscrita en su parte inferior: “Nikolai II, El Libertador”. Su imagen está en todas las iglesias en calidad de santo, junto a otros mártires del cristianismo, entre velas y botellas de vino sagrado.

 Hacemos una cola para entrar al  Kremlin. Los extranjeros pagan una tarifa mayor.  Me acerco a la caja y pido los boletos, la vendedora pregunta:

-¿Usted es ruso?

-Claro, ¿acaso no se me nota?- le contesto rápidamente y me deja pasar. Unos españoles que están detrás de nosotros intentan hacer el mismo truco pero no conocen el idioma y son detectados.
 La guía explica mientras caminamos por el territorio del Kremlin. Allá la residencia de Putin, , acá la Catedral de la Asunción, el más importante templo de la Rusia de los zares con sus iconos y un cubículo de madera con muchos dibujos y leyendas: es el sitio para rezar de Iván El Terrible. Luego visitamos las catedrales de San Miguel Arcángel y la Anunciación.  Por supuesto que no pudimos ser indiferentes al gigantesco cañón del zar y la campana zarina, el primero con sus cuarenta toneladas y la segunda de doscientas.

  Entramos al Museo de Historia en la Plaza Roja. Fue fundado en 1872 y tiene 21 salas con una variedad de objetos y exposiciones que abarcan todas las etapas del desarrollo de Rusia  desde la prehistoria hasta el acontecer reciente. Su fondo  cuenta con casi 5 millones de elementos museísticos y más de 14 millones de documentos. En  un rápido recorrido vemos los “rostros verdaderos” del hombre de las cavernas reconstruidos con sus cráneos originales usando la técnica de Gerasimov, un famosos antropólogo ruso; cachos de mamuts de Siberia y objetos tallados con su marfil; una canoa del neolítica encontrada en la orilla del Don; tinajas del Mar Negro con 6 mil años de antigüedad y con dibujos de espirales que significaban la eternidad del tiempo. Siguen armas de piedra como cuchillos y hachas, pero también de bronce y hierro; monedas, sarcófagos, máscaras mortuorias, vasijas en forma de osos, monedas, figuras antiguas de ajedrez, chalecos metálicos para el combate. Interesante resultan unos documentos hechos en cortezas de abedul: en uno se muestran las letras y dibujos de un niño de 7 años que está aprendiendo a escribir en el siglo XIII; en otro un hombre le propone matrimonio a una mujer. En una vitrina esta el original del Cantar de las Huestes de Igor, considerado el primer libro de la literatura rusa escrito en el 1180. Impresionante el cilicio negro junto a un ejemplar de la Biblia pertenecientes a Iván El Terrible.

En el Museo de Historia hay una exposición especial de China. Se trata de los guerreros de terracota de Qin Shi Huang, el primer emperador chino, el mismo que construyo la gran muralla. Esta colección de soldados, caballos y carretas está considerada la octava maravilla del Mundo Antiguo. Al morir el emperador debían ser sacrificados   cuatro mil jóvenes para acompañarlo en el más allá. Los consejeros convencieron al rey para que aceptara un ejército de arcilla, el cual estuvo escondido por casi dos mil años hasta que fue descubierto en 1974. En la exposición que ahora vemos hay 81 piezas originales. Los soldados son altos (no parecen chinos por su estatura) y con rostros diferentes todos. Los animales y los carros de guerra están fina y hermosamente tallados.

DOMINGO, 10 DE SEPTIEMBRE

Ayer bebimos cerveza, y bastante. A las doce de la noche fuimos a una tienda, que trabaja las 24 horas, por más; y así estuvimos hasta la madrugada, cuando empezó a llover. La gente pasea en la noche, liba y conversa. Me despierto a  las 9 y camino con el perro más de cuarenta minutos. Los transeúntes  son pocos. Un hombre ciego hace sus ejercicios. Llueve y un viento huracanado golpea los árboles y provoca frío. Las urracas vuelan como si nada. Pero a pesar del mal tiempo los trabajadores de la alcaldía podan los árboles, arreglan las flores y limpian el parque.

