BLOQUE 7

PREMIO FUNDARTE 2010

PREMIO FUNDARTE 2010
DIARIO DE MOSCÚ

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI

PASEO EN TROIKA. PARQUE SOKOLNIKI
EDGARDO MALASPINA PASEANDO EN TROIKA. MOSCÚ. 2009.

miércoles, 14 de octubre de 2015

DIARIO DE MOSCÚ.2009

2009

JUEVES, 1 DE ENERO

Regresamos a casa. En los pasillos del Metro los indigentes duermen en el suelo junto a los perros callejeros. Unas mujeres, con botellas de champaña en mano, cantan estridentemente el himno nacional, pero el soviético. ¿Nostalgia? Sopla un viento muy frío y el suelo se ha congelado. Fuegos artificiales se disparan desde los balcones. Celebramos hasta el amanecer.
 Me despertó el teléfono. No tengo idea de la hora. Llama Valentín Vasilevich , el padre de Lida, desde Siberia. Me habló de su dacha, de los ladrones que no lo dejaban en paz. Dice que hace un frío terrible, pero que se las arregla con su chimenea y con dos tragos de vodka. Tiene casi 80 años y está semiparalizado después de un accidente cerebrovascular…

VIERNES, 2 DE ENERO
 15 grados bajo cero.
  Voy al templo de Pedro y Pablo en la región de Iasenevo. Data del siglo XIV cuando fue construido de madera. Iasenevo era un caserío cerca de Moscú perteneciente a un príncipe en 1331. Luego Iván El Terrible lo adquirió hasta que llegó a manos de Pedro El Grande, quien desde niño lo visitaba con su padre. La iglesia fue sustituida por la actual, de piedra, y en estilo barroco en 1753. En 1822 en este templo se casaron María Volkonskaia y Nicolai Tolstoy, padres del gran escritor Lev Tolstoy. En 1930  Stalin cerró el templo y lo convirtió en un depósito para las granjas agrícolas. Fue restaurado en 1976, y en 1989 fue regresado a la iglesia ortodoxa. El templo conserva parte de los restos de algunos preclaros hombres de la iglesia: los apóstoles San Andrés y San Lucas, San Cosme, San Damián y otros.
 Me paseo por las dos salas amplias del templo. El pope, un anciano de larga barba y con sotana amarilla, sostiene un crucifijo en sus manos. Hay una cola para besarle las manos y el Cristo. Hago lo que todos hacen, tal vez, por la recomendación de hacer lo que uno ve a donde llegue.
  En las afueras un pope joven, con sotana negra, pasea a su hijo en un coche. Lo acompaña su esposa. El día es claro. La nieve cruje bajo los zapatos.
 A las 4 de la tarde vamos a la casa de Katia, la hija de Serguei. En bus viajamos hacia el oeste de la ciudad. El paisaje lo conforman árboles desnudos cubiertos de nieve, aunque también hay pinos con sus hojas verdes. Una media luna nos acompaña durante el recorrido. Veo un gran aviso con el rostro un revolucionario barbudo conocido por todos y un letrero: VENTA DE AUTOMOVILES COMADANTE CHÉ GUEVARA.
  Llegamos a una urbanización que parece un pueblo aparte, pero es una región de Moscú. Tolia, el esposo de Katia, descorcha una botella de vino tinto y habla de la felicidad: en el socialismo la felicidad tenía límites, todos eramos iguales y las metas estaban preestablecidas; ahora, en el capitalismo, no somos iguales, las metas no están claras, por eso la gente es menos feliz y se suicida más .Termina su exposición afirmando que estamos en la Rusia de las novelas de Gogol, Dostoyeski y Tolstoy.

SÁBADO, 3 DE ENERO

15 grados bajo cero.

Hay una tormenta. El viento arrastra con fuerza porciones de nieve que se incrustan en los árboles. Los caminos desaparecieron. En la entrada de la residencia, dos viejitas conversan sentadas en un banquillo. Les oigo decir que no se imaginan la vida sin el invierno ruso, sin la nieve. Antes de salir muevo el control de tv. Un hombre explica porque todavía se pasan películas soviéticas: la industria de cine actual no produce lo que producía la socialista y por lo tanto no se da abasto. Un arquitecto se queja por la destrucción de monumentos históricos en los últimos 5 años para construir centros comerciales. Interesante lo que dice el diputado Zhirinovski. Él y su grupo parlamentario intentan aprobar una ley para limitar el número de escaños por partido en la Duma. No debe sobrepasar el 40 %. Luego remata: “No hay en Europa un parlamento en el cual un partido tenga más del 40 % de los diputados. Porque tienen leyes que restringen la cantidad de representantes para evita la hegemonía. Cuando hay monopolio de un partido no hay progreso”.
 Natalia, Natalí y yo vamos al Park Kulturi. Jóvenes patinan y esquían. Muchos pinos conservan su verdor. En los espacios semicerrados los pintores exponen sus obras sin muchos espectadores. Caminamos hasta Arbat . Pasamos por la casa donde vivió sus últimos años Gógol. Una placa y un monumento recuerdan al escritor. En el sitio de Nikiski Borota entramos a la iglesia del Reverendísimo Fioder, un santo nacido en Constantinopla en el siglo VIII. La iglesia fue construida en 1626. En este templo fue bautizado, se casó y solía rezar el Generalísimo Alexander Suvorov, gloria y orgullo del ejército ruso: jamás fue derrotado, a pesar de que combatió innumerables veces en Europa. En 1927 la revolución expropió el templo para derrumbarlo. Se lo asignaron a una institución científica. En 1991 fue devuelto a los ortodoxos.

Cerca está el Gran Templo de la Ascensión del Señor. Fue levantado en 1619 de madera. El Mariscal Potemkin lo empezó a reconstruir en piedra, pero no pudo ver su obra porque murió en 1791. Pushkin se casó con Natalia Goncharova en 1831 estando el templo aun en construcción. Los supersticiosos han encontrado algunas señales negativas  para el poeta, quien  no tenía dinero para comprarse la vestimenta necesaria y le pidió prestado el frac a un amigo. Con ese frac enterraron a Pushkin. Durante la ceremonia nupcial sopló un viento fuerte que le tumbo la vela al novio, quien después rozó una cruz que se fue al suelo. Más tarde, en el intercambio de anillos, uno se cayó. El bardo estaba pálido, dicen, tal vez por los sucesos premonitorios: el matrimonio no funcionó y los celos terminaron en el duelo fatal que lo llevó a la tumba. El templo se terminó en 1848 y fue cerrado en 1931 por los comunistas. No lo derrumbaron por respeto al padre de la lírica rusa, pero quemaron las imágenes y lo usaron como depósito para cajas, y hasta de garaje. El campanario lo echaron  abajo y en su lugar hicieron un jardín con la estatua del escritor Alexei Tolstoy (famoso por su trilogía sobre Pedro I), quien vivía frente a la iglesia.
 En la tarde llegamos a Arbat. Buscamos a un pintor para el retrato de Natalí. Encontramos a un gigantón uzbeco, quien vive  con sus otros compañeros en los sótanos sucios y fríos de unos edificios abandonados. Resultó un nostálgico del socialismo (su país quedó sin la asistencia rusa), un mal hablado y un peor artista del pincel. En la noche celebramos el cumpleaños de Natalí, quien está muy contenta con el regalo.Sobre la mesa hay  caviar, vodka y champaña.
DOMINGO, 4 DE ENERO

19 grados bajo cero.