 Fuimos hasta el parque Izmailovo, donde pasó su infancia Pedro El Grande. Tiene muchos árboles, lagos y sitios de recreación como cafetines. La Catedral de la Intercesión  data del siglo XVII y llama la atención por sus cúpulas. En la Torre del Puente funciona el museo de la familia real con enseres y retratos de los zares. Hay una caldera grande donde se vertía aceite que los creyentes tomaban para tratar cualquier enfermedad.  La estatua de Pedro I es imponente. Su pose en general y el gesto de sus manos parecen dar órdenes a quienes visitan los predios  de su juventud  y  donde soñó construir una flota para su país mientras se entretenía con barcos de juguete. Caminamos hasta la estación Izmaelovskaia. Natalia quiere visitar la casa de su niñez, ubicada en un edificio viejo con apariencia de haber sido abandonado. Es un apartamento comunal de los tiempos de Stalin y donde vivían varias familias. Uno de los residentes   abre la puerta con desconfianza. Le explicamos el motivo de la visita y nos deja pasar. Natalia encuentra su antiguo hogar, siente mucha nostalgia y llora. Se ha reencontrado con su infancia, la edad de oro que siempre nos acompaña en el recuerdo. Le pregunto al inquilino su opinión sobre el nuevo sistema político de Rusia, y contesta con enojo:
-Esto no es capitalismo, es un simple vandalismo.

En la noche en un programa cómico de la televisión un artista parodia a Brezhnev. Ningún detalle ha sido olvidado: cejas pobladas, el papel en la mano para leerlo durante su intervención y el defecto al hablar. El humor radica en que Brezhnev, un hombre circunspecto y serio, defiende su gestión cantando…

LUNES, 11 DE SEPTIEMBRE

Natalia y yo vamos al cementerio de Novodiévich, el más famoso de Rusia. Es un parque con árboles, declarado patrimonio histórico de la humanidad. Allí están enterrados los más famosos de las ciencias y las artes. Caminamos bajo un día muy soleado y vemos parcelas, monumentos, bustos, retratos, nombres. Vladimir Ivanovich Nemírovich- Danchenko, Constantín Stanislaski y Oleg Efremov, fundadores del teatro moderno. Gogol, quien tenia miedo de que lo enterraran vivo.Bulgakov, perseguido hasta después de la muerte por Stalin; su lápida perteneció a la tumba de Gogol, y por eso la llaman el Gólgota . Julian Semionov, muy buscado en mis tiempos de estudiantes por sus novelas policiales, autor de 17 Intantes de una primavera, llevada a la televisión con mucho éxito. Chejov con su busto y sus flores. Landau, premio Novel de Física, en mi juventud leí su biografía y desde entonces lo admiro. El escritor Ilia Eremburg. Nikita Cruchov, uno de los pocos gobernantes comunistas que no está enterrado en el Kremlin.
Kasirski, fundador de la hematología rusa. Miasnikov, un médico famoso por diagnosticar enfermedades con sólo escuchar los ruidos del tórax. Obtuvo un premio internacional, el Estetoscopio de Oro. Bakulev, fundador de la cirugía  cardiovascular. Nikulin, famoso payaso, director del Circo de Moscú y héroe de muchas películas humorísticas. Lev Vigostki, autor de importantes teorías pedagógicas. Kropotkin, anarquista incomparable. Túpolev, constructor de aviones. Oparin, el del origen de la vida y los coacervados que estudiamos en biología de bachillerato. Shostavich;  Eseintein, de quien se dice es el director de cine más famosos por su película el Acorazado Potenkin. Ruibinsteín, el músico que le dio clases a Teresa Carreño. Maiakovski, cremado por ordenes de Stalin para que nunca se averiguaran las causas reales de su muerte. Fiodorov, el primer oftalmólogo en operar la miopía. Molotov, el de la bombas, aunque en realidad no las hacía, sólo firmaba las órdenes para el financiamiento de las mismas.

Quería seguir visitando tumbas, pero Natalia se opone y dice no atraerle mis incursiones necrológicas.