  Unos pájaros cantan por la ventana. Veo unas películas soviéticas. Todas con el mismo argumento revolucionario: buscan a los traidores a la patria. Pienso, retrospectivamente, que más rápido los hubiesen encontrado con solo mirarse en un espejo, pues se acusaban los unos a los otros.  Nos paseamos por las estaciones del Metro, que son verdaderos museos. El río Moskvá está congelado. Una mujer embarazada entra al vagón con un niño en sus manos. Suplica limosnas. Con ese cuadro patético nunca me encontré en la Rusia socialista. En la estación del Metro Ploshad Revolutsi (¡Todavía se llama así!) está una estatua, entre muchas hermosas de bronce, de un soldado con un perro. Todos pasan y tocan el perro. Lo acarician suavemente y siguen. Es un rito, una manifestación del carácter religioso de los rusos. Nosotros también lo hacemos. Las caricias han dejado su huella sobre el perro y es notable la erosión en la anatomía metálica del animal. Hay una estación en honor a los guerrilleros soviéticos de la Gran Guerra Patria, como llaman los rusos la segunda guerra mundial. Se denomina Partizanskaia. Allí está una estatua enorme de Zoia Kosmadamianskaia, una heroína que recuerda lejanamente a Juana de Arco. En las aldeas los alemanes vivían en las casas de los rusos, sobre todo en el periodo de las nevadas. Stalin emitió un ukaz de tierra arrasada contra el enemigo. Zoia cumplió el decreto al pie de la letra: quemó los ranchos en los campos para que los alemanes se murieran de frío. Pero, claro morían también los rusos dueños de las moradas. Los alemanes la colgaron. Ahora que la historia es revisada (siempre será revisada, nadie nunca escapará de ese juicio) muchos opinan que no reúne lo requisitos para que se le venere como heroína, pues la tal Zoia fue entregada a los alemanes  por los propios rusos que veían en ella un azote que los dejaba sin abrigo en pleno hielo invernal. Además, muestran hasta sus historias clínicas de paciente siquiátrica para desacreditarla.

LUNES, 5 DE ENERO

14 grados bajo cero.

Un gorrión salta de un árbol  a otro. El gorrión tiene el mismo color grisáceo de los árboles desnudos. El ave se posa sobre la nieve y luego vuela hasta su nido sobre un abedul muy alto.
  En la noche vamos al restaurant Glavpivtorg. Está ambientado en los años setenta y ochenta del siglo XX, y la música es de esa época. Sirven una bandeja de  tragos que llaman la locomotora: infusiones alcohólicas y vodkas de distintos sabores. Lida, Katia , esposa e hija de Serguei, respectivamente; Natalia, Natalí y yo brindamos por la navidad que se va, por el invierno ,y porque son otros tiempos mejores sin persecuciones políticas y colas enormes en los mercados. Todos bailamos. Dos jóvenes se acercan a nuestra mesa con una petición a quema ropa: quieren pedir las manos de Katia y Natalí. Les decimos que una ya es casada y la otra no tiene la edad. Reímos y sigue la fiesta.  Por los ventanales se ve  la nieve  caer bajo una luz tenue. El termómetro de la calle marca 20 grados bajo cero. La gente camina apresurada. La orquesta toca la Bamba en perfecto español. En el segundo piso hay una biblioteca, porque se supone que el bar es para intelectuales, gente de trabajo, pero del siglo pasado. Allí están las obras de Marx y Lénin; y es casi seguro que están solamente en este sitio público  cumpliendo la función decorativa que les impuso la rueda dialéctica  de la historia de la que tanto hablaron ellos. De regreso caminamos un largo trayecto hasta el Metro. Una placa recuerda que allí trabajó Andropov, uno de los últimos jerarcas soviéticos. La KGB está del otro lado de la calle. En el medio está la redoma donde una vez estuvo imponente la estatua de su fundador,  Félix Dezhenki .Ahora allí hay una piedra que simboliza las cárceles de los reprimidos en la era soviética. Por supuesto, la piedra no está sola: un arbolito navideño la acompaña.

MARTES. 6 DE ENERO
13 grados bajo cero.
  Hoy se celebra la navidad ortodoxa. Los templos están llenos de feligreses. La televisión muestra las peregrinaciones y se habla de la unidad entre el gobierno y la iglesia. Los  políticos, diputados, artistas e intelectuales hablan de la importancia de la fecha para la nación. Todos, o casi todos , están de acuerdo en que el cristianismo es muy necesario y destacan su vital  papel en el desarrollo cultural y  espiritual del pueblo ruso.¡ Qué tiempos aquellos cuando la religión era el opio del pueblo!

MIERCOLES, 7 DE ENERO
11-13 grados bajo cero.
 La mañana es oscura. Lida, Natalia, Natalí y yo vamos a la estación de trenes Iaroslavski. Nos dirigimos a Serguei Posad, un sitio famoso de peregrinación visitado por miles de creyentes y turistas .El lugar está dedicado a San Sergio, quien lo fundó en 1337  como un exilio espiritual, luego de la invasión tártara. Los bolcheviques le quitaron ese nombre y le pusieron el de uno de sus compañeros revolucionarios: Zagorsk. .Pero las cosas vuelven a llamarse como siempre se llamaron. Por altavoces anuncian las medidas que deben tomar los pasajeros para advertir posibles ataques terroristas.
 Nuestro tren se desplaza a través de un bosque de árboles semidesnudos cubiertos de nieve. Sobre un puente unos hombres pescan. Lanzan sus anzuelos sobre un río congelado parcialmente: pedazos de hielo se combinan con pequeños pozos de agua. Muchos trenes pasan al lado del nuestro en distintos sentidos. Hay unos espacios claros con abundante nieve. Nos acercamos a un pueblo. Entre unos pinos verdes está una pequeña iglesia . El viento sopla fuerte y la nieve vuela hasta los techos de las casas. El humo sale de algunas chimeneas. Pasamos por ciudades no muy grandes: Pushkino, Pravda. Viene un bosque intrincado de pinos y abedules. Afuera hace mucho frío. Eso se deduce por la vestimenta pesada de la gente que vemos. La calefacción del tren es muy buena. El cielo grisáceo y triste de pronto es atravesado por una bandada de pájaros. Sorprende un grafiti en un pared con una hoz y un martillo. Aquí los comunistas volvieron a su etapa inicial revolucionaria clandestina en un irónico  giro del materialismo dialéctico: lo único eterno es el cambio, nada es para siempre. ¡Vivan Hegel y Marx¡
 Sobre los lagos congelados los muchachos juegan, patinan y esquían. Otros se desplazan en trineos movidos con velas, como  carabelas, aprovechando los vientos fuertes.
 En Serguei Posad hay muchas iglesias. En el 1380 el príncipe Demetrio del Don  visitó a San Sergio para pedirle la bendición antes de partir a Kulikov, donde derrotó a los tártaros. Desde entonces el monasterio es considerado sagrado y cada ruso lo visita por lo menos una vez en la vida.
 Los popes cantan misas y reparten en teteras una bebida sagrada . Me ofrecen una taza y compruebo que es vino  tibio con agua. En los patios el viento sopla fuertemente. Allí está la tumba de Boris Godunov, el zar que usurpó el poder e inspiró una obra trágica a Pushkin y también una opera a Mussorgski. Recuerdo a Gogol, quien hizo una visita  a Seguei Posad  para  rezar por la salud de su madre. En muchos de estos monasterios el escritor recogía piedras para conservarlas como reliquias. Tomo del suelo un pedazo de ladrillo desprendido de uno de los viejos templos. Las palomas se acercan a los visitantes en busca de comida. Son tan mansas que se posan sobre nuestras cabezas y en las manos.  De un pozo la gente toma agua bendita que vierte en botellas. Tiene propiedades curativas, dicen.
Regresamos en bus. Presto atención a las casitas rodeadas de sosulki o carámbanos y que le dan un aspecto de reja al revés.