Salimos y nos sentamos en una plazoleta a descansar. Unos gorriones se acercan y les lanzamos migajas de pan. Al rato son un montón de estas pequeñas aves alrededor de nosotros.
En la noche vistamos a Sacha, una amiga de Natalia y cenamos. En el apartamento hay símbolos cristianos hay iconos de santos. Es la moda después de un largo periodo de ateismo.  Renat, el esposo de Sacha, dice que en el Novodiévich deambulan ladrones, y uno se pregunta dónde no. Habla también de Visostki, el cantor rebelde  perseguido en era soviética. Sacha nos muestras fotografias de sus viajes al extranjero, un placer prohibido por el socialismo. Pero Sacha es otra persona, y de su alegría y espíritu aventurero no quedan ni destellos. No es cuestión de edad, que a todos nos cambia por igual, sino una actitud defensiva como si se quisiera borrar el pasado. Bebemos vodka y luego fumamos en el pasillo, según la costumbre.


MARTES, 12 DE SEPTIEMBRE

Visitamos a Frolov, el decano de medicina. Su pequeña oficina está llena de libros, pipas, tabaco y botellas de licor. En las paredes cuelga un retablo antiguo de la Trinidad. Me obsequia su libro Páginas Secretas de la Historia, una obra de carácter humanístico donde aborda temas variados, desde Juana de Arco hasta los grandes clásicos de la música. Frolov es uno de esos maestros que cree a pie juntillos, como Hipócrates y Aristóteles, que la medicina debe estar estrechamente ligada a la filosofía.

 Subimos un piso en la facultad y nos llegamos hasta el gabinete de Historia de la Medicina. Nos recibe la doctora Tatiana Sorokina, quien dirige esa cátedra desde mis tiempos estudiantiles. Me obsequia su libro-manual sobre la asignatura e invita a un camarógrafo para que grabe nuestra conversación con motivo del cincuenta aniversario de nuestra universidad.

En la noche vamos al Bolshoi Teatro para ver El lago de los cisnes. Como siempre Sigfrido se enamora de Odette, transformada por  un mago en cisne. Sólo el amor puede revertir esa transformación demoníaca. En el acto final los enamorados mueren a no poder vencer el hechizo. Natalia dice que prefiere la versión original donde los novios triunfan sobre el mal y son felices.
Luego  damos un paseo. Un Ostrovski marmóreo sentado, serio y pensante (el gran dramaturgo ruso), cuida la salida del teatro. Caminamos por la calle Tverskaia, antes llamada Gorki. Siempre está concurrida a cualquier hora. Llegamos a la plaza Pushkin y nos sentamos. Al frente el edificio recién pintado de la alcaldía de Moscú. A un lado el famoso cafetín del chocolate y la champaña, inmortalizado en la canción Natalí de unos franceses. Compramos algo de comer en el Eliseo(así se llama en honor a su amo), una tienda del tiempo de los zares, muy citada en la literatura rusa, pero convertida por la revolución en el Mercado Nro Uno . Así de simple. El Eliseo es un museo por sus paredes hermosas, sus pinturas y sus decoraciones que son verdaderas obras de arte. Además puede encontrar cualquier mercancía: desde una delicatess hasta un souvenir de lujo. Su último director soviético fue fusilado en proceso sumarísimo por corrupción. Ahora el Eliseo recobró su brillo y prestancia de antaño y hasta colocaron un busto de su fundador.

Pasamos frente a la estatua ecuestre de Dolgoruki, fundador de Moscú, y mas tarde entramos a una librería que es una verdadera rareza cultural: es casi la una de la mañana y la gente deambula por los estantes de libros, revisa obras, lee y compra. Mientras tanto un hombre sentado frente a un piano toca una música acorde con el ambiente y la hora. ¡Qué éxtasis espiritual¡

MIERCOLES, 13 SE SEPTIEMBRE

La temperatura llega a 15 grados. Vamos al cementerio Javanski , donde está enterrada María Stepanovna, la madre de Natalia. Encontramos la tumba. Natalia y Natalí la  limpian  y con mucha tristeza. Nos sentamos en un banco. Natalia y yo hacemos un  rito muy ortodoxo y ruso: bebemos una copa de vodka y comemos pan negro por el descanso eterno del familiar. Colocamos sobre la lápida una Rosa Mística. La trajimos con nosotros y decidimos dejarla allí.
 Humo negro sale de una chimenea muy alta y se esparce para confundirse con los dibujos móviles y deformes del cielo. Salimos cabizbajos pensando en  el soplo de la existencia, en la vida que ha dejado de serla, mientras el crematorio continúa su labor bíblica, acelerada por la máquina moderna de fuego, para devolver el polvo a su lar primigenio.