JUEVES, 8 DE ENERO

20 grados bajo cero.
 Ayer Lida citó un párrafo de un libro de  Gilerovski. Allí el escritor anota: “Cuando el  pueblo se convierte en público corre el peligro de ser manipulado”. Interesante frase para reflexionar.
 El día es feriado por la navidad que aún continúa celebrándose. Las calles están vacías .Natalia y Natalí se quedan en casa para tomar el té. Voy a Kitai Gorod, una de las regiones más antiguas de Moscú. Parte del muro construido desde el 1534 aún se conserva. Es citada desde el siglo XI. . Por este camino  partió el príncipe Demetrio en 1380, para combatir a los tártaros. Rezó en una pequeña iglesia de madera. Después de la victoria en Kulikovo ordenó reconstruir el templo en piedra, ahora llamado de Todos los Santos en Kulishki. Entro al mismo. Allí hay un cuadro de la Virgen María, pintado por el propio San Lucas, dicen. Lo tenía una de las primeras sectas cristianas que vivía en Egipto. Le rezan para curar la infertilidad, el dolor de cabeza, las hemorragias.
A esta iglesia perteneció otro cuadro de la Virgen María usado para combatir la peste. En 1771 un cura contó lo que había soñado: la enfermedad se debía porque la gente no rezaba lo suficiente. El pueblo entonces empezó a venir para cumplir sus obligaciones religiosas, pero la enfermedad se diseminaba más por el hacinamiento. Retiraron el icono y el pueblo reaccionó con un levantamiento que dejó muchos muertos.
Stalin cerró la iglesia en 1930 , la cual funcionó como sede de la policía secreta. Aquí fueron fusilados los adversarios de los bolcheviques. Hace 30 años Natalia y yo vivimos al frente y nunca oímos hablar de esos fusilamientos. Por supuesto.

 Estoy en  Várvarka. Los bolcheviques llamaron esta calle Stepán Razin, un cosaco que se alzó contra el régimen  con un ejército de siervos liberados . Lo capturaron y fue arrastrado en 1671 por donde paso ahora. Lo llevaban a la Plaza Roja para descuartizarlo. Entro a la iglesia de Santa Bárbara. Como en todos los templos eslavos en la entrada hay una pequeña tienda donde venden iconos y literatura religiosa. Le pido información a la anciana que la atiende. Me explica:

-Esta casa de Dios se construyó en 1514 en honor a Santa Bárbara, una mártir, mandada a  decapitar por su propio padre por convertirse en cristiana. Un incendió la arrasó hace mucho tiempo y se reconstruyó en 1795.Luego tuvimos un gobernante que se hacía llamar el gran líder, camarada Stalin. En realidad era un tirano ateo. Cerró las puertas de la iglesia y la convirtió en depósito de cualquier cosa. Aquí funcionó una pastelería. Pero gracias a Dios la pesadilla se acabó y nos devolvieron el templo.

Llego hasta un museo que es la casa típica de un boyardo o señor feudal ruso. Se llama Cámara en Zariade. Aquí nació Mijail Feodorovich , el fundador de la dinastía de los Romanov. Data del siglo XVI. Tiene varios cuartos con utensilios de la época. En la biblioteca hay diez libros enormes. La guía me dice: “En aquel entonces esos pocos tomos se consideraban una biblioteca grande”. En el sótano está “el cuarto de las riquezas”. Aquí se guardaba el dinero, el oro de la familia. Tiene un baúl inmenso y una chimenea.
 Salgo y camino hasta la Plaza Roja. Está casi desierta. Contemplo los restos del Hotel Rossía. En el pasillo del Metro hay un montón de palomas acurrucadas. Buscan calor, seguramente. En la casa me reciben con vino, pescado ahumado y nueces de cedro.





VIERNES, 9 DE ENERO

16 grados bajo cero.

Vamos hasta el Parque Sokolniki (de los halcones). Aquí los rusos se sienten como pez en el agua, porque cae bastante nieve. Estamos en un bosque completamente blanco por la nevada. En una plazoleta bailan los ancianos. Practican   una especie de bailoterapia, mitad nostalgia, mitad gimnasia para contrarrestar el frío. Un señor renco baila animadamente.             Una doñita se mueve al compás de la música con su bastón. La juventud patina alegremente .Natalí  también lo hace, pero acusa el fuerte frío. Yo doy un paseo en un trineo tirado por un caballo. Siento dolor en las manos y los pies por el frío. Natalia me aconseja tomar un vaso de glintvein .La tal bebida es vino caliente con canela, concha de naranja, jengibre y clavos de especia. Varios sorbos reconfortan con un calorcito que recorre todo el cuerpo. Almorzamos, y ya renovados vamos a la Ciudad de las Nieves, un lugar con paredes y estatuas de hielo. De toda esta decoración gélida me atrae el iglú o casa de un esquimal.

SÁBADO, 10 DE ENERO

 11 grados bajo cero.

 Ayer, después de la cena, conversamos sobre la historia rusa. Serguei habló de Iván El Terrible, de la locura de Gógol en sus últimos años y también de  ciertas ironías. Recordó, por ejemplo, que hace algún tiempo, durante el socialismo, los rusos bromeaban con el siguiente chiste: “En los libros se escribirá que Brezhnev fue un político de los tiempos de Ala Pugachova, una famosa cantante rusa”. La ironía histórica radica en que Pugachova aún sigue siendo una estrella del canto ruso, y de Brezhnev casi nadie se acuerda. En cada broma hay un grano de  verdad, por lo visto.
 Voy a la iglesia de San Simeón.  Fue creada en 1625 en madera. Más tarde, en 1679 , fue reconstruida en piedra. Gogol vivía cerca y la visitaba diariamente para rezar. El escritor en sus últimos años hablaba sólo de temas religiosos, del cielo, los ángeles, el infierno, los castigos para los pecadores, la vida eterna, etc. De allí el rumor sobre su locura. En el lecho de muerte llamó al sacerdote de la iglesia de San Simeón y le pidió una escalera. Para llegar al cielo, tal vez.
 En el tiempo de los soviets en esta iglesia funcionaba una sociedad de protección de la naturaleza; y en vez de imágenes sagradas tenía jaulas y animales. Yo pasaba cerca de ella cuando visitaba Don Knigui, una libería muy grande, ahora transformada en centro internacional de venta de libros.

 En la noche  asisto con Natalia y Natalí al Teatro Mali. Tenemos boletos para la obra de Chejov El Jardín de los Cerezos, pero al entrar nos enteramos que fue cambiada por una de Ostrovski, un reputado dramaturgo que retrató la vida cotidiana de la Rusia del siglo XIX. La pieza en cuestión (llamada “No teníamos ni un  kopeck y de repente apareció un altín”. El altín es una moneda antigua de plata.) trata de  un señor que sólo habla de sus dificultades económicas y envía a su sobrina a realizar los trabajos más denigrantes para subsistir. El tal señor, muy avaro, se suicida al perder un fajo del dinero que siempre mantenía escondido. Luego se descubre toda la riqueza que tenía acumulada; y esta circunstancia salva a la muchacha de seguir degradándose. En fin , una comedia sencilla con algunos momentos de humor. Salimos del teatro y caminamos cerca de una estatua de Ostrovski, sentado, pensativo y muy serio.

DOMINGO, 11 DE ENERO

2 grados bajo cero
Con Serguei hablamos de Tsereteli el escultor del momento, cuyas obras monumentales están en varios sitios de Moscú y en algunas ciudades como Paris y Nueva York . Son impresionantes el monumento a Pedro El Grande en el  rió Moskva y el complejo conmemorativo de la victoria de los rusos en la segunda guerra mundial en el Park Pobedi. Tiene su propia galería de arte y prácticamente participa en cualquier proyecto urbanístico de Moscú. Cuando le preguntan cómo hace para hacer tantas cosas, contesta inmediatamente: me levanto temprano.