Visitamos a Svetlana Grigorevna, la encargada para asuntos de América Latina de la Universidad Rusa de la Amistad. Domina perfectamente el español, pero ella, Natalia y yo hablamos en esparuso, mitad español, mitad ruso. El tema de conversación es el de los cambios políticos en Rusia mientras bebemos te con rosquillas saladas. Esa es una costumbre rusa: beber mucho te para conversar. Los comunistas ganaron las segundas elecciones, pero se las arrebataron ; los salarios de los intelectuales y profesionales son muy bajos, ahora no hay gremios o sindicatos sino mafias, etc.
Afuera saludo a Dvornikov, uno de mis profesores en el hospital. No estoy muy de acuerdo con lo que pasa en mis país-dice- ahora tenemos más bandidos en el poder y más inseguridad.

En la noche bebemos  y cuando se acaba  el trago buscamos más de Ochacobo, una cerveza de  cinco litros con la figura de un gordo barbudo. Nos sentamos en el bosque alrededor de una mesa sobre la cual hay pan y cigarrillos como en la taigá siberiana donde dejan provisiones para el visitante; o tal vez  algunos borrachos olvidaron las suyas. Está oscuro pero hay gente libando y conversando en otras mesas. Un verdadero bar al aire libre.

JUEVES, 14 DE SEPTIEMBRE

El día es claro y fresco. Natalia y yo partimos en tren de la estación Kiev hacia Peredelkino, la última morada de Pasternak. Luego de 25 minutos y de pasar 7 paradas llegamos. Caminamos, tal vez media hora, por el bosque sombrío entre pinos, abetos, y robles. Atravesamos el puente sobre el río Setun y la vía férrea. De en vez en cuando los trenes cruzan y sus traqueteos se esparcen por el espacio vegetal. La casa de Pasternak es de madera, de dos plantas y con muchos ventanales. La rodea un jardín de abedules, álamos y avellanos. El banquillo en la entrada, donde solía descansar el escritor, tiene de fondo una malla de madreselvas. Dentro, el gabinete luce sobrio: una biblioteca con pocos libros, entre ellos la Biblia; y la mesa donde escribió el Doctor Chivago. El samovar para el te, la medalla y el diploma del Premio Nobel y un televisor que en vez de pantalla, tal como la conocemos ahora, parece tener una lupa ,son parte de la exposición. La cama-diván donde murió tiene siempre un ramo de flores sobre la misma.
Peredelkino existe desde los tiempos de Iván El Terible, quien usó el lugar para confinar a sus enemigos políticos. Stalin lo convirtió en residencia para los escritores, en 1934 por sugerencia de Gorki, para que “descansaran de la agitación de la ciudad”. Peredelkino, el medio del bosque, tiene un clima agradable en verano y su silencio sólo es interrumpido por los pájaros. Es un lugar perfecto para meditar y escribir. En invierno, en medio de la nieve la soledad es total. El paisaje blanco y gélido invita a una taza de te, dicen.
Allí viven el patriarca de Moscú, altos funcionarios del gobierno, además de artistas. Entre  los primeros  residentes estuvieron Gorki que se curaba de la tuberculosis, Evtusenko y Raikin, el humorista. Soljenitsin vivió también en la ciudadela de dachas y oficialmente tenía el cargo de bedel como castigo.!Vaya manera de humillar¡. Pasternak llegó a Peredelkino en 1936 para escribir lo mejor de su obra literaria. En esta casa de madera recibió la noticia sobre el Nobel. Las autoridades soviéticas no le dieron permiso para viajar por el premio, que recibió su hijo en 1989.Vivió allí hasta su muerte en 1960.

Regresamos  y en una tienda almorzamos frugalmente. Natalia, que en un principio se negaba a venir por lo largo del recorrido, ahora dice estar satisfecha por la  belleza natural del sitio y la atmósfera histórica que lo envuelve.  En el camino recogemos hongos y piñas de cedros. Pasamos cerca del cementerio donde reposan los restos de Boris Pasternak y Arsenio Tarkovski, poeta padre del director de cine, Andrei. Descansamos bajo un abedul. Algunas personas van con paso apresurado. Nubarrones negros hacen más triste y fría  la tarde. La sirena de un tren se escucha lejos.






















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