 En la noche vamos al cine. La película que está en primer lugar en la cartelera es Stiliagui (Presumidos). Retrata la vida de la juventud soviética en los años cincuenta del siglo XX. Muchos jóvenes de la época de Jrushov  querían imitar a sus contemporáneos del mundo en sus vestidos, peinados, música y bailes. El Partido Comunista los catalogaba de decadentes, de “steliagui-presumidos que habían sucumbido ante las tentaciones del capitalismo. Los muchachos del Komsomol se organizaban en brigadas para perseguirlos y castigarlos por traidores a la patria. Nadie podía tener inclinaciones personales, sino seguir las pautas del colectivo. Esa era la consigna para formar el hombre nuevo, según los jerarcas del régimen soviético. El héroe del film es un muchacho, miembro ejemplar del Komsolmol que se convierte en steliagui. Su nombre es emblemático, y allí el gran problema. Se llama Mels. Sus padres lo llamaron así al tomar la primera letra de los grandes teóricos del socialismo: Marx, Engels, Lenin, Stalin. Otro joven steligui es hijo de un hebreo. Su padre trata de convencerlo para que abandone ese camino peligroso que el gobierno no tolera. Una vez lo increpó duramente y le preguntó: ¿sabes para qué tenemos esa maleta detrás de la puerta con las cosas lista para salir de casa?. El mismo padre le contesta: “para llevarla a la cárcel en el momento en que nos declaren traidores a la patria. Así estamos preparados en muchos hogares. Son tiempos sombríos”.

LUNES, 12 DE ENERO

La temperatura oscila entre un grado bajo cero y uno por encima. La nieve cae, pero no termina de llegar al suelo cuando ya se ha convertido en lluvia. Los techos de las casas son limpiados por obreros que lanzan pedazos de hielo. De esa manera se evita que una de esas masas congeladas caiga por su propia cuenta y provoque un accidente.

Por la avenida Lénin llego hasta la el Hospital Nro 1 de Moscú Nikolai Pirogov. Allí está la iglesia del Santo Zarievich Dimitri de la Asunción.  En ese mismo templo durante mis estudios de medicina pasé el curso de oftalmología, y Natalia trabajó en la maternidad. Entonces nos llamaban la atención los pisos hermosos de una cerámica antigua y algunos iconos que aún se conservaban en las paredes. Ahora los feligreses escuchan misa, cantada desde un balcón.
 El hospital lo construyó en 1801 el príncipe Golitsin  en honor del heredero del trono de los zares, el joven Dimitri, asesinado en 1591, tal vez por Boris Godunov para quedarse con el trono. La gente empezó a adorar al zarevich muerto, y se decía que su alma ayudaba a los enfermos. El hospital se inauguró en calidad de institución para pobres, y al morir su fundador, el príncipe Golitsin, fue enterrado en la iglesia. En 1818 los bolcheviques exhumaron sus restos y tomaron la urna de bronce para fundirla y “emplearla el algo más útil para la revolución”.
 En 1812 Napoleón tomó el hospital, donde trabajaron médicos rusos y franceses  mancomunadamente  para atender a los soldados heridos de los dos bandos. Cuando los galos intentaron volar el Kremlin, sólo algunos vidrios del hospital se rompieron por acción de las ondas expansivas.
 En 1881 el zar Alexander I asistió a la iglesia para rezar después de su coronación y alabó la noble actitud del Golitsin que dejo su fortuna para construir un centro de salud.
 En el hospital trabajaba de médico el  suegro de Alexander  Borodín. Este último,  también médico y compositor, solía quedarse en la residencia, ubicada en el mismo nosocomio. Allí escribió su célebre opera El Príncipe Igor.
Durante la segunda guerra mundial el hospital, prácticamente era el único que atendía heridos en pleno bombardeo.


MARTES, 13 DE ENERO

3 grados bajo cero.

 Los cuervos granznaron toda la noche. Natalia y Natalí visitaron la casa de los padres de Alexei. Parece un museo, dicen. El orgullo de Victor y su esposa son sus propios retratos en los que él es el emperador y ella la reina. Bueno, “soñar no es malo, malo es no soñar. Además, no cuesta nada”. Así dice un refrán ruso. Ese tipo de pintura la acepto como caricatura, porque de otra manera es completamente ridícula.

Vamos a la oficina de correos para enviar unos libros. Entramos a la Casa del Té, un edificio impresionante por sus detalles arquitectónicos coloridos  y que recuerdan a las pagodas chinas. Cerca del correo está un establecimiento que  llama la atención por su nombre: BAR LOS MALOS HÁBITOS.

 Caminamos por el boulevar de Griboedov, donde está la estatua del antiguo militar ruso. En el Metro llegamos hasta la Biblioteca Lénin, que tantos recuerdos me trae de mis tiempos de estudiante. Un Dostoyyeski,   marmóreo y pensante, cuida la entrada del recinto de libros.
 En un arbolito de navidad artificial se esconden cientos de gorriones. Uno se acerca y ellos se alborotan y vuelan para introducirse nuevamente en su morada. En Arbat una tabla memorial indica el apartamento donde vivió el poeta Pushkin luego de casarse. Entramos al restaurant Iolki Palki . Es acogedor. Tiene retablos con temas de la historia de Rusia  y cabezas disecadas de osos.

 En casa veo por tv un reportaje sobre un pope y sus 17 hijos. Lo sorprendente de la noticia es que aquí nadie se sorprende. En la noche nos relajamos con vodka.


MIERCOLES, 14 DE ENERO

Voy al templo de Cristo Salvador. Es el más grande de Rusia. Se construyó por más de 40 años para celebrar la victoria sobre Napoleón Bonaparte en 1812. Fue inaugurado en  1883 en presencia de algunos pocos viejos  soldados sobrevivientes que enfrentaron a los franceses. En 1931 lo dinamitaron por órdenes de Stalin. Se argumentó que “no tenía valor artístico y era símbolo del militarismo”. En su lugar se hizo una piscina olímpica porque al derrumbarlo apareció agua. Se decía que el manatial era indetenible. La gente interpretó el hecho como una señal mística. En el 2000 nuevamente fue levantado el templo que tiene más de 100 metros de altura, la superficie de 80 metros  simboliza la Plaza Roja, y su capacidad es para diez mil personas.

 Escucho una conversación de un hombre con una de la viejitas del templo. Él, tomando una imagen, pregunta:

-¿Quién es ella?
-Es la Virgen María. ¿Usted es ateo?
-Si.
- ¡Dios mío!
-No creo ni en mi mismo.
-No creer en nada ya es una creencia. Usted en realidad es religioso.


Salgo de la misa. Afuera el frío ha arreciado, los caminos se han congelado y están muy resbaladizos. Me acerco a la estatua del zar Alexander II, quien terminó la construcción del templo. Allí se recuerda que fue un gran reformador, hizo mucho por Rusia y murió en manos de unos terroristas. Un hermano de Lenin fue uno de los asesinos del zar. En tiempos soviéticos se nos hablaba de la acción heroica que significó el ajusticiamiento del emperador.

 Me llego hasta el Museo de Bellas Artes Alexander Pushkin fundado en 1898 por Iván Svetaev, el padre de la poetisa Marina Svetaeva. Tiene colecciones originales de arte de muchos países y autores, desde la antigüedad hasta nuestros días. Camino por las salas: Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma… Rembrandt, Rubens,  Van Gogh, Monet, Cézanne, Picasso…

 Hay una exposición especial de Turner con cuadros provenientes de Londres. Allí están los paisajes del precursor del impresionismo
JUEVES, 15 DE ENERO
En el aeropuerto el oficial revisa mis cosas y pide colocarlas ante las cámaras de un aparato con rayos X. Hago lo que me pide pero también sugiere que coloque un cuadro  que llevo en mis manos. Es de Lenin, le digo. Si, contesta, métalo también, ya no creemos en es viejito.
La imagen de Lenin la hicieron en forma de mosaicos  unos soldados soviéticos que sirvieron en Mongolia. Seguei me la regaló. La recogió en el basurero del edificio de su trabajo. En otra época presidió majestuosamente alguna oficina gubernamental, seguramente.















No hay comentarios